Con los apoltronados allí desde hace años, sin resultados importantes para destacar, ya no hay nada qué hacer.
Por Claudia Posada
A esta hora, muy posiblemente ya sabemos quienes nos va a representar en el Congreso; también, quienes continúan en campaña para primera vuelta a Presidencia de Colombia, pues ya están señalados los preferidos por los electores, entre los participantes de las tres coaliciones en busca del candidato único por facción; estos, ganadores en las consultas partidistas, con los independientes, arrancan ya para una etapa muy decisiva que termina el próximo 29 de mayo al disputarse la elección de la que saldrán los dos únicos para la segunda vuelta (de ser necesaria) es decir, para el 19 de junio, fecha en la que tenderemos presidente electo para reemplazar a Iván Duque.
En este domingo de elecciones, los seleccionados son 108 Senadores y 171 Representantes a la Cámara. O sea que, entre miles de aspirantes en todo el país, finalmente para el Congreso consiguen curul 279 personajes que tienen en sus manos grandes decisiones por la confianza que depositamos en ellos, lo que significa que dejamos a su criterio todo lo delegado con nuestro voto. Algunos –ojalá fueran más- responden a esa misión con honradez; en cambio, según información que resulta de distintas investigaciones, existen listados, caras, e historiales que semejan prontuarios, de aquellos que traicionan el voto ciudadano asumiendo posiciones totalmente contrarias al bienestar común.
Además de lo anterior, esta vez entró en vigor el Artículo transitorio que creó las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz, para sumarle a la Cámara 16 representantes adicionales para los períodos constitucionales 2022-2026 y 2026-2030, elegidos en igual número de los territorios (uno por cada uno) que fueron previstos como tales, y en nombre de las víctimas. Los ciudadanos pudieron ejercer su derecho al voto en las circunscripciones transitorias especiales de Paz, sin perjuicio de su derecho a participar en la elección de candidatos a la Cámara de Representantes en las elecciones ordinarias.
Ya cumplimos entonces con nuestra parte: votar. Y lo hicimos muy esperanzados en que tanto los congresistas como los candidatos para la Presidencia, hayan entendido que estamos hartos de impunidad, corrupción, “atracos” al erario, y promesas incumplidas. De los senadores y representantes con años en el Congreso también estamos bastante aburridos pues en general -con escasas excepciones- parece que están allí para satisfacer solamente su desmedido afán de enriquecerse más y más en cada período.
Con respecto a los nuevos, los que alcanzan curul por primera vez a pesar de las maquinarias (palabra que les molesta tanto a muchos) bien aceitadas desde siempre y por siempre, no hay nada distinto para decir que, ojalá las ganas de cumplir un papel decente y entusiasta que a la mayoría acompaña hoy, les dure durante todas las temporadas en Bogotá. Y si quedan muy amañados sirviendo a la Patria y a los colombianos, ojalá no se tuerzan; o mejor, qué bueno sería hacerles seguimiento a su trabajo, y descubrir que no se han dejado torcer. Con los apoltronados allí desde hace años, sin resultados importantes para destacar, ya no hay nada qué hacer.
