Por Yesenia Bedoya Gallego
Es curioso como escuchamos críticas al bien reconocido sentido de pertenencia o regionalismo paisa que ha sido muy bien determinado particularmente por los antioqueños.
Mucho nos critican desde otras regiones, pero nunca he visto a los costeños celebrando la «costeñidad», jamás he visto que en el estadio Metropolitano que suene el himno del Atlántico, ni a los llaneros en fiestas de la «llanerosidad» y mucho menos he visto que celebren nunca el día de la «bogotanidad». De hecho no conozco de los capitalinos alguna expresión cultural propia porque todo está relacionado con el altiplano cundiboyacense, lo único identitario que tienen es ese acento rolo que asocian a los llamados «ñeros» y son los que más critican y se burlan de las demostraciones de amor que tenemos en general los antioqueños por nuestra tierra, costumbres y ancestros arrieros. Jamás he visto que a un rolo que se le encharquen los ojos cantando el himno de Bogotá, el himno que ni Claudia López se sabe; al contrario, cuando suena el himno antioqueño el corazón de un paisa se hincha y los ojos se encharcan, ¿y es eso lo que nos critican?, en fin… La hipocrebogotania.
Se han preguntado ustedes, ¿qué hubiera sido de nuestro país si España no se hubiera resistido a la invasión francesa y hubiera sido Napoleón Bonaparte nuestro rey? ¡Hablaríamos francés!
Datos históricos nos cuentan que a finales del siglo XVIII, Antioquia era una provincia marginal de 46 000 habitantes en relación con la provincia de Cartagena, puerto colonial y plaza fuerte del reino con 118 000 habitantes; Santa Fe como capital del virreinato y sede de la burocracia colonial o Tunja con 256 120 habitantes.
¿Sabían que los antioqueños somos una población compuesta por mestizos, pardos y mulatos? Ya lo saben.
También deben saber que en el siglo XVIII, los pobladores de la provincia de Antioquia eran considerados un grave problema social, muchos eran mendigos y en los campos pequeños labradores o peones y por esta razón la corona española envía al visitador borbónico (de la casa borbón española de la que es el actual monarca) y encargan a Antonio Mon Velarde para que controlara y ordenara la población.
(Nota mental: que no se entere Quintero Calle o el alcalde pinturita, que Mon Velarde fue un español de la corona porque es capaz de alinear a sus áulicos y hacer destrozos en la calle que lleva ese nombre y después nos desubica a todos los medellinenses para encontrar una dirección).
Fueron ilustres personajes, abogados y clérigos como José Manuel Restrepo, José Félix de Restrepo, Juan del Corral entre otros antioqueños quienes participaron activamente en la construcción de un nuevo estado republicano, fueron exponentes de la llamada ilustración neogranadina y militaron en un criollismo patriótico, algo así como lo que hoy denominan regionalismo.
El Estado de Antioquia se constituye en 1811, tuvimos nuestra primera Constitución el 27 de junio de ese año al igual que el reglamento para el funcionamiento de los tribunales de Antioquia con el que se pretendió organizar la administración de justicia; la segunda Constitución, la de Rionegro, llegó en 1812 con sus reformas en 1813 y 1814 se ocupó principalmente del problema de la pobreza generalizada y se presentó la propuesta de distribuir los terrenos baldíos entre la población “que no tiene donde trabajar”, se propuso que estas tierras se fraccionaran en unidades familiares.
Las leyes de la época estaban enfocadas en transformar una Antioquia minera a una campesina de pequeños propietarios. Si se dan cuenta, el nuevo gobierno no ha descubierto el agua tibia.
Y en 1813… Pum! La independencia!
“Acta de independencia de Antioquia, 11 de agosto de 1813
Nadie ignora los principios, los motivos y derechos que han tenido y presentado a la faz de la Nueva Granada para proclamar su independencia absoluta aquellos pueblos hermanos que se han anticipado entre nosotros a sacudir gloriosamente el yugo de la Monarquía española que hasta allí habían sufrido.[…] Estando pues profundamente convencidos, los unos resueltos y ansiosos por llegar al culmen de su dignidad, y debiendo los otros abandonarse en tal caso a su propia ignominia y a las desgracias que les hayan de seguir, es llegado el día de satisfacer tan santos deseos ya que hasta aquí no han tenido tiempo de hacerlo el Soberano Congreso por todas las Provincias en general, y que esta medida entra oportuna y esencialmente en las críticas circunstancias que han puesto a la República en la necesidad de crearse un libertador a todo trance. Por tanto, el ciudadano Dictador de ella, revestido con ese carácter por la unánime voluntad de la Representación Nacional, en presencia del Soberano Autor de los derechos del hombre y de la justicia de su causa, declara: Que el Estado de Antioquia desconoce por su Rey a Fernando VII, y a toda otra autoridad que no emane inmediatamente del pueblo o sus representantes, rompiendo eternamente la unión política de dependencia con la Metrópoli, y quedando separado para siempre de la Corona y Gobierno de España. […]
Dado en el Palacio del Supremo Gobierno de Antioquia, a once de agosto de mil ochocientos trece.
JUAN DEL CORRAL, Presidente Dictador.
José María Hortiz, Secretario de Guerra y Hacienda.
José Manuel Restrepo, Secretario de Gracia y justicia.”
El 20 de abril de 1814 el Estado de Antioquia promulgó la primera ley abolicionista de la esclavitud de la Nueva Granada.
Observen ustedes apreciados lectores, que, de la lectura del acta de independencia de Antioquia, que desde épocas antiquísimas ha sido conocido y documentado que el «Soberano Congreso» no ha tenido tiempo para hacer lo que debe hacer; se torna algo gracioso y anecdótico hoy.
Y es así como llegamos a la reflexión final: Independencia significa autosuficiencia, autodeterminación, autogobierno. Si pudieron los colonos en contra de una monarquía asfixiante y con un congreso inútil; porque no en el siglo XXI en contra del comunismo y un Congreso además de inútil, corrupto.
¡Antioquia la Grande!
