sábado, abril 20, 2024
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Houston y Medellín: dos equivocaciones democráticas

Por Jaime Restrepo Vásquez

Houston es una de las ciudades más conservadoras de los Estados Unidos. De hecho, allí se asientan las grandes iglesias protestantes de ese país y, según las encuestas, su población es mayoritariamente evangélica. Además de sus particularidades sociales, cuenta con una poderosa base industrial en los campos de la energía y la aeronáutica, siendo reconocida también como la cuna de importantes avances en biomedicina y medicina en general.

Gracias a la alianza de los sectores público, privado y académico, Medellín es una de las ciudades más avanzadas de Colombia, habiendo alcanzado un considerable desarrollo social y económico, además de consolidarse como un poder enorme en materia energética. Medellín es a Colombia lo que Houston es a Estados Unidos, ya que la capital de Antioquia es reconocida como la cuna de los avances médicos más importantes del país.

Pero no todo ha sido color de rosa en Houston. Algunas veces, los votantes se equivocan y se muestran proclives a embarcarse en experimentos que surgen de cantos de sirena. Es entonces cuando llegan alcaldes disruptivos, sujetos mórbidos de esa casta que pretende destruir lo que existe y lesionar los intereses de los ciudadanos con decisiones y actitudes totalitarias.

En Medellín, los votantes se equivocaron y, por incautos, vieron con ilusión aquel experimento democrático denominado Independientes. Así llegó el alcalde disruptivo, el que quiere demolerlo todo, el mesiánico dictadorzuelo que desafía a los ciudadanos con sus decisiones, con su chabacanería y con sus actitudes antidemocráticas.

En 2010 Houston eligió a Annise Parker para el cargo de alcaldesa. Su caballito de batalla fue la identidad de género. De hecho, expidió la Ordenanza de Igualdad de Derechos, la cual promulgó una serie de normas especiales para homosexuales y transexuales, incluida la autorización para que utilizaran los baños públicos del sexo opuesto, sin restricción alguna.

En 2019 Medellín eligió a Daniel Quintero Calle. Además de azuzar la lucha de clases y estigmatizar al GEA, su principal caballito de batalla ha sido la identidad de género, promoviendo una supuesta inclusión de homosexuales y transexuales en escenarios impropios, llevando a representantes de esa agenda a dictar charlas y a brindar espectáculos grotescos ante un público infantil, sin considerar ni respetar la posición de los padres de los menores.

En Houston, la decisión de Parker fue cuestionada por amplios sectores de la sociedad, incluidos los pastores más representativos de la ciudad. Finalmente, en octubre de 2014, la alcaldesa decidió «meter en cintura» a los líderes cristianos, ordenándoles que dejaran de predicar contra la homosexualidad o la identidad de género. Además, quiso llevar a los tribunales a los ministros evangélicos para obligarlos a someter sus mensajes y predicaciones al escrutinio de los abogados de la alcaldía con el propósito de determinar si contenían alguna mención crítica de la agenda gay.

En diversos ámbitos, las decisiones de Quintero han sido cuestionadas por distintos sectores de la sociedad civil medellinense, logrando aglutinar un movimiento ciudadano para defenestrar al alcalde de su feudo de La Alpujarra. La reacción no se ha hecho esperar: ataques, persecuciones, restricciones antidemocráticas, amenazas e insultos de sus barras bravas, son el látigo con el que el burgomaestre busca castigar a quienes osamos oponernos a su funesta gestión.

Ante el escándalo que sus medidas produjeron en Houston, Parker revirtió su decisión, aunque la ciudadanía ya era consciente de la dictadura impuesta por su calamitosa alcaldesa, pues los votantes ya habían rechazado la ordenanza de igualdad de derechos mediante la recolección de firmas. Sin embargo, pese a que las rúbricas en contra de dicha ordenanza fueron certificadas, la mandataria decidió rechazar el proceso. Tiempo después, fue derrotada en las urnas por el pastor retirado Sylvester Turner.

La tacita de plata no puede ser menor que el desafío que enfrenta. Aunque la acertada elección del alcalde de Medellín se había convertido en una suerte de marca patentada, en 2019 los votantes de Medellín se equivocaron. Más allá de la inminente revocatoria, resulta fundamental aprender la lección que la horrible noche quinterista nos ha dejado: hay que vacunar a la ciudadanía contra los disruptivos sujetos que proclamen, como único programa de gobierno, la destrucción de todo aquello que funciona. Houston ya lo vivió y enmendó el error: ahora el turno le corresponde a Medellín.

@atrabilioso

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