martes, abril 23, 2024
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“Lo cortés no quita lo valiente”

Por Claudia Posada

El largo vuelo del Cirirí, la historia de Fabiola Lalinde. La vida dolorosamente bella de esta madre y la búsqueda de su hijo, desaparecido por el Ejército”. Crónica que da cuenta de episodios en los que se recuerda a una  mamá -ya ella murió- serena, valiente, digna y bondadosa, quien etiquetó lo que padeció en busca de su hijo como la “Operación Cirirí” (así con C, o Sirirí con S, cuando se refiere al “pitirre”, pájaro que chilla para hacer huir a los halcones). Es  la crónica publicada  este 13 de mayo en El Colombiano, y en la que se narra la historia de Fabiola Lalinde, de manera sublime y conmovedora; es un relato del periodista y exalcalde de Medellín Alonso Salazar Jaramillo. Otra página dolorosa para la historia de Colombia y hay que leerla si se tiene el alma tan generosa que no se duda en la intención de perdonar. Sobra que la lean quienes van a reaccionar señalando hacia otro lado, con la rabia de un corazón envenenado.

De aquello ya pasaron años; los mismos en los que se sigue creyendo en discursos trasnochados, amañados y “cómplices”, al ocultar verdades que poco a poco se van develando. Las revelaciones que por décadas han sido desmentidas con las mañas que obedecen a guiones para “adaptar” infames falsedades, son relatos dolorosísimos que se empeñan en tergiversar. Madres con tragedias similares a la de la señora Lalinde, son escalofriantes; sus historias demuestran una capacidad infinita de lucha con decencia y nobleza.  En ese perverso interés de manipular al pueblo colombiano, entra hoy por igual el juego de montajes, interpretaciones y guiones estratégicos para la puesta en escena de campañas negras.

Y en medio de  todo ello asoma otra situación en particular, la que se vive en la Administración Municipal de Medellín en cabeza del alcalde Daniel Quintero, elegido por voluntad popular con una votación muy importante; la misma que a estas alturas no han podido asimilar los que perdieron en la búsqueda del mismo objetivo. Desde el momento de su posesión como primera autoridad de la capital antioqueña, un buen número de contrarios arrancó con el proceso de revocatoria del mandato que apenas iniciaba. Pero esto es otro cuento con “sus ires y venires”.

Con el ánimo de llamar la atención sobre lo inconveniente de estar casando peleas inútiles, me voy a centrar en algunos hechos consecuentes a la separación temporal del cargo del alcalde según disposición emitida por la Contralora General de la Nación. El derecho al chapaleo no se le puede negar, pero éste debería ser siguiendo mecanismos legítimos, legales, que le asisten al mandatario suspendido. Invitar de alguna manera al desacato, a la resistencia, es promover el desorden, la sublevación, es decir, a más de los mismo que él y sus seguidores tanto han criticado. Que el procedimiento de la señora Margarita Cabello sea pertinente y ajustado o no a las leyes y normas, lo están exponiendo estudiosos del asunto; en tanto ¿qué sentido tiene incendiar apasionamientos? 

Defender una elección que le significa estar al frente de la ciudad (capital por lo demás llena de problemas hace años, y empeorados como la Seguridad en todo el país) y argumentar ante las instancias del caso el derecho que le asiste a un debido proceso está perfectamente bien; pero de esto, a levantar la voz con arrogancia puede ser legítimo, claro, pero no es lo que los ciudadanos quisiéramos porque tal reacción es actuar igual a sus contrarios y eso nos tiene hartos. El nombramiento de alcalde encargado para la ciudad, ha sido otro asunto que ha levantado ampollas. Para el caso igualmente hay voces que dicen no haberse respetado y acogido la Constitución y la ley. El presidente Duque encargó al Alto Comisionado Juan Camilo Restrepo Gómez, dirigente antioqueño y político conservador con trayectoria y reconocimiento particularmente por su talante conciliador, pundonor y disciplina; a Restrepo Gómez no lo hacen fácilmente “salirse de la ropa” y mucho menos dirigirse con menosprecio a los demás, así sean sus críticos.

En cambio, qué insolencia “no copiarle” al alcalde encargado, desestimando su presencia en los pasillos de la sede administrativa municipal. No se trata de lambonería o hipocresía, se trata de cumplir con los deberes de funcionarios públicos, su templanza y sujeción al cumplimiento de obligaciones laborales en el marco institucional. Igualmente desdeñosa la posición de la mayoría de los concejales de Medellín que desatendieron la primera invitación a conversar con él en un desayuno de trabajo el que, obviamente, no es un evento social, es un compromiso en razón de sus respectivas investiduras. Hay un video que rueda por las redes sociales en el que a Restrepo Gómez se le ve reunido con los Secretarios de Despacho; a su lado está la Secretaria Privada del  gabinete de Quintero, dirigiéndose al alcalde encargado en términos muy poco respetuosos, con un tono desobligante que desdice mucho de la señora que dizque fue traída de Bogotá; contrario a las palabras que ella pronuncia, parece que para la funcionaria está por encima de la ciudad la figura de Daniel Quintero.

Hay mucha más coherencia en los funcionarios de alto rango que dejaron sus cargos para irse a la campaña de Petro, que en los que se quedan adentro desacatando la presencia del alcalde encargado.  En el mismo video de referencia, a la funcionaria se le ve sin ningún asomo de mesura, insolente y soberbia. Su lenguaje es despectivo y casi insultante. (Y hasta llora emocionada porque los demás asistentes a la reunión la aplauden eufóricos). Por su parte al Alto Comisionado, ahora con la responsabilidad de la ciudad sobre sus hombros, se le vio con la superioridad que da el respeto por los demás, y la compostura de la dignidad que ostenta.

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