martes, abril 23, 2024
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La historia de una empanada

Por Beatriz Campillo

Desde distintas tradiciones se ha reconocido que los seres humanos tenemos cierta desadaptación al medio, somos débiles biológicamente, parecería que una especie como la nuestra estaba condenada al fracaso, ¿qué es lo que nos ha permitido sobrevivir?, la clave está en la libertad y la cooperación. El hombre no está determinado como los demás animales, su libertad le permite desarrollarse de múltiples maneras, somos iguales como personas, pero cada uno tiene habilidades y gustos distintos dando origen a una gran diversidad de proyectos vitales que nos enriquecen a todos.

Miremos por un momento todo lo que nos rodea: ropa, comida, aparatos, implementos que usamos a diario; te has preguntado ¿cómo fueron elaborados y cuántas personas intervinieron en el proceso?, si lo piensas, descubrirás que tú solo no serías capaz de hacer ninguna de esas cosas sin contar con la cooperación de otros.

Pensemos en una empanada, que como dicen “es lo que más se vende”, aunque solo veas a una persona en un puesto haciéndolas y vendiéndolas, en realidad hay una larga cadena de personas detrás de esa acción que sin saberlo han contribuido a su proceso.

Ahora, ¿qué necesitamos para hacer una empanada? Lo lógico es pensar en los ingredientes, pero si es primera vez que la elaboramos debemos buscar una receta o preguntarla. Desde aquí empezamos aprendiendo de otros, porque su experiencia no se puede descartar, llegar a tener una receta es un conocimiento acumulado de ensayos y errores, que no cierra la puerta las innovaciones, como dicen los grandes cocineros: la innovación no puede darse de espaldas a la tradición. La riqueza gastronómica es enorme gracias a la creatividad del ser humano.

Supongamos que ya tenemos una receta concreta, vamos a hacer las llamadas “vaticanas”, es decir, solo papa. Pues bien, ¿cómo conseguimos las cosas? normalmente vamos a una plaza o a un supermercado, pero eso significa que alguien cultivó esas papas, usó herramientas, abonó la tierra, otros las transportaron, descargaron y almacenaron, un proceso enorme para que nosotros las encontremos frescas. Lo mismo podemos pensar con cada uno de los ingredientes: sal, cebolla, maíz, aceite, etc. Y como olvidar utensilios como cuchillos y ollas, que también usaremos y que alguien los hizo. Sin contar el agua potable, y en las ciudades seguramente el gas o la energía, por lo que hasta trabajos de ingeniería facilitan el hacer una empanada.

Pero una empanada necesita sus acompañantes ¿no?, al menos el vendedor debe ofrecerlos al cliente, por lo que de nuevo aparece una cadena enorme en la elaboración del ají o las salsas, y cómo no ofrecer al menos una servilleta, y tal vez una bolsa de papel por si quieren llevar unas cuantas.

Todo esto es lo que llamamos División del Trabajo, un concepto clave en la economía que nos ha permitido vivir en sociedades más complejas, donde no todos hacemos lo mismo, sino que cooperamos entre todos aprovechando las fortalezas que cada uno aporta, permitiendo la especialización para que todos nos beneficiemos, ahorrando costos y tiempo.

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