jueves, abril 18, 2024
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La peste de los edificios enfermos en Medellín

Por Jaime Restrepo Vásquez

Son tres catástrofes, tres historias con centenares de sueños convertidos en pesadillas, tres demostraciones de la negligencia del entonces municipio de Medellín para cumplir con sus funciones. Hablamos del Space, de Continental Towers y de Asensi. Todos fallaron en su estructura.

De uno de ellos, el Space, solo queda, como testigo silencioso, el ducto del ascensor. De Continental Towers sobreviven, todavía medio erguidas, las ruinas en las que se convirtieron los sueños de centenares de familias en Medellín. Igual situación atraviesa Asensi, un conjunto de apartaestudios en el que muchos invirtieron los ahorros y el esfuerzo de una vida, para garantizar un ingreso adicional a la pensión.

Las tres tragedias comparten el mismo espacio: Asensi queda al frente del Space y Continental Towers está justo en la esquina de lo que fueron todos estos proyectos. Frente a las ruinas, sobrevive el único conjunto habitado: Interclub, que está en pie, en buena medida, porque no fue construido por los mismos hampones de las tres catástrofes mencionadas.

Entrar al Continental Tower es un verdadero desafío, no porque se tengan que sortear obstáculos, sino por la amenaza que representa la estructura, que se puede venir abajo en cualquier momento. Con poca sensatez, recorrí el primer nivel de lo que eran los parqueaderos. Desde allí se observan dos planchas bastante inclinadas, que se sostienen por algún milagro inexplicable, pues no hay columnas que les sirvan de apoyo. Esas planchas están curveadas, como si la gravedad estuviera succionándolas poco a poco.

Al penetrar en las ruinas del Continental Towers, se siente una tristeza profunda. Pareciera que en ese lugar hubiesen asesinado a centenares de personas. Resulta difícil respirar, porque el aire está cargado de melancolía y de sufrimiento. Aunque allí nadie perdió la vida, lo cierto es que fueron masacradas las ilusiones de cientos de ciudadanos, que vieron allí la posibilidad de construir una historia e, incluso, de establecer el porvenir para llegar a viejos.

Hay asesinatos morales y tanto en Continental Towers, como en Asensi o en Space, mataron moralmente –y también económicamente– a muchos medellinenses, que no han sentido la solidaridad que debieron despertar, por ese maldito resentimiento social que a veces cunde en los colombianos: como presumen que los estafados eran ricos, pues dicen con cinismo que no perdieron nada, como si años de trabajo, de esfuerzo y de créditos impagables fueran solo parte de la vida de los que tienen menos recursos.

En esa zona se fueron al despeñadero centenares de proyectos de vida, mutilados por la ambición de unos, la mediocridad profesional de otros y la corrupción e ineptitud del municipio. Es que cuando alguien va a comprar un inmueble, lo primero que constata es la licencia de construcción, que es otorgada por una curaduría urbana, lo que le cuesta una barbaridad de plata al constructor. De esa manera, el curador, cumpliendo una función pública, verifica el cumplimiento de las normas urbanísticas y de edificación.

De hecho, los curadores urbanos hacen una revisión independiente de los diseños estructurales, por lo que también el constructor debe desembolsar una gruesa suma de dinero. Entonces, ¿si un edificio se viene abajo, o si amenaza con derrumbarse por fallas estructurales, qué responsabilidad le cabe a ese curador y a quien lo puso en ese cargo? En Medellín se han lavado las manos frente a estas tres tragedias y, hasta el momento, la mayoría ha salido bien librada de su enorme culpa.

Cuando alguien compra una propiedad, y ve la licencia, actúa de buena fe, pensando que está haciendo una inversión en algo que está en regla. Pero ni en Continental Towers, ni en Space, ni en Asensi ocurrió así. Al contrario: fueron estafados y los recursos que invirtieron, terminaron engordando los bolsillos de muchos inescrupulosos, que no tuvieron inconveniente en asesinar moralmente a sus víctimas.

Tenemos un Estado hambriento para recaudar, pero displicente a la hora de ejercer satisfactoriamente sus funciones, dejando al ciudadano a merced de las componendas y sobornos que permiten estafas como las ocurridas en lo que hoy son tres ruinas. Lo peor es que hay gente angustiada, sufriendo y con el corazón en la mano, hablo de los residentes de Interclub, quienes ven, impotentes, como sus sueños están en peligro, por cuenta de un inminente derrumbe del Continental Towers.

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