Por Claudia Posada
El incidente iniciado por la señora cantante en uno de los restaurantes de la Organización Cielo, no hubiera llegado hasta donde está llegando, inclusive en perjuicio para ella misma que perdió un cliente importante para hacer sus presentaciones, sino que además dio origen a una supuesta solidaridad con ella, que bien podría ser sin que se dañe la imagen de los restaurantes. Está rodando un mensaje anónimo -como siempre en estos casos- en el que se pide vetar los negocios de la organización mencionada.
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Tan bochornoso episodio, con todas sus consecuencias por donde se le mire, se habría evitado si la señora a la que el alcalde de Medellín le ofreció su mano con el puño cerrado en señal de saludo -como se impuso por el distanciamiento social- le responde en la misma forma, no es prudente dejar a alguien, como se dice “con la mano estirada” sea quien sea y menos públicamente; nada perdía ella con responder el gesto haciendo lo mismo, aunque para ella el mandatario local sea todo eso que dice de él en el video que hizo para las redes sociales. Estoy segura de que de ahí, nada hubiera seguido si le responde el saludo y ya. Ser prudentes es una ventaja muy grande para quienes están frente a públicos o son figuras públicas. Imposible desconocer que la prudencia tampoco es la mayor virtud de mandatarios y exmandatarios que se ponen “pico a pico” sin necesidad, exponiéndose al escarnio.
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Qué mala cosa tantas peloteras entre personajes de la vida pública. Las redes sociales rebasadas de chismorreos crean más conflictos de los que usualmente suceden. La “mala leche” crece como la espuma alimentada por el afán de dañar a éste o aquel en razón, sencillamente, de odios personales que corroen los espíritus y hacen daño a los demás, descomponiendo la armonía de toda una sociedad. En la clase política definitivamente se mueven intereses perversos que arrasan sin compasión. No se están midiendo las consecuencias posibles por dar rienda suelta a las agresiones de palabra y actitudes faltas de toda cordura. La mesura, el aplomo, el tacto, son esenciales para todo aquel que tiene reconocimiento mediático y social. Y es que por ejemplo, en el Recinto de la Democracia, como se le llama al sitio en el que sesionan los congresistas, las grabaciones oficiales y las recogidas con celulares, no pocas veces han mostrado cómo se tratan de feo entre ellos mismos.
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Me cuentan que el para el concejal Carlos Alberto Zuluaga, el que haya perdido la curul significa que se ha cerrado un ciclo de su vida pública, pero no se apaga el amor y dedicación a la actividad política. Parece que, por el contrario, tomó el revés con altura y entusiasmo suficientes para reunirse este sábado a presentar informe de gestión, ante un nutridísimo grupo de seguidores que le siguen siendo fieles.
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