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lunes, octubre 14, 2024
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    (OPINIÓN)Petro quiere sovietizar la Federación Nacional de Cafeteros. Por: Eduardo Mackenzie

    De nuevo, Gustavo Petro, durante un mitin con campesinos de San Antonio de Palmito, Sucre, se dedicó a su actividad favorita: instigar odios artificiales para dividir a los colombianos.

    Como él se sabe acorralado y ante la crisis final de su bochornosa presidencia, Petro trata de vender la imagen de un reformador liberal. En realidad, fuera de insultos y exageraciones, él no propone nada, salvo el decrecimiento y el retroceso socialista.

    Esta vez Petro se enredó en sus propias frases y mostró el sentimiento de venganza que anima cada una de sus actuaciones como jefe de Estado.

    El mandatario aseguró en Sucre que “la oligarquía colombiana” se “robó el negocio del café” que hacía parte de la economía campesina. Y que la Federación Nacional de Cafeteros le “arrebató el negocio del café a los campesinos”. Creyendo insultar a la Federación de Cafeteros, Petro insultó a las 555.692 familias campesinas que cultivan el café en 631 municipios de Colombia.

    En medio de su ruda retórica dejó escapar una frase que contradice lo que él mismo acababa de afirmar: “Los cafeteros a duras penas pudieron crear la economía campesina que fue una economía de la que todos vivimos durante casi por un siglo”.

    ¿Cómo los colombianos pudieron vivir del café durante casi un siglo si esa economía se la había “robado” un grupo de la “oligarquía”? Petro admite entonces, aunque no quiera decirlo, que las divisas del café beneficiaron al país gracias al sistema creado y perfeccionado por la Federación Cafeteros, entidad que, en lugar de “arrebatar” esos dineros, sostuvo los precios del grano, incursionó con éxito en el mercado internacional e irrigó las ganancias las familias cafeteras y, por ende, al resto del país a través de los impuestos.

    La FNC fue creada en 1927 como una asociación comercial destinada a estabilizar los ingresos, controlar la calidad del grano y abrir el crédito bancario a los productores. Como 97 años después ese modelo continúa y ha probado su eficiencia, el presidente extremista quiere sovietizarlo. Para él es insoportable que el café sea un negocio no solo próspero sino privado. Quiere ponerlo bajo la batuta “del Estado”, es decir de un grupo político afín al mandatario. Es lo que trata de hacer con otros sectores, como el energético (Ecopetrol), con los fondos de pensiones, con la infraestructura de la salud, etc.

    La FNC es una de las mayores organizaciones agrícolas privadas del mundo. Es el instrumento clave de las familias campesinas que, gracias a su trabajo y disciplina, convirtieron a Colombia en el tercer exportador mundial de café. La agricultura cafetera genera más de medio millón de empleos directos (38% de los empleos agrícolas del país). ¿Por qué Petro quiere arruinar y desorganizar todo eso?

    El primer paso es desacreditar a la FNC. En pleno éxtasis difamatorio, en San Antonio de Palmito, Petro gesticuló: los “oligarcas” que tenían la Federación de Cafeteros “se volvieron petroleros y carboneros” y controlaron esos “negocios” así como el de “la cocaína” y “acabaron con la economía cafetera”. Para el ocupante de la Casa de Nariño la “oligarquía” cafetera es “petrolera” y “carbonera” y hace parte de los carteles de la cocaína.

    No entiendo por qué El País de Cali que hizo la crónica de ese mitin no se deslindó ahí mismo de semejante atropello contra la Federación de Cafeteros y las familias cafeteras.

    “Mancillar el nombre de la Federación nos entristece y nos indigna”, declaró tímidamente Germán Bahamón, gerente de la Federación. Bruce MacMaster, presidente de la ANDI, dijo que “miles de personas dedicadas al negocio del café han creado sinergias que [sin la FNC] hubiera sido imposible concretar”. “La manera injusta y descomedida como viene tratando el presidente Petro [a la FCN] muestra un desconocimiento total de lo que ha sido la historia del café que construyó la nacionalidad colombiana”, reiteró el exministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo. Sin embargo, la FNC tarda en demandar penalmente a Gustavo Petro por el grotesco coctel de calumnia y difamación que lanzó en San Antonio de Palmito.

    El café ayudó directamente a la industrialización del país. No es una casualidad que Medellín haya sido la principal capital industrial del país durante muchos años. ¿Esa es la razón del brutalismo de Petro contra la FNC? No, hay motivaciones ideológicas fuertes.

    Petro copia los métodos de Hugo Chávez: ir a donde hay una riqueza social para echarle mano, sobre todo si ella es propiedad de un gremio, de miles de familias, como es el caso del FNC, para transferir esa riqueza al Estado tiránico y su agenda oculta. La justificación demagógica para hacer esa apropiación ilegal es beneficiar “a las bases sociales”. En un mitin en Pitalito, Huila, el 16 de agosto de 2023, Petro amenazó: “Si la Federación de Cafeteros no se reestructura de acuerdo a [sic] la base cafetera se acaba el contrato del Fondo Nacional del Café”.

    “Quitarle la administración del Fondo Nacional del Café a la Federación sería catastrófico y generaría incertidumbre entre los inversionistas”, le ha advertido El Colombiano a Petro. Sin embargo, éste insiste en romper el contrato vigente entre la nación y el Fondo Nacional del Café para que su gobierno maneje no solo el aporte público al Fondo Nacional del Café sino todo el proceso del grano. Para colocar a uno de sus alfiles, Petro acusó a Germán Bahamón de tener un sueldo elevado (Petro desinformó al país al inflar, en su ataque verbal contra la FNC, 300% el verdadero sueldo de Bahamón). El gerente no renunció y defendió su legitimidad: “Yo me debo a los cafeteros que me eligieron democráticamente [por los 15 comités cafeteros], no soy un político, soy un gerente, y estoy aquí para ponerle el pecho a las dificultades que tiene la caficultura”.

    Pedro calumnia a la FNC a sabiendas de que el cultivo del café atraviesa por un periodo difícil que requiere estabilidad y alto respaldo. Como hay un bajón en la productividad y en los precios del grano, tanto por la violencia que practican las bandas criminales (1), como por el fenómeno climático de El Niño y la expansión de la broca, Germán Bahamón exige que el gobierno reduzca la importación de café de mala calidad, aplique enérgicamente “los mecanismos finales para activar el Fondo de Estabilización de Precios del Café”, entregue créditos suficientes “sin discriminación regional” para la renovación de las plantaciones cafeteras, y restablezca el orden público en el país. “De no hacer algo contundente se podría configurar una crisis”, concluyó el gerente de la FNC. Eso fue lo que Bahamón pidió el 13 de marzo. El presidente Petro le respondió el 21 de marzo con su violenta arenga de San Antonio de Palmito. Tal es el triste panorama de la caficultura colombiana.

    (1).- Hay un descenso desde 2022 en la producción de café en Colombia. En 2020/21, Colombia produjo 13,4 millones de sacos de café de 60 kilogramos, mientras que en la temporada ulterior 2022/23 solo llegó a 11 millones de bolsas. En lo que va corrido del año cafetero 2023/2024, la producción de café en Colombia alcanzó, en febrero, los 5,5 millones de sacos. La negociación “de paz” del gobierno Petro con los carteles de la cocaína y las bandas narco-comunistas, no reprimidos por las fuerzas del Estado, es una de las causas de la crisis del café.

    Columna de opinión disclaimer- ifmnoticias

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