viernes, marzo 29, 2024
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Oposición para satisfacer egos golpeados

Por Claudia Posada

Cuando el presidente electo en ese momento, Gustavo Petro, a principios de julio de este 2022, anunció que Carolina Corcho sería su  Ministra de Salud a partir del 7 de agosto, sectores pertenecientes al Sistema de Salud Colombiano, como las EPS, conmocionaron; y es que al ser estos, los aseguradores del cumplimiento de algunos de los aspectos contemplados o establecidos en el Sistema; cual es garantizar, por ejemplo, la prestación del Plan de Beneficios en Salud (PBS) a los usuarios, crisparon con el anuncio del nombre de la Ministra. Al corresponderles la administración, manejo y distribución, o disposición, del dinero que aportan sus clientes; (Para el caso no somos usuarios, ni afiliados,  somos para ellos clientes)  de ahí los cuestionamientos que parece les son bien merecidos como negocio; entonces, crisparon ante el nombramiento de la doctora Corcho, dada su trayectoria en el campo del conocimiento que la hace autoridad en materia de lo que se quiere para mejorar el Sistema de Salud colombiano, en beneficio de los usuarios y trabajadores  de la Salud.

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Recordemos que las EPS (Empresas Promotoras de Salud) son las que hacen el proceso de afiliación y recaudo de cotizaciones para garantizar la prestación de los servicios que requerimos los pacientes, según lo descrito en el Sistema de Salud Colombiano. Por su parte, les corresponde a las IPS (Instituciones Prestadoras de Salud) ofrecer a las EPS sus portafolios de servicios, y brindarnos a nosotros los pacientes, la atención de salud que requerimos. Parece que, a diferencia de las EPS, en las IPS sí se sintieron muy complacidos con la designación de la médica Carolina Corcho. Las IPS, en donde nos atienden a los usuarios inscritos en las distintas EPS, es en donde sufren parejo con sus pacientes, porque si no les pagan oportunamente los servicios que nos prestan, pasan ellas y pasamos nosotros, muchos aprietos.

Para la doctora Corcho, médica de la Universidad de Antioquia, con especialización en psiquiatría de la Nacional, y con maestría en estudios políticos, la salud es un derecho que debe garantizarse como tal; lo que no pocas veces le ha costado enfrentar polémicas con distintos actores del sector, particularmente con aquellos para los que el manejo de este componente de la vida es simplemente un negocio; por lo demás, parece que muy rentable mirado de esa manera. Son las EPS las que aprueban o no, órdenes, medicamentos, remisiones, especialistas, intervenciones, etc.; mientras a las clínicas, centros hospitalarios, instituciones, fundaciones, laboratorios, etc., en su condición de IPS, les corresponde atender a los pacientes que les son remitidos. Las IPS, en su mayoría, prestan excelentes servicios y ofrecen atención amable a los pacientes que les llegan desde distintas EPS.

Gracias a los aportes que concentran  las EPS, es por lo que se espera que se vean reflejados precisamente en una mejor distribución de sus recursos, destinados a  las distintas variables que componen la promoción de la salud, así como en la prevención y atención de las enfermedades. La actual Ministra de Salud, siempre, desde años atrás cuando empezó a hacerse visible como vocera gremial, ha sostenido que el sistema de salud nuestro necesita ajustes de fondo. Tales mejoras favorecerían tanto a los usuarios como a los trabajadores de la Salud en todos sus niveles. La reforma al Sistema de Salud Colombiano,  esperada por la mayoría de las IPS (Algunas con preocupantes déficits de tipo financiero) así como el perfeccionamiento  anhelado por los pacientes, creemos  que están en la misión de la Ministra Corcho; es decir, la transformación debe partir de lo establecido en la Constitución Nacional, y desde luego toca con lo atinente a las Empresas Prestadoras de Salud (EPS).

En el direccionamiento de los servicios de salud tiene mucho que ver la voluntad política de turno -sea cual sea- desde el gobierno central hasta lo regional y local; a esto hay que sumarle el componente financiero con los recursos de distinto origen. Tristemente es aquí en donde entra a jugar, como en todo lo que tenga de por medio dineros públicos, contratos, y vínculos de particulares con funcionarios del Estado, legisladores y mediadores, el monstro maléfico que se mete en medio, soterradamente: La corrupción. Por demás, a las buenas intenciones y  la voluntad política,  particularmente al actual gobernante de los colombianos y a sus inmediatos colaboradores, se le están atravesando los opositores de oficio.

Como inmediatos colabores para la que será su gestión en el Ministerio, la doctora Carolina llamó a trabajar con ella al médico Jaime Urrego, designado viceministro de Salud Pública, y al  odontólogo Luis Alberto Martínez en el  viceministerio  de Protección Social. La formación de los dos viceministros, su trayectoria, y la dedicación al análisis de asuntos atinentes al campo de la Salud, bien en lo que respecta a los trabajadores, o bien en cuanto a servicios en todas sus variables de impacto para pacientes y prestadores, aguantan los embates que desde la oposición no faltan, así se trate de aciertos pocos veces antes vistos. El doctor Urrego y el odontólogo Martínez, conocen como pocos la problemática que rodea al sector salud en Colombia,  sus crisis y soluciones factibles.

Este gobierno, en tan corto tiempo del mandato, ha demostrado voluntad de cambio para el desahogo de situaciones enrarecidas. Se caracteriza por la planeación en sintonía con las mejores intenciones; permite a sus ejecutores en cada una de las áreas específicas, en los componentes sociales; seguridad y derechos humanos;  económicos y desarrollo de la ruralidad; ambiental, y en lo cultural; procurando proyectar con visión de transparencia, respeto, equidad e igualdad, consolidando intereses en justicia.

Entre tanto, muchos colombianos permanecen adictos a sus altas dosis de esperanza; mientras unos cuantos, no muchos, pero sí de estridente alharaca, siguen con sus explosivas declaraciones malsanas, confundidas en el veneno de una oposición odiosa,  muy mal entendida. La oposición se hace para atajar oportunamente decisiones inconvenientes para el país en su grandeza,  que vayan en contra del bienestar común, que agudicen las crisis humanas en nuestra sociedad. La oposición no se ejerce como estrategia para satisfacer egos golpeados. Tampoco, y mucho menos, para vengar privilegios perdidos.

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