¿Será que hay ministro de Defensa? ¿Ya se posesionó? ¿Estará muy ocupado, desmoralizando a las Fuerzas Militares y a la Policía Nacional? ¿En qué anda, ministro Velásquez?
Mientras el país vio, con estupor, las imágenes de una volqueta descargando 18 cadáveres en el cementerio de Puerto Guzmán, en el Putumayo, al parecer, al único que no le llegó la información fue al ministro de Defensa, Iván Velásquez.
Han pasado varios días y no ha musitado palabra. Parafraseando a Neruda, hay que decirle: ¡señor ministro, no me gusta cuando callas, porque estás como ausente!
Ese silencio con la atrocidad del Putumayo es el mismo que se percibe con la muerte de líderes sociales, con las masacres y con el terrorismo que campea a lo largo y ancho del país. ¿Hay ministro de Defensa?
También ha guardado silencio sobre el intento de atraco a los conductores que recorren las carreteras de Nariño. La nación vio las imágenes de esa turba que, en medio de una vía, muy cerca de Ipiales, intentó asaltar los vehículos que transitaban por el lugar.
Esos silencios ministeriales, semejantes a los presidenciales, generan un profundo malestar en los colombianos. ¿Acaso nadie les ha dicho ni a Velásquez ni a Petro que están en esas posiciones para otorgar garantías a todos los ciudadanos y no solo a los delincuentes a los que tanto consienten?
Debe ser que Iván Velásquez está muy ocupado, destituyendo generales o persiguiendo a los oficiales que no comulgan con el comunismo. De golpe, la agenda del ministro está dedicada únicamente a cumplir el capricho de Petro, de convertir al Ejército y a Indumil en instaladores y fabricantes de puentes, no sea que les quede tiempo a los militares para pensar en la dolorosa realidad por la que atraviesa el país.
O de repente, su tiempo lo consume en contemporizar con los bandidos del ELN, o con los terroristas del Clan del Golfo, o con cualquier criminal de larga trayectoria y salvajismo, cuyo prontuario lo haga merecedor a la «paz total» de Petro.
Seguramente está muy enredado en otros menesteres político-ideológicos, como para ocuparse de la seguridad de los ciudadanos y de la defensa del país. Los colombianos en general, los que no tienen antecedentes, que se las arreglen como puedan, pues en el país «potencia mundial de la vida», no pasa nada. ¡El silencio ministerial implica que vivimos en el paraíso!
Es más. Se podría pensar que, al igual que ocurrió con aquellos congresistas que tenían un contador de masacres y de líderes sociales asesinados durante los cuatro años de gobierno de Iván Duque, se les estropeó el mecanismo de conteo, justamente el 7 de agosto de 2022. Evidentemente, los muertos ya no dan réditos políticos y por consiguiente, no despiertan el interés ni del gobierno ni de los fanáticos petristas enquistados en el Congreso.
La realidad es que no existe una estrategia de seguridad en Colombia, pues el ministro Iván Velásquez no está interesado en el tema. Sin embargo, de ese vacío han tomado nota los delincuentes, que avanzan, sin tregua, en el control territorial de buena parte del país.
Lo único decente y sensato que podría hacer Velásquez, es renunciar a su cargo. Pero eso es pedirle demasiado. Señores congresistas, ¡está demorada la moción de censura contra el ministro de Defensa!
