Por Carlos Echavarría
La polémica por la reforma que posibilita cambiar el sexo de los niños desde los 5 años, edad en la que claramente no tienen un desarrollo psicológico y corporal completo.
Pero al mismo tiempo también desean imponer la pedofilia y la pederastia cuando según los impulsores de la reforma dicen que deben ser los niños quienes decidan con quién tener relaciones sexuales, aunque, también está demostrado que en esas edades si mentalidad es supremamente frágil y manipulable.
También van a toda marcha con la legalización de las drogas, obviamente lo esconden bajo la bonita frase de “recreativa para adultos” cuando todos sabemos que alrededor de las escuelas y colegios estarían los jibaros otorgando muestras gratis a los niños, quienes, también la ciencia lo ha demostrado, su posibilidad de quedar adictos de por vida con el primer consumo, son mucho más elevadas.
Pero al mismo tiempo el progresismo muestra su incongruencia, debido a que apoyan de manera incondicional de que a los menores de edad no se les puede juzgar como adultos ante una infracción suscrita en el código de procedimiento penal.
Un menos tiene la suficiente capacidad para decidir su sexo, con quién se acuesta y que consume desde los 5 años, pero es completamente incapaz de definir que asesinar, robar o golpear es malo y merece un castigo.
Ese progresismo es lo más incongruente, retrogrado y destructor de la moral y las buenas costumbres, las cuales le permitieron a la sociedad en general obtener su grado de progreso el día de hoy.
Triste posición de los idiotas útiles que votaron por un caudillo populista que en sus alocuciones decía ser el cambio y que ahora están completamente arrepentidos con una cachetada de realidad.