sábado, abril 20, 2024
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Hay luz en la poterna y guardian en la heredad

Por:Julio González Villa

Don Mariano Ospina Rodríguez, el fundador del glorioso Partido Conservador, hoy debe estar revolcándose en su tumba al saber que su Partido está en manos de los sinvergüenzas que apoyan sin ningún escrúpulo las equivocaciones en materia grave en que está incurriendo el gobierno de Gustavo Petro y haciendo conciliábulos al mejor estilo de las raposas de que hablaba Laureano Gómez con quienes obtienen diplomas falsos.

Don Estanislao Gómez Barrientos, biógrafo de Don Mariano, nos recuerda una carta que escribió a sus hijos Pedro Nel y Tulio Ospina Vásquez, a quienes había logrado alejar de Colombia después de las equivocadas y fatales guerras de 1876 y de 1879. Digo equivocadas y fatales porque dieron lugar a una encarnizada persecución contra Antioquia.

Esa carta tiene como fecha el 3 de mayo de 1879 y dice así:

«En este país, es decir en Colombia, la materia más productiva es el comercio, y debe serlo tanto que para enriquecer en él no se necesita ni talento ni capital. Las 9 décimas de los capitalistas de aquí y de Bogotá que conocí cuando era joven, empezaron a trabajar como mercaderes sin un centavo, y todos se han hecho ricos por el comercio. Si el trabajo mental y el tiempo que yo he consagrado a la política, a la administración y a la enseñanza, los hubiera dedicado al comercio, es difícil que no fuera hoy uno de los más ricos capitalistas, no habiendo tenido ninguno de los vicios derrochadores. La misma observación pudiera hacerse de los Caros, los Ortices, etc…

En Colombia la literatura y la carrera pública son para los hombres de bien, no solamente un mal negocio, sino una verdadera calamidad, tanto mayor cuanto mayor sea la honradez, la inteligencia y la instrucción del individuo. La carrera pública en los países aristocráticos y aun en los democráticos, en donde el ejercicio del poder dé honra, porque supone mérito personal en los que lo ejercen, puede tener algún atractivo para la juventud que tiene talento y altas aspiraciones; pero esto no puede suceder en Hispanoamérica, especialmente en los países como Colombia, en donde la oclocracia domina. Aquí un hombre de dignidad personal vale menos siendo funcionario público que no siéndolo. El descrédito de la carrera de empleado sube de punto rápidamente, porque la indignidad de los altos funcionarios es cada día más patente y más repugnante. Uds, a quienes Dios ha favorecido y que gozan ya de cierto prestigio, no deben aspirar a la carrera pública, porque descenderían de su posición… La carrera pública en este país no da, pues, honra ni provecho; pero si la persona tiene alguna dignidad personal acarrea sobre ella y sobre su familia ultrajes y persecuciones indefinidas.» (Estanislao Gómez Barrientos; Don Mariano Ospina y su Epoca; Tomo 2; Pag. 218)

Hace alusión Don Mariano Ospina a las persecuciones injustas a que se vió sometido, él y su familia, por el radicalismo liberal que mandó entre 1863 y 1886. Destaca él que en Colombia es muy difícil que las gentes de bien hagan política, pues las persecuciones, los odios, que se desatan, hacen horroroso lo que, según San Agustín, debería acercar a los dioses:

Agustín de Hipona (De civitate Dei 4.27) nos da noticia de este hecho: «el doctísimo pontífice Escévola reflexionó sobre los tres géneros de tradiciones acerca de la existencia de los dioses: la de los poetas, la de los filósofos y la de los legisladores o políticos que dirigen las sociedades»

Más también debo citar a Platón en su República, cuando afirma, que, si no hacemos política, alguien peor que nosotros la hará.

La dirección de los asuntos públicos, la dirección del Estado, debe ser enseñado desde Antioquia. Las gentes de bien nos tenemos que meter de lleno a salvar a nuestra ciudad de las villanas manos de los actuales administradores que llegaron de otros lares a dividir, a borrar, a ensuciar, a mentir, llegando entonces nosotros a concluir que existe una verdadera toma hostil de nuestra ciudad.

Menos mal que Pedro Nel Ospina Vásquez no atendió literalmente los mensajes de su importante padre de tal manera que llegó a la Presidencia de la República de Colombia entre 1922 y 1926 y extendió la red ferroviaria que necesitaba y hoy también necesita el Pais, aprovechando el pago de la indemnización por la toma de Panamá.

Todos debemos recordar que la Antioquia altanera se levantará como el Ave Fénix y, por encima de todo interés legítimo personal, haremos un gran acuerdo ciudadano para tomar el poder y de allí dirigir el barco por entre el proceloso mar de la política, y demostraremos que desde Medellín «Hay luz en la poterna y guardián en la heredad».

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