Por Carlos Echavarría
Desde hace más de un año, el mundo como lo conocíamos sufrió un viraje de 180 grados, cuando un pequeño intruso salió desde la ciudad de Wuhan -China, creando caos y destruyendo la balanza política y económica a nivel global.
A la fecha no se conocen los resultados de la investigación que realiza la OMS, -Organización Mundial de la Salud-, para determinar si las causas del virus fueron naturales o si, por el contrario, fue un arma biológica para destruir la economía de todo occidente.
Debido a la cercanía del director de la OMS, el etíope, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quién en su juventud, militó en el Partido Comunista Etíope, el cual se rigió bajo la influencia del pensamiento de Mao Zedong; es muy probable que el resultado de la investigación, le sea favorable al gobierno de Beijing.
Con la llegada de las vacunas, el mundo comienza a retornar lentamente al camino de la normalidad. La Agencia de noticias oficial del gobierno de China, Xinhua, informó que las tres grandes farmacéuticas dentro de su territorio, National Pharmaceutical Group, -Sinopharm-; CanSino Biologic Inc, -CanSinoBio-; Sinovac Biotech Ltda, -Sinovac-; tienen la capacidad instalada para producir 2 mil millones de vacunas combinadas anualmente.
China comenzó el proceso de vacunación en el mes de julio del año pasado, lo qué, si se combina con la capacidad de producción dentro de su territorio, hace muy extraño que a la fecha solo lleven 65 millones de dosis suministradas en un país de más de 1.400 millones de habitantes.
Según datos de Our World in Data, al 14 de marzo, China había suministrado 4.51 dosis por cada 100 habitantes; un número por debajo del promedio mundial de 5.70 dosis por cada 100 habitantes y extremada lejos de países como Israel, Reino Unido, Chile y Estados Unidos y que presentan estadísticas de 112.5, 44.7, 44.3 y 37.2 respectivamente.
Incluso, China estaría dentro del promedio de vacunación de suramérica, en donde la vacunación va así: Chile, 44.3; Uruguay, 9.0; Argentina, 6.9; Brasil, 6.4; Colombia 2.3; Perú, 1.9; Bolivia, 1.4; Ecuador, 0.8; Paraguay, 0.2 y Venezuela 0.0043.
El gobierno de Xi Jingping, implementó un plan de “diplomacia de vacunas”, en donde comprometió unos 500 millones de dosis, para repartir en más de 45 países que consideran estratégicos para su posicionamiento global.
Steve Tsang, director del SOAS China Institute declaró para BBC News; “China quiere prestigio, reconocimiento, estar en la cima. Está tratando de ser reconocida como el líder más grande de todos los tiempos. ¿Cómo lo hará si no se presenta como líder frente a las vacunas de covid?”, además agregó: “Si quieres prestigio internacional, si deseas que tu vacuna sea reconocida, debes usarla fuera de tus fronteras” y como demostración máxima de las políticas dictadas desde Beijín, Tsang terminó diciendo: “también es importante demostrarles a los europeos, estadounidenses y británicos, que los chinos, si exportan y que no bloquean el traslado de las dosis como sí lo han hecho países como Italia”
La verdad es que China no se ha comprometido a vacunar a sus ciudadanos, por considerar que la pandemia en su territorio, no tuvo ningún efecto preocupante, adicionalmente, las personas de ese país, no confían en sus vacunas y no desean ser inoculados. Solo en los casos que ha sido obligatorio el procedimiento, los ciudadanos han asistido a los centros de salud. Eso lleva a una serie de preguntas: ¿La pandemia solo fue en occidente?, ¿El gobierno chino oculta las verdaderas cifras de infectados y muertos?, ¿El ciudadano promedio de China no confía en su gobierno?. Todas las opciones son posibles dentro de una dictadura socialista, en donde lo que menos importa son los individuos.
