viernes, noviembre 28, 2025
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(OPINIÓN) Una mujer para Colombia. Por: Diego Arango O

En estos momentos en que vive el país con una profunda crisis de liderazgo y responsabilidad política, surge un sentimiento creciente del colombiano para elegir a una mujer Presidente. En el escenario político hay varias precandidatas que han tenido trayectoria importante en la política. A mi manera de ver, algunas de ellas son personas válidas por su conocimiento como propuestas de gobierno, lo cual, ante esa inmensa lluvia de precandidatos hombres que suman un centenar, las mujeres se destacan. 

Pero en esta ocasión quiero referirme a una en particular. Se trata de una mujer conservadora con buen bagaje de formación profesional, político y de compromiso con el país, quien es actualmente representante a la Cámara por el partido Conservador. Su nombre es Juana Carolina Londoño Jaramillo, natural de Supía, un pequeño pueblo próximo a los 500 años de su fundación, con 30 mil habitantes, donde esta mujer pasó su niñez y cuenta una anécdota de relevancia por lo inusual que me llamó la atención al escucharla cuando recientemente la conocí, y se trata de que, siendo una niña de ocho años de edad, ella postuló ser Presidente de su país, pidiéndole a Dios que le concediera algún día ese deseo.

Para ello, desde temprana edad, Juana comenzó a prepararse tanto en sus estudios como en el trabajo, tuvo iniciativas que le generaran ingresos, terminó sus estudios básicos e ingresó a la universidad, graduándose como abogada; luego adelantó una maestría y, fiel a su propósito, incursionó en la política, lanzándose al Concejo de Manizales con bajas posibilidades y sin presupuesto, resultando electa entre los cinco más votados.

Más adelante, ya casada y madre de dos hijos, toma la iniciativa de presentarse a la Cámara de Representantes por su departamento y también lo logra. Luego, hace una incursión en la empresa privada como presidenta de Fidulcodex, una importante fiduciaria, donde manejó miles de millones de pesos y proyectos de desarrollo para el país. Pero su compromiso con el postulado de niñez y con Colombia la llamó nuevamente a regresar a la Cámara de Representantes y lo logró, mandato que actualmente desempeña.

En este orden de ideas Juana, fiel a su propósito de ser Presidente, tuvo el coraje de inscribirse en su partido Conservador como precandidata y en eso está, recorriendo el país, hablando con la gente, con los jóvenes, con los empresarios, con los mayores, con las madres cabeza de familia, campesinos, comerciantes, informales y en fin, dando a conocer sus propuestas que se basan en autoridad, orden, institucionalidad, democracia, seguridad, infraestructura, desarrollo económico y social, impulso al empleo formal, fomento al turismo, confianza inversionista, promoción de la juventud, relaciones internacionales y en especial acabar con la polarización que está afectado el buen sentido del país y la política, ya que la gente está cansada de tanto odio y divisiones que no permiten el progreso de la nación.

Otra cosa que me llamó la atención de Juana Carolina al escucharla es que se siente orgullosa de ser política y valora la esencia de esa misión, dado que sabe que la política es para servir y no para destruir. Aparte de lo anterior, goza de una buena presencia física; se puede decir que Juana es una señora muy bonita, con una vida seria y organizada, que representaría muy bien al país y a la mujer colombiana.

Es hora de que los colombianos pensemos seriamente en personas responsables y dignas de ocupar una misión tan importante como es servir al país, sin odios, ni venganzas, ni divisiones que nada bueno traen al progreso y desarrollo. Juana, como las otras mujeres candidatas, sería una formidable elección, desde luego, sin desvalorizar algunos candidatos que también gozan de buenos propósitos y propuestas.

He querido validar a Juana Carolina en su aspiración por ser persona preparada y bien intencionada; hay que esperar a que su partido elija candidato entre los inscritos, bien sea en esta oportunidad o en otra futura. Creo que Juana llegará conforme a su propósito de los ocho años de vida, algo inusual en una niña que buscó la presidencia. 

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