Por Álvaro Ramírez González
Con todo lo qué lo critican, toda la política colombiana tiene obligadamente que pasar por el escritorio de César Gaviria. Somos amigos hace muchos años y compartí mis primeros años como profesional con Gaviria, Vi y viví, como Gaviria sacó a sombrerazos a esa rancia clase política y dirigente de Pereira y Risaralda.
Y metió a la brava una camada de jóvenes tecnócratas, mucho mejor preparados, con igual dosis de civismo y eso mejoró la calidad gerencial de la ciudad, le dio un norte con su plan de desarrollo y naturalmente disparó su progreso.
Consistente con esa visión de ciudad me uní a ese grupo de alcaldes jóvenes, tecnócratas y cívicos, que acompañó a César Gaviria en esa misión, de la mano de César Gaviria y Óscar Vélez Marulanda, jefes del liberalismo en Risaralda.
Ni Gaviria ni Plumón, visitaron jamás el despacho del alcalde y a lo sumo recibí un par de llamadas en todo el tiempo de mi Alcaldía.
Eran tiempos de civismo y no de politiquería y mucho menos de corrupción.
César Gaviria es Becerro de Oro de la Universidad de Los Andes, esa placa de oro se la otorga la U, al mejor estudiante de la facultad de Economía en un periodo de 10 años. ¡Un fuera de serie!
Y así ocupó los mejores ministerios del despacho y llegó finalmente al primer cargo del país, la presidencia de la República, cambió y actualizó la Constitución política de Colombia ¡A eso se le enfrentan muy pocos!
Después fue a presidir la OEA, el cargo público más importante de América Latina, hoy y desde hace más de 25 años es el jefe único del partido liberal colombiano; es una mezcla de político, pero con la sabiduría, la academia y la experiencia de un Estadista.
Nunca tuve duda alguna que César Gaviria, fuera a lanzar al liberalismo y al país a un abismo, acompañando a Gustavo Petro.
No solo le negó su apoyo y la vinculación de la bancada liberal, sino que le puso en un documento que le entregó al propio Petro, unas líneas rojas que el partido liberal jamás cruzaría, que eran en esencia el programa de Petro.
Política con dosis de Estado.
Me regocijo naturalmente con la clara manifestación de César Gaviria, de apoyar la candidatura presidencial de Federico Gutiérrez.
Por encima de cualquier consideración o arreglo político, hay que salvar al país de ese espejismo malévolo y destructor que es el socialismo bolivariano.
De nuevo Gaviria, al frente de las grandes cruzadas, su posición fue clara y su mandato indiscutible.
César Gaviria acaba de ganar las elecciones de Congreso; sacó el partido liberal la mayor cantidad de congresistas.
Gaviria es hoy el jefe político más poderoso y su condición de expresidente les impone mucho más respeto a sus congresistas. ¡Gaviria manda y lo hace muy bien!
¡Ahí la prueba!
