¡Tan raro! en todo el corredor de la Calle 33, una de las zonas de la ciudad con más puntos de detección electrónica de velocidad, fueron ubicados hace varios años unos radares que informan la velocidad a los conductores. Se supondría que esos aparatos servirían para retroalimentar a los automovilistas sobre la velocidad que llevan en ese punto y así proteger la vida de los ciudadanos.
Pero esa visión romántica de un alcalde y una administración cuidadora, es solo una ilusión. Al parecer, el asunto se reduce a la alcabala, al recaudo de recursos, y unos avisos electrónicos no se van a interponer entre el bolsillo de los medellinenses y la Alcaldía.
Sin embargo, aquí hay un detrimento patrimonial, pues esos radares, esa señalización, fueron adquiridos con recursos del erario y al no darles el mantenimiento oportuno, se está dilapidando el dinero de los contribuyentes.