Por Yesenia Bedoya Gallego
(El título de hoy es un pequeño homenaje indirecto a Darío Gómez, a pesar de que no gusto de su música, reconozco su talento y legado)
Hay momentos en los que no sabe qué decir, qué pensar, qué opinar; es raro estar en ese tipo de circunstancias, pero debo confesar que hoy es el día.
Mucho se viene hablando de la propuesta, una de tantas quijotescas, que salen del nuevo gobierno: la consecución de una paz total, la negociación de un acuerdo en el que absolutamente todos los grupos ilegales acaben con su accionar.
Confunden al pueblo, pretenden enredar al ciudadano en la telaraña de conceptos, frases, sofismas y populismos, para venderles la idead de un mundo ideal sin maldad y sin delitos, y deberíamos observar y recordar los inicios «laborales» del nuevo presidente.
Se ha presentado un nuevo proyecto de reforma a la JEP como parte integral de las medidas que se esperan adoptar para que Colombia tenga una paz total.
Acompañando esta reforma están los nombramientos, por ejemplo, de Juan Fernando Petro quien se hizo famoso por su excelentísimo trabajo en las cárceles, como nuevo alto comisionado de paz. Álvaro Leyva que hace honor al dicho de que «no se pierde la movida de un catre» pues este no se pierde una negociación con grupos armados. Iván Cepeda liderando la comisión de paz del Senado.
El sabor lo empiezan a dar las declaraciones de los mencionados personajes:
Iván Cepeda, el nefasto senador: «no se trata de perdonar, se habla de desmantelar».
Los costeños le responderían: ¿ajá, y tú qué?
Álvaro Leyva: «no habrá sometimiento sino acogimiento».
Casi nos enternece el canciller con esas frases tan acogedoras.
El toque picante llega con el desesperado llamado de Petro a que cesen los atentados y los asesinatos en las zonas de influencia del Clan del Golfo; pero la cereza del pastel la pone alias Otoniel cuando, de manera casi que coordinada, eleva la misma solicitud a quienes fueran sus hombres; me queda la duda si pidió u ordenó…
Desde el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo; lo anterior fue solo la antesala, la preparación para el golpe estratégico y certero: la reforma a la JEP.
Una reforma que adicionando al clausulado, eliminando palabras clave y parágrafos inconvenientes cual sastre haciendo y acomodando todo a la medida y necesidad de los posibles sujetos objeto de la ley, borrando y volviendo a dibujar los momentos políticos y sociales del conflicto armado en Colombia sin ninguna consideración; tal como lo hicieron en su momento para las FARC ahora se amplía la cobertura a todo, absolutamente todo el que tenga que ver con la comisión de delitos, menos el que roba por hambre, pues para ese ni los buenos días. Desde el Clan del Golfo hasta la Primera Línea tendrán un organismo y unas directrices a su medida.
Lo primero que llama la atención es la delimitación del espacio temporal que aspiran abarcar para efectos de activar la competencia y juzgar los hechos ocurridos entre el 1 de enero de 1948 y el 31 de diciembre de 2023.
1948: asesinan a Jorge Eliecer Gaitán… ¿No les parece curioso? Y hasta diciembre 31 de 2023 es apenas entendible como el plazo estimado para las negociaciones y definir quienes sí y quienes no quieren entrar al baile.
La reforma está plagada de pequeños detalles, esos pequeños detalles como que no habrá expulsión de la JEP por reincidencia; que todos los delitos se considerarán en relación directa con el conflicto armado, que para los hoy condenados perderá ejecutoría la sentencia, que si está preso la JEP deberá, no podrá… ahora es deberá, estudiar si concede la salida por libertad condicional y más cositas así.
Otro punto bastante crucial e importante es lo que trae la reforma al artículo 40: devolver la sedición a quienes conformen o hagan parte de grupos guerrilleros, de autodefensa o grupos ilegales (que ironía que sea el 40)
De esta modificación se puede presumir entonces que los miembros de las extintas autodefensas tendrían por fin el trato tan rogado dentro del conflicto armado colombiano, que muy seguramente antes que acabe el periodo presidencial que apenas está por comenzar veremos libres a los legendarios comandantes; de los que espero, por respeto a los colombianos y a sus familias y a ellos mismos, no se les antoje una curul en el Congreso de la República.
También espero que así como a los que fueron combatientes de rangos inferiores de las FARC les fueron restituidos sus derechos civiles a plenitud, lo hagan con todos los de autodefensa; siempre he dicho y lo sostengo y hoy reitero que cada campesino o ciudadano de a pie que por cualquier circunstancia empuñó un fusil y hoy quiere rehacer su vida, reinsertarse a la sociedad, recuperar a su familia y volver a su tierra; es un aporte a la paz que tanto pregonan desde las altas esferas políticas, burócrata y aristócratas.
También reitero y sostengo que los ex combatientes de autodefensas ya pagaron, repararon y cumplieron en la gran mayoría con la no repetición; y en ese punto estoy en completo desacuerdo y con gran indignación con lo planteado en la reforma: no puede ser que si reincide no se expulse, si reincide se captura y se lleva a la justicia ordinaria, eso no es negociable; lastimosamente la JEP no lee mis columnas ni le importa mi opinión.
No existe nada total en el mundo, ni siquiera la muerte, porque para unos existe la resurrección y para otros la reencarnación.
Los proyectos de ley son una clara muestra del talante, la visión y las ambiciones de quien los proponen, es bueno leerlos de manera holística; y para bien o para mal quien los propone no es quien dispone.
Veremos qué tantos compromisos adquiridos existen en el Congreso, desde todas las toldas, para que se dé la aprobación o el reproche, parcial o total, de esta reforma; veremos si cuelgan micos monumentales, más monumentales que la vicepresidenta, y por eso no podemos olvidar que, para estos efectos, que somos una república bananera.
De eso tan bueno no dan tanto, le digo a unos.
No hay mal que dure cien años, le digo otros.
Amanecerá y veremos… ¡va para todos!
