Por Jaime Restrepo Vásquez
Es evidente el propósito del petrismo pura sangre, de tratar de imponer la censura de prensa a cualquier costo.
Han intentado «democratizar» emisoras y obligar a los medios de comunicación a pasar determinados contenidos por un comité de censura. Han convocado reuniones y eventos «académicos» para exigirle al Gobierno que establezca la censura. La más reciente intentona corrió por cuenta de Piedad Córdoba, quien pidió un debate contra los medios colombianos, a los que calificó de «desinformadores» y dañinos para la democracia.
Además, algunos sitios de internet vienen difundiendo sendas «investigaciones» en las que acusan a algunos medios en particular de incurrir en el «delito de desinformación».
No se puede olvidar que uno de los caballitos de batalla de Petro, Quintero y sus esbirros ha sido, justamente, adjudicar el calificativo de «desinformadores» a los medios y periodistas que no les simpatizan o les incomodan, siguiendo la ruta establecida por Stalin, Fidel Castro y Hugo Chávez.
Esto no es una coincidencia. Desde las altas esferas del poder, se viene ejecutando una estrategia para censurar a la prensa en Colombia. Solo basta con la insolencia de creerse con el derecho de calificar lo que consideran, tergiversada y subjetivamente, como desinformación, para emprender la persecución contra un medio de comunicación.
Así, la primera parte de la estrategia surge de la adjetivación negativa que hacen quienes ostentan el poder contra un medio. Sin embargo, para «confirmar» la estrategia, publican «investigaciones» que les permitirán, en un futuro, «comprobar» que tales calificativos son ciertos. La tercera parte, la ejecución, será el cierre de los medios señalados.
Esas «investigaciones» surgen de la negación del método científico, en el cual se plantea una hipótesis para constatarla o negarla. Ellos hacen todo lo contrario: construyen una afirmación, un eslogan, y buscan, con escasa y descontextualizada información –y mucha desinformación–, ratificarla a como dé lugar, para luego lanzarla a la opinión pública.
De seguro, muchos dirán que es un asunto de la prensa y de los periodistas. Se equivocan. Se trata de la libertad que brinda la democracia de opinar, pensar, reflexionar y ejercer una línea editorial. En el liberticidio autocrático, los primeros sacrificios son los de la prensa y la expresión. A partir de ahí, a sus anchas, van masacrando todas las demás libertades, pues obstaculizan la barbarie que quieren esparcir.
Evidentemente, la prensa libre incomoda a los poderes totalitarios que se vienen apoderando de Colombia. A Daniel Quintero le estorban los medios que denuncian, señalan y cuestionan. Para eso hace pagos obscenos a medios de poca monta, que desinforman al presentarlo como un gran líder mientras que los medios que trabajan con la verdad lo muestran de cuerpo entero: el emperador está desnudo.
Él, al igual que Gustavo Petro, Piedad Córdoba, el ministro de Justicia y tantos otros, quieren imponer la agenda informativa y que la prensa deje de existir, para darle paso a órganos de propaganda estatal, como han hecho todos los fascistas del mundo.
Si un informe no está en el orden que les favorece, teniendo en cuenta que tiene consignada toda la información recaudada hasta el momento de la publicación, lo califican de «desinformación» y lanzan sus diatribas sesgadas y oportunistas contra el medio.
Si la sociedad colombiana no alza su voz en defensa de la libertad de prensa, en poco tiempo no tendrá ninguna libertad para defender y será esclava de los caprichos y devaneos de la kakistocracia que gobierna local y nacionalmente.
AL CIERRE: al concejal de Medellín que en días pasados me negó una entrevista, porque no gusta del medio, van unas reflexiones. ¿Sabe que puso sus gustos personales por encima del derecho de nuestros usuarios a estar informados y conocer los planteamientos de un funcionario público? ¿Protege a los medios cuando le gustan, pero los fustiga y descalifica cuando no le son útiles? ¿Lo anterior es democrático o deja al descubierto una conducta totalitaria que ha tratado de disimular en los últimos tiempos?
Conversemos en Twitter: @atrabilioso
