jueves, marzo 28, 2024
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Pico y placa en Medellín, ¿cómo ha sido en el mundo?

En las cuatro ciudades consideradas totalmente globales, las más avanzadas del mundo en diversos aspectos y que sirven de termómetro para el desarrollo mundial: Londres, París, Tokio y Nueva York, es un verdadero problema entrar al centro de estas ciudades en vehículo, ya que los costos de circulación son prohibitivos. Más aún intentar estacionarse allí, ya que está fuertemente restringido y penado con multa, donde por reincidencia incluso, el conductor podría ir ante una corte. Quizás Medellín deba plantearse si ese es el futuro al que aspira, o hacer un trabajo más integral.

Esto ocurre porque son ciudades muy densas, que se han visto forzadas a evitar el colapso de su sistema de movilidad que es imprescindible por su importancia de urbes estratégicas; haciendo uso de medidas drásticas donde la norma se cumple sí o sí, aunque estas medidas carecen en realidad de un verdadero trabajo integral, son efectivas por la férrea decisión institucional pero inalcanzables para otras.

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Es por esta razón que en otras ciudades del mundo, donde se ha intentado la restricción a la circulación según el número de la placa, se ha intentado en diversas oportunidades, pero constantemente se ha tenido que retroceder y suavizar la medida, según el gobernante de turno.

Sin embargo, en el mundo hay otras ciudades que lo vienen haciendo mucho mejor, con políticas públicas y un esfuerzo integral que constituye un sumatoria de factores, que les ha permitido cambiar drásticamente la forma como se movilizan. En un estado medio de estos interesantes desarrollos podríamos pensar en Barcelona que ya ha hecho cambios significativos; y más en un estado avanzado, se podría hablar de Ámsterdam, aunque a nivel europeo hay algunos ejemplo incluso mejores, pero se trata de ciudades más pequeñas.

En consecuencia, si Medellín y su área metropolitana que constituyen una urbe de tamaño medio, busca tener un pico y placa efectivo, un sistema de movilidad racional, humano, y ambientalmente sostenible, que le permita una movilidad eficiente. Necesariamente tendría que mirar hacia Ámsterdam, pero sin olvidar las particularidades propias como ciudad montañosa, y también sin olvidar que tendría primero que pasar por la etapa de desarrollo que tiene Barcelona en la actualidad, y para la cual cual ha tardado décadas de cambios e incluso de pedagogía.

Pese a que en el planeta aumenta la producción de vehículos, el mundo planea en contraposición, cada vez más políticas públicas que apuntan a restringir la presencia de éstos en sus calles. Esta es la primera realidad objetiva para tener en cuenta, una situación que aunque nos moleste a todos los ciudadanos, se está dando en todas partes, y cada vez se necesitará más, sacar a los vehículos de las ciudades.

Pero para poder llevarla a cabo, se requiere dar pasos firmes en diferentes ámbitos que conduzcan a que esa realidad no sea tan traumática. Dichos factores son: infraestructura, salud pública, ordenamiento vial, políticas de movilidad y modelo de energía para los vehículos.

En cuanto a infraestructura, ésta se tiene que desarrollar según la fisonomía propia de la ciudad, respecto a lo cual Medellín, presenta unos retos importantes por su compleja topografía que combina espacios planos con laderas empinadas. De esto lo que han desarrollado las administraciones anteriores, son los metrocables y su integración al sistema masivo de transporte, sin embargo es necesario seguir avanzando en este ámbito.

Respecto a salud pública, si bien es cierto el material particulado es una amenaza probada contra la salud de las personas, esta no puede ser una medida de represión, lo ideal primero sería reducir los agentes contaminantes mediante la sanción eficaz ante los actores que introducen venenos en los combustibles, e ir migrando gradualmente hacia las energías alternativas. Por el momento se habla mucho del vehículo eléctrico, pero ya que se comprobó que su disposición final de baterías es altamente contaminante.

El mundo entonces está mirando también hacia el hidrógeno, pero esto todavía no está definido aún. solo el mercado y las posibles regulaciones definirán el panorama en el cual se va a decantar la movilidad global. Ya que después de los híbridos vendrán los eléctricos o los de hidrógeno, gobiernos y usuarios tendrán la última palabra.

En cuanto al ordenamiento vial, sería el sistema de calles y autopistas donde Medellín requiere de un complemento significativo, ya que el eje vial norte sur está colapsado, el sistema multimodal del río diseñado a mediados del siglo pasado requiere con urgencia de ejes paralelos, donde entraría el tren del río y el metro de la 80, pero se necesitaría algo más; como un efectivo sistema circunvalar en cotas más altas a nivel de las laderas de la ciudad que bordeen el Valle de Aburra, en un esfuerzo metropolitano, y que sirvan de alternativa para circular de norte a sur por la parte media de las montañas sin tener que entrar en la parte central de la ciudad, esto está inconcluso y al cuestionado alcalde Quintero le ha faltado visión para avanzar en esta área.

En cuanto a las políticas de movilidad, allí entraría la propuesta de restricción, pero no solo se trata de sacar los vehículos de la ciudad con el pico y placa, se trata de aprovechar también la infraestructura y el ordenamiento vial para poder llevar a cabo la tan ansiada política de movilidad.

Por ejemplo en Ámsterdam donde la bicicleta es masiva, allí se conjugaron previamente, un terreno plano, una efectiva combinación de usos del suelo, una restricción efectiva a la circulación de vehículos a combustión y un sistema público complementario que funciona eficientemente; trenes,  tranvías y autopistas alrededor, mientras que en la parte central circulan bicicletas ocupando la mayor parte de las vías e incluso botes por el sistema de canales de la ciudad. Esto hace posible que las medidas de restricción de vehículos no sean traumáticas ya que la población al abandonar el automóvil, pasa a tener múltiples alternativas de movilidad, cosa que en Medellín no se ha trabajado lo suficiente y estaría a muchas décadas de lograrlo.

Por su parte en cuanto al modelo de energía de los vehículos, allí es donde entra la medida que propone Quintero para el año 2035 que sin haber trabajado los anteriores factores, haría inviable su propuesta para esta década. Por eso Quintero la pone como un objetivo a 13 años en el futuro, cuando se supone que la mayoría de ciudades del mundo ya la tendrían, razón por la cual es evidente que se trata de un anuncio totalmente populista.

Ámsterdam por ejemplo, que es una ciudad que ha dado los pasos requeridos, ya podría tener todos sus vehículos híbridos y en unos pocos años, tomar esa decisión que anunció Quintero antidemocráticamente en Nueva York, de eliminar los vehículos a gasolina. Ya que la capital holandesa avanzó ordenadamente en infraestructura, en salud pública, en ordenamiento vial, y en políticas de movilidad, y solo le faltaría simplemente pasar al vehículo eléctrico o al de hidrógeno ya ya quedaría completa su tarea, algo que para esa ciudad sería sólo un pequeño paso.

Después del anuncio de Daniel Quintero en Nueva York que hizo ante la comunidad internacional, como un niño de 5 años buscando ser el centro de atención de los adultos. Cabe analizar primero, que la viabilidad de la propuesta del cuestionado mandatario distrital, y si es viable que se prohíba la venta de vehículos a combustión para el año 2035.  

Pues bien, lo primero a resaltar es que sí es viable. Pero no porque lo diga Quintero, o porque lo lidere él, ni porque sea una gran idea, ni una gran ruptura histórica; sino porque el mundo está dando pasos tecnológicos, políticos y regulatorios hacia esa realidad. El mundo desde hace años está caminando hacia allá.

Barcelona por ejemplo, en un enorme esfuerzo institucional está sacando a los vehículos de sus vías poco a poco, habilitándolas para la ciclocaminabilidad, y aunque a Barcelona todavía le falta mucho avance con respecto a Amsterdam, en ese contexto pasar a restringir el vehículo con medidas de pico y placa le sería mucho más fácil a la capital catalana que a Medellín que sigue en el modelo viejo de movilidad, sin cambios sustanciales salvo el metro y sus ampliaciones multimodales que ya se están volviendo insuficientes.

Y ya que muy pronto el vehículo que funciona sin combustibles fósiles, será de presencia generalizada en todas partes, para el año 2035, lo raro será ver a alguna ciudad en el mundo con un parque automotor mayoritariamente con vehículos a diésel o a gasolina. Sin embargo, el verdadero reto para Medellín no será prohibir estos vehículos, ni implementar un pico y placa cada vez más restrictivo y permanente, sino hacerlo con los complementos necesarios para que la ciudad no colapse.

Menos vehículos en las calles es lo que se tiene que implementar, y aquí nuevamente Quintero Calle tampoco es ni el artífice, ni el promotor, ni el que se lo inventó. Simplemente es una necesidad y en especial de las ciudades altamente densificadas, donde Medellín se destaca incluso a nivel mundial, por tener una elevada densificación, e incluso por la recomendable combinación de usos del suelo.

Aunque en ese terreno tendría que avanzar mucho más, Medellín puede constituir un entorno metropolitano ideal donde funcione el concepto de “la ciudad del cuarto de hora”, en la cual a 15 minutos el ciudadano siempre tenga todo a su alcance, salud, servicios, bancos, educación, empleo, centros comerciales, oficinas, industria, vivienda, recreación etc. Esto valorizaría el suelo, mejoraría la calidad de vida, y reduciría los desplazamientos. De esta manera no sería traumático llegar al trabajo en bicicleta o incluso caminando.

De tal manera que, ni en la energía para la movilidad, ni en las restricciones a la movilidad, ni en la salud pública, ni en el ordenamiento territorial, en los ya casi tres años de la cuestionada administración de Daniel Quintero, se ha propuesto, ni se han implementado ideas novedosas, ni medidas efectivas de solución. Y a juzgar por el pésimo estado de las vías de la ciudad, tampoco esta administración ha servido ni siquiera para hacerle mantenimiento al sistema de circulación de personas y mercancías de Medellín, razón por la cual a Quintero sólo le queda, el mismo caballito de batalla de siempre de todos los mandatarios, el pico y placa.

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