Por: Joaquín Ordóñez
Es apenas obvio que al consolidarse las coaliciones, que quedarán definidas en marzo, se replantean las encuestas.
Así lo muestran las últimas mediciones, en las que desaparecen el ruido Petrista y de Hernández.
Vemos resultados sorprendentes para el público, acostumbrado a la bulla mediática, pero previsibles para los politólogos; los siguientes son en su orden la ubicación de los grupos por su puntaje y los candidatos ganadores en cada uno:
1o. Equipo Colombia, Fico.
2o. Coalición Esperanza, Fajardo.
3o. Colombia Humana, Petro.
4o. Otras candidaturas independientes.
Si fueran hoy la elecciones cambian de tajo los indicadores conocidos hasta ahora y el presidente sería Federico Gutiérrez. La segunda conclusión, es que se descarta por completo la presidencia de Petro, quien cae al tercer lugar y no pasa a segunda vuelta. Y la tercera, es que se diluye y difumina el folclórico exalcalde de Bucarmanga a quien comparan con aquel excéntrico y pictórico personaje Bucaram de Ecuador.
Entonces, pasarían a segunda vuelta los antioqueños Fico y Fajardo, pero las fuerzas petristas le cobrarán a éste su falta de apoyo en la pasada elección. Conocemos las capacidades de “negociación” de Petro.
Indudablemente la derecha y centroderecha se unirán en su totalidad, para segunda vuelta, alrededor de Fico a quien se le unirá el voto expectante y furioso por el vandalismo y el terrorismo.
Por el lado contrario, se unirá a Fajardo la extrema izquierda comunista, que siempre ha sido minoría, con los grandes capos e intereses del narcotráfico, el Santismo y la narcomafia de Colombia-Venezuela, que moverá millones y millones de pesos para comprar votos, con el comunismo internacional de Soros y la mafia Clinton-Obama-Camala.
La centroderecha no la tendrá nada fácil, por eso Uribe se ha lanzado a las calles. Podría ser que esto incline la balanza a favor de Zuluaga, si la centroderecha se une antes de primera vuelta. Dividirse es riesgoso e insensato.
Colombia está a un paso de caer de nuevo en el santismo perverso y mentiroso. Afortunadamente queda descartado Petro, víctima de su propio invento, como instigador de las criminales y despiadadas jornadas de protestas, bloqueos y terrorismo sangrientos, aún frescos y dolorosos en la memoria del humillado pueblo Colombiano. Ya amenazó otra vez con incendiar el país si no gana.
Pero Colombia no tiene vocación comunista y, esta vez, será el principio del final de las pretensiones de los falsos profetas de la izquierda para tomarse el poder.
