El Centro de Medellín parece huérfano, a su propia merced.
Los comerciantes se quejan de la inseguridad, dicen que esta es campante y que esto se refleja en las visitas a sus locales y esto, a su vez, en sus ventas las cuales son bajas.
Los transeúntes y la gente que “bajan a El Centro” desde todas partes de la ciudad lo hacen con el temor y la incertidumbre de que algo malo les pueda pasar, un raponazo, en el que puedan ser heridos, incluso de muerte sobretodo en esta época de fin de año.
Pero quienes lo padecen y lo viven más de cerca son los habitantes de este sector de la ciudad, son ellos quienes con sus quejas que se añaden a los de los comerciantes y transeúntes dan una visión desesperanzadora de esta parte de la ciudad. La multiplicación de las plazas de vicio, la proliferación de los habitantes de calle, la aparición de bandas con personas muy jóvenes, el aumento de escándalos y peleas públicas, la contaminación auditiva de carros parqueados en las madrugadas de días de semana y más aún en fin de semana que no dejan descansar a las personas y familias que todavía viven en el sector mixto más importante de nuestra ciudad.
La Policía Nacional hace su trabajo, persigue y captura los delincuentes, muchos de ellos con acento extranjero, pero en menos de 24 horas están de nuevo en las calles en sus andanzas, a sus anchas, sabiendo que los cubrirá la impunidad. Las razones para que esto pase son muchas, las más comunes son los crímenes de menor, cuantía, la falta de denuncia de las víctimas de sus crímenes, ya que esto supone largas y estériles horas de papeleo y espera en La Fiscalía y la sensación que el aparato de justicia no funciona ni funcionara en estos casos considerados como leves e incluso en casos en los que se ha perdido más que un celular, una bicicleta o una billetera: una vida.
Los sitios de diversión masiva, cada vez son menos. Por ejemplo solo quedan tres cines, si, como lo leen, tres y dos de ellos son de cine rojo y el cine del Colombo Americano en la carrera El Palo cuando antes era la zona donde había más teatros. Cada vez son menos las discotecas a no ser que usted busque diversiones de mas octanaje como las discos de diversión de adultos. Los almacenes, restaurantes, centros comerciales, entidades financieras, grandes superficies casi todos no permanecen abiertos más allá de las seis treinta de la tarde.
Y ni hablar de los domingos o días festivos, en los cuales los domicilios salvan el dia, y la razón para todo esto es la sensación y la real inseguridad que siente la gente del común y la estigmatización colectiva que le hace el resto de la ciudad por el temor que infunde caminar por El Centro a cualquier hora del dia, cualquier dia.
Solo los que viven en el sector saben que ocurre, pero tienen que aguantar estoicamente todas la problemáticas, todos los abusos de quienes se creen los dueños y amos absolutos de las calles del El Centro, de todo lo que ocurre o lo que no pasa por falta de una presencia integral de de institucionalidad local encarnada por La Alcaldía y sus funcionarios
El aumento de la poblacion en situacion de calle, las bandas emergentes de jóvenes, extranjeros, la extorsión, la prostitución de calle tanto femenina como LGBTI, la toma nuevos sectores, los cuales amplían su radio de acción para el expendio y consumo de drogas, la explotación infantil, llevan a pensar que muchos sectores neurálgicos de El Centro no hay Dios ni Ley sobretodo en las madrugadas.
El Centro de Medellín parece huérfano, a su propia merced.
Asi es, desafortunadamente, asi es
