Por: Carlos Andrés Echavarría Blandón
Unas ciudades en llamas, una policía desbordada, unos comerciantes que pierden sus negocios y una población horrorizada de ver como se destruye todo a su alrededor, es una clara evidencia de que el presidente Iván Duque, no tiene la capacidad para conducir las riendas del país.
Van 4 días consecutivos de desmanes que dejan como resultado miles de millones de pesos en pérdidas y una desconfianza sobre la capacidad del mandatario que brilla por su ausencia. Senadores de su mismo partido, le claman por decretar la Conmoción Interior, otros ciudadanos piden por que sea el ejército quien acuda a las calles para detener a los vándalos los cuales de manera coordinada han destruido hasta monumentos.
Los mandatarios locales dependiendo de su ideología política, están a favor o en contra de los marchantes, incluso unos como el de Medellín, ni siquiera sale a los medios a tratar de sortear la situación, por el contrario, el mandatario de Cali pide ayuda, pero al momento de contestar sobre la destrucción de un emblema de su ciudad, no tiene el valor de criticarlo para no contrariar a su base electoral.
Ante una situación donde se compromete toda la seguridad del país, el responsable de salir y enfrentar la situación está entretenido en su “talk show” vespertino desconectándose completamente de la realidad y sus obligaciones.
La izquierda hábilmente vende al presidente Duque como una persona de Ultraderecha y Neoliberal, de igual manera que denominaban a Santos y al mismo Uribe, lo que deja en el limbo a todos los candidatos que se autodenominan dentro de esa ideología o que pertenecen al Centro Democrático, al no tener un referente exitoso al cual referirse a la hora de presentar las bondades de ese modelo de pensamiento sobre la izquierda socialista de los hoy promotores de las revueltas.
Ante la incapacidad de comprender que la derecha se basa en el Capitalismo, el Libre Mercado y la Protección a la Propiedad Privada, los hoy candidatos de “derecha” se refugian en el discurso populista de prometer más subsidios, más auxilios, más ayudas y más Estado de manera que es imposible diferenciar un discurso del otro, lo que llevará al votante promedio a elegir a la izquierda como su próximo modelo de país. Al no haber diferencia entre unos y otros, se le da la oportunidad a los políticos del lado del espectro político que nunca han gobernado y ese es el principio del fin.
Duque acabó con la reputación de Álvaro Uribe, el Centro Democrático y al modelo que hasta hoy ha gobernado el país; su incapacidad de aplicar las promesas de campaña en conjunto con su cobardía para afrontar una situación de orden público, llevó a la sepultura a todos los políticos que quieren llegar a cargos importantes por medio de la derecha.
Queda la responsabilidad de los ciudadanos para comprender lo que traería a Colombia un mandatario de izquierda, quien en lugar de solventar la situación, simplemente la ahondará como inevitablemente ocurre en los estados gobernados bajo ese modelo de pensamiento. Ojalá surja un candidato de derecha real, sin el lastre de pertenecer a un colectivo desvirtuado y que tenga las agallas de mostrar las bondades del capitalismo sobre las del socialismo, aunque eso implique un sacrificio muy grande, gracias a que se deben cubrir los desastres dejados por los gobiernos socialdemócratas (izquierda) que han manejado al país desde hace muchas décadas.
