jueves, abril 18, 2024
InicioOpiniónLos amorales mandan en La Alpujarra

Los amorales mandan en La Alpujarra

Por Jaime Restrepo Vásquez

El sentido moral es, grosso modo, la predisposición para evaluar acertadamente las acciones como buenas o malas, en especial, cuando se mide el impacto de tales conductas en la vida de otras personas. Ahora bien: un servidor público requiere de un sólido sentido moral, pues sus determinaciones favorecen o afectan a la población a la que sirve.

La amoralidad, o ausencia de sentido moral en la administración de Medellín, queda en evidencia en un trino del secretario de Inclusión Social, Juan Pablo Ramírez Álvarez, en el que se victimizó por las respuestas a un tuit en el que pidió apoyo con el fin de lograr que su retoño viajara a la NASA. Ramírez calificó los comentarios como «llenos de odio y de clasismo» los que, según dijo, han sido evidentes en el gobierno de Quintero Calle. A renglón seguido sostuvo que, a los odiadores y clasistas, «no les cabe en la cabeza que la hija de un secretario estudie en Aranjuez en un colegio de niños pobres. Definitivamente somos distintos y nuestro origen les molesta».

¿Cuál es el fin de la educación pública? Brindar a los sectores sociales realmente vulnerables, la oportunidad de capacitarse y labrar un futuro. En términos tributarios, es un subsidio que sale de los impuestos que pagamos los ciudadanos, para que los más pobres puedan educarse y ascender en la escala socioeconómica. Ese es el propósito de la educación pública en nuestro país y por tal motivo, sin entrar en una irrelevante discusión jurídica, es altamente cuestionable el sentido moral de aquellos que, teniendo los recursos, usufructúan los subsidios para sí mismos o para su familia.

Es bueno recordar que parte del escándalo de Agro Ingreso Seguro, surgió por los subsidios que terminaron en manos de grandes terratenientes. En el mismo sentido, cada vez que un padre de familia decide aprovechar indebidamente el servicio público de educación, no solo le quita el cupo a alguien con limitaciones económicas, sino que, además, se convierte en un parásito de los recursos públicos.

La ausencia de sentido moral de Ramírez Álvarez queda en evidencia en ese tuit, ya que se siente orgulloso de utilizar amoralmente un cupo para su heredera, en una institución educativa oficial, cuando cuenta con el dinero para solventar la educación de su retoño, por fuera del sistema público. Pero Ramírez no se anda con medias tintas: su amoralidad lo lleva a victimizarse y a recurrir al vetusto discurso de la lucha de clases, en un fallido intento de explicar el hastío que se observa en Medellín con la actual administración, muy distante del clasismo que señala y muy cercano al malestar ocasionado por la pésima gestión de Quintero Calle y de sus esbirros. Así las cosas, lo del secretario es populismo ramplón, vendible en sectores con mucho resentimiento y poca formación, pero totalmente cuestionable en lo moral.

De hecho, el secretario fue incapaz de darse cuenta de su amoralidad y, por el contrario, acusó a los críticos de no ser capaces de entender cómo la hija de un miembro del gabinete municipal, estudia en un colegio de niños pobres. Es evidente que nunca se ha planteado que la criatura no es una niña pobre y, por lo tanto, no es consciente de que ha despojado del cupo a un menor que sí padece la falta de recursos para estudiar y mejorar su alimentación. Por ende, hace un uso amoral del erario dispuesto para atender a los menores vulnerables.

Juan Pablo Ramírez debería repetir hasta el cansancio: los subsidios son para los más pobres y no para los secretarios de despacho de Quintero Calle.  

AL CIERRE: en días pasados, Daniel Quintero dijo que en Medellín están pasando cosas buenas. Más allá de las frases impactantes e insustentables, hubo una afirmación esclarecedora: destacó «el logro» de una nueva línea de WhatsApp para la adopción de animales en La Perla. ¡Caramba! Un celular y una tarjeta SIM se convirtieron, en el gobierno virtual de la ciudad, en una gestión de excelencia y en algo que debe resaltarse, cual si fuera el resultado de un arduo trabajo. Con razón los segundones del alcalde, salen con babosadas como las fotos viejas de las basuras o se suman al coro de los distintos, de los pobrecitos que son rechazados por su condición social… ¡son rechazados por su ineptitud y, sobre todo, por la ausencia de sentido moral!

ÚLTIMAS NOTICIAS

Abrir chat
💬 Soy INTELLECTA ¿En qué puedo ayudar?
INTELLECTA
Hola 👋 Soy INTELLECTA, el robot virtual de Inteligencia Artificial de IFMNOTICIAS.COM.
¿En qué puedo ayudarte?