sábado, abril 20, 2024
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¿Periodismo al servicio de qué o de quiénes?

Por Claudia Posada

La conmemoración del Día Clásico del Periodista se ha ido desdibujando en la misma medida en la que se está perdiendo la razón de ser del oficio. Antes, tal celebración era algo así como un plan para tener al menos una semana académica que incluía exposiciones a cargo de periodistas con reconocida trayectoria, al igual que presentaciones magistrales de los mejores maestros quienes disertaban en nombre de importantes facultades de periodismo, con reflexiones tozudas en torno al sentido riguroso de un trabajo que se debe al colectivo, llámese pueblo o ciudadanos.

Teníamos medios masivos (también alternativos) de comunicación, centrados en la misión de informar bajo principios concretos para el ejercicio del oficio -como principios tienen todas las demás profesiones- y si bien la tecnología evoluciona y los canales para comunicar noticias evolucionan a la par, lamentablemente atrás están quedando valores que deberían mantenerse, independiente de la forma; es decir, intactos en los contenidos. 

No sabría decir qué esta fallando. En todo caso, las más recientes celebraciones de la fecha en honor a los periodistas, están resultando oportunidades para que algunos oferentes -no institucionales, ni empresariales- se hagan notar con fiestas ostentosas, así que los trabajadores encargados por los medios de comunicación para informar con rigor profesional, en tales ocasiones pareciera que pasan a ser instrumentos de apetitos personales, para nada son aquellas fuentes de noticias que se cubren en todo momento, y en función de  cumplirles a las audiencias que son el objetivo de la información, a los que hay que mirar con el máximo respeto.

En Colombia -como en el resto del mundo- se viven conflictos de distinta índole; pero particularmente en nuestro país, ahora que estamos en los primeros meses de un gobierno de izquierda que crea, obviamente, muchas expectativas, la responsabilidad de los medios de comunicación y de cada uno de los periodistas, es mayor; así como mayúsculo es el deber social para con los colombianos que desde las redes sociales reciben montones de opiniones diversas, algunas cargadas de emociones y sentimientos individuales que brotan sin el control que, en cambio, sí obliga al periodismo; y es que justamente, gracias a los avances tecnológicos en materia de transmisión masiva de mensajes, los criterios individuales tienen plena cabida; por lo tanto  no se trata de atajarlos,  se deben interpretar juiciosamente porque son medición de la opinión pública, en buena parte materia prima  del periodismo. Manipular esos mensajes caprichosamente, no cabe en el trabajo periodístico.

Bajo esta nueva realidad, el periodista ya no solamente tiene la misión de informar cabalmente, ahora también corresponde, más que nunca, educar, rastrear, conducir la opinión pública; eso sí, sin dejar de lado el altísimo compromiso de corregir con la verdad las dañinas interpretaciones (por ignorancia o por mala fe) así como los desvíos inconvenientes que puedan alterar el bienestar colectivo en territorios, ciudades y campos. Si los periodistas somos los voceros responsables de informar con criterios éticos, el equilibrio a la hora de opinar sí que debe asistirnos sin dobleces. Lamentablemente (y es dizque en nombre del “amor patrio”) tenemos medios, directores, políticos y periodistas, jugando con la opinión pública.

Como periodistas no debemos ignorar decisiones, errores, imprecisiones, que al indagar responsablemente encontremos perjudiciales para el buen rumbo del país; pueden venir del Congreso, gobierno, instituciones oficiales o sector privado; desde cualquier sector que impacte a individuos o comunidades. Lo que comunican las fuentes de información, necesita ponderarse, no “acomodarse” caprichosamente. Se trata de alertar al igual que de aclarar de ser necesario, en cualquier caso, siempre e inobjetablemente para tranquilidad ciudadana, siempre y cuando haya la certeza de una buena y veraz esencia informativa. Esa certidumbre la da el ejercicio de la exploración seria. Indagar, hoy en el periodismo, es virtud de periodistas que mantienen su lealtad con los principios del oficio; acomodar hechos, declaraciones, rumores y noticias, a intereses económicos o políticos, es de los peores males que enfrenta cualquier sociedad, en crisis o en progreso.

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