martes, abril 23, 2024
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Permitir que se gobierne con legitimidad en el marco de la Constitución y las leyes

Por Claudia Posada

“La derecha latinoamericana tiene que dejar de hacer política desde la nostalgia si quiere volver a ganar elecciones presidenciales”. Esto lo expresó Alberto Vergara, politólogo de la Universidad del Pacífico en Lima, Perú, quien en entrevista que le hiciera la CCN Mundo, explicó lo que muchos describen como una “ola izquierdista” la que al parecer ocupa la región; y se da ahora, según el entrevistado, porque la gente se cansó de la “nueva derecha” que gobernó en algunos países latinoamericanos. Vergara es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Montreal y fue investigador posdoctoral en la Universidad de Harvard; ha impartido clases sobre política latinoamericana en la Universidad de Harvard y en Sciences Po, Francia. Su planteamiento, creemos, podría aplicarse a las reacciones de los políticos contrarios respecto al triunfo de Petro, cómo que, no son exclusivas de la ideología de derecha en Colombia; pero habría que reconocer cómo, en nuestro país, van más allá de la “nostalgia” pues parecen más bien brotes de odio visceral.

Además, dice el profesor de la misma universidad en el Perú: “La izquierda ha interpretado mejor la necesidad de cambio y ofrece un proyecto, mientras que la derecha parece haberse quedado sin proyecto; de hecho, en Colombia fracasó aún más. María Fernanda Cabal, la política más a la derecha en Colombia, ni siquiera ganó las primarias del uribismo. La derecha radical ha ido perdiendo relevancia. Aún tiene adeptos muy fieles y activos en las redes, pero creo que les es difícil atraer a más personas fuera de esos circuitos. Con estas últimas derrotas lo racional sería que la derecha latinoamericana entienda que con este rollo conservador, autoritario, orgullosamente antiprogresista, no está teniendo éxito”.

“Con la victoria de Gustavo Petro en Colombia el pasado 19 de junio se confirmó una tendencia hacia candidatos de izquierda en América Latina, precedida por los triunfos de Xiomara Castro en Honduras, Pedro Castillo en Perú y Gabriel Boric en Chile. “(…) la llamada ola izquierdista llega después de que varios partidos de derecha gobernaran a lo largo de la región”. A quienes han gobernado por tantos años y por lo mismo han mantenido a sus incondicionales – fieles de siempre y nuevos también-  a militantes activos y “resucitados”, a congresistas y burócratas disfrutando de cargos y contratos voluminosos, amarrando prebendas y gozando de las mieles del poder, se les podría entender que quieran seguir ahí, si no reaccionaran con tanta furia y mala fe.

Cuando el electo mandatario, favorecido democráticamente por los colombianos para ser el nuevo gobernante, proclama los nombres de los que serán sus inmediatos colaboradores, los opositores  (incluyendo algunos periodistas que hace rato dejaron de informar  y que tampoco opinan serenamente sino que afirman lo que más bien es una clara tergiversación de la verdad, al igual que unos cuantos representantes de la clase política más radical)  evidencian entonces que no han sido capaces de aceptar la derrota, pasando de la nostalgia (muy humana, normal, creo) a la ira incontenible que les despierta el odio, podría deducirse que  expresan sus rechazos a todas luces acomodados, al confrontarlos con evidencias contrarias a lo que aseguran, cayendo a veces, inclusive, en calumnias;   parecen motivados por el afán de impedir, a toda costa, que del nuevo mandatario de los colombianos se esperen mejores ejecutorias que las de sus  líderes políticos y de sus propios intereses electorales, desnaturalizando sus designaciones, ideas, proyectos, sugerencias, acciones… Petro no ha arrancado el gobierno que el pueblo le concedió y ya la oposición empezó a ejercer; pero no han considerado en qué consiste la oposición, la que en todo caso es provechosa pero, justamente, no es impedir gobernar con legitimidad, en el marco de la Constitución y las leyes.  

“Un gobierno para la paz no puede generar venganzas ni promover odios, pero tampoco proteger impunidades. No puede perseguir, pero tampoco encubrir. Así debe ser la magnanimidad del gobernante”. Ésta, es alguna de las respuestas de quien será a partir del 7 de agosto el Ministro de Defensa, el antioqueño Iván Velásquez, a pronunciamientos que afectan su buen nombre; lanzados por parte de militantes de sectores políticos que antes consideraban -cuando hacían parte del gobierno de turno- que corresponde al resorte del mandatario, nombrar libremente.

Preguntó CNN Mundo al politólogo Alberto Vergara: ¿Ya no convence el discurso de “no voten por ellos porque van a convertir al país en otra Venezuela? Y su respuesta enfática fue: “La derecha en América Latina trató por años disuadir a la gente de votar por la izquierda acusándola de comunista, pero esta táctica dejó de funcionar, al menos para ganar presidenciales. Diría que aún funciona parcialmente, pero no como antes. En Colombia, Rodolfo Hernández sacó 47 % de los votos: no es que ha sido completamente arrasado. Todavía hay un grupo importante de la población a la que le asusta genuinamente que llegue un gobierno que lleve al país a algo semejante a lo que hizo Chávez con Venezuela”.

Vergara dice que la derecha latinoamericana tiene que dejar de creer que en la región se puede hacer política desde la nostalgia, aunque reconoce que,  efectivamente, su discurso ahora no tiene  éxito en Honduras, ni en Chile ni en Perú: “La gente aún le teme a esa opción, pero no vota únicamente desde el miedo, también por la necesidad de cambio. Los electores saben que hay matices y que las opciones no son solamente el statu quo o Venezuela. Saben que cualquier intento alternativo no va a ser necesariamente el desastre venezolano”.

 Vale la pena rematar esta columna comentando el gratísimo sentimiento de complacencia que me proodujo la respuesta dada por el actual Director Nacional del SENA, Carlos Mario Estrada, cuando la periodista Luisa Fernanda Restrepo, del espacio político-administrativo Antioquia Amanece “El Legado”, le pidió enunciar su opinión sobre lo que despierta en los colombianos la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia.  Sin dudarlo, con su característica decencia, y coherencia probada, dijo: “¡Esperanza! Yo diría que es la palabra en muchos sectores, los jóvenes de nuestro país tienen depositada en el doctor Gustavo Petro: Esperanza”. Qué bien cuando se tienen criterio propio, sin que signifique renunciar a los principios de una colectividad con los que seguramente él se identifica puesto que la representa.

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