martes, marzo 26, 2024
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FlácidoDomingo Oiste Daniel:

Colectivo de Humor: UNCOMINO
¡Qué pena con vos hombre! La verdad es que no te conocíamos. Nunca nos encontramos con vos en un centro comercial, ni bebiendo en El Social, ni sudando en la ciclovía. Jamás nos cruzamos con vos en Junín, en un concierto, ni te vimos haciendo fila en Mondongo’s o en Crepes, ni siquiera en un pulguero o en una feria de Plaza Mayor.

Cuando apareciste de la nada, cuando llegaste de Bogotá dizque a arreglar una Medellín que, según vos, la tenían destruida los empresarios, los gremios y los politicos de siempre, solo se nos ocurrió preguntar: ¿ve, y este quién es? Después, tus malquerientes, sacaron videos en los que, con tu eternita sonrisita, decías “quiero que Gustavo Petro sea mi presidente”. Más tarde te vimos tirándote de nosabemosdónde “por Bogotá”. Luego, con una capucha blanca, en la Universidad Nacional, lanzabas arengas contra… (ni idea).

fYa en campaña vimos una foto, en familia, en una casa humilde que presuntamente era la tuya, con tu mujer haciendo malacara y todo, y tu hija como diciendo “¿qué hago aquí?” Supimos que pasaste por todos los partidos políticos, que hasta fundaste uno que no duró nada y que fuiste armando una cadena de amistades, sociedades y contactos que te llevaron a puestos buenos, de esos en los que se cae en paracaídas y sirven para que a uno lo conozcan entre ciertas estructuras.

En mal momento, hombre Daniel, te dio dizque por ser alcalde de una ciudad que desde hacía mucho tiempo había dejado de ser tu ciudad. Llegaste con el cuento lastimero del muchacho humilde de Tricentenario, que se superó, que a pesar de las adversidades, alcanzó la cima. Eso es bonito, y mucho. Te fuiste pues hace rato, y volviste, se pudo ver, a una bella villa que ya no reconocías, en la que nadie te conocía. Pero eso no importó. Le hablaste a un público cansado de lo mismo, que odiaba a Uribe y sus alegres muchachos, y ese discurso caló. Jóvenes con cédula recién estrenada, de esos que creen que el mundo nació con ellos, corrieron presurosos a votar dizque contra el de Uribe, aunque nunca en su vida supieron ni saben quién es Uribe, que nunca han ido al Ubérrimo a conocer las motosierras con las que desepedaza a humildes campesinos y menos lo han visto con los paracos cargando una avioneta llena de mercancía o escuchado las grabaciones en donde manda a matar gente.

Y no sólo cayeron en tus viscosas redes los jóvenes ansiosos de justicia y cambio. Otros más grandecitos pero menos avisados se tragaron enteritos los múltiples cuentos que armaste. Como buen político que sos, dijiste lo que la gente quería escuchar.

Se han cometido errores. El primero fue haberte dado las llaves y el timón del barco, tal vez porque el otro, con la cara de guayabo permanente, no inspiraba nada. Vos, un personaje que cree que mandar es llenarse de soberbia porque “yo soy el que manda”, al más puro toque rolo de “usted no sabe quién soy yo”. Que con tu juventud demostraste que efectivamente ese cargo no es para cualquiera, que hay que haberse rayado las que sabemos y saber de lo público, del servicio, de la gestión, de lo ambiental, de lo urbano y hasta de la comunicación, y no solo del negocio y el cálculo politiquero.

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Esto con pinturita no se arregla. Son problemas muy complejos los que durante décadas se han vivido por aquí y NADIE, ni vos, tienen la fórmula mágica para arreglarlos en un chasquido de dedos. Menos con tus métodos, maneras e intenciones. Nada peor que ver este cargo como un trampolín, porque en lugar de fijarse en lo importante, tenés los ojos puestos en lo que viene y así a más de uno se lo ha comido la curva.

Metiste enterita la mentira de la independencia, cuando ni de tu casa te has podido independizar. Te pusiste a repartirle puestos a cuanto familiar tenías varado y le entregaste el alma al diablo con tal de que te montaran allá. Nadie llega solito y solo a ser Alcalde de Medellín, son muchas las conversaciones, concertaciones, alianzas y negociaciones que hay que tejer, tramar y conspirar.

No somos ingenuos. Solito no te montaste allá y tenés padrinos, madrinas, mentores, apoderados, managers…, que bien han sabido armar sus estrategias para sacar el mayor partido al tenerte a vos sobre el potro mientras ellos hacen negocio con el solar. Un politiquero más, con cara de “yonofui”, que además con tu juventud como disculpa, sos altanero e irrespetuoso con un montón de instituciones y personas que se han encargado de hacer y sostener procesos que el gobierno nunca ha asumido y que si no fuera por el empresariado paisa quién sabe dónde estaríamos. Te dedicás a cazar peleas en Twitter como cualquier niñito de los que votó por vos y a esbozar esa sonrisita pendeja mientras te frotás las manos con la candelada que armaste. Parecés más bien el Alcalde de la ciudad de hierro, de Monopoly o de Divercity y no de una ciudad tan compleja como esta, hombre por dios.

Vos sos el muñequito encima de la torta puesta en un hormiguero, con la diferencia de que las hormigas son la selección Colombia de politiqueros. Ya no hallan qué más comer y ojalá no se emborrachen y hastíen de poder con una EPM a sus anchas. Una empresa para dar y contratar, para cobrar votos por puestos.

Eso es tener dinero en efectivo para las próximas elecciones mientras te envalentonás y nos montás en procesos y juicios eternos que sólo nos llevarán a pérdidas de tiempo y billones. Eso de “es mejor un mal arreglo que un buen pleito” no opera en tu inteligencia emocional y con tal de ganarte el punto, te llevás también a la ciudad por ahí derecho. Por eso muy seguramente se la vas a dejar fácil al próximo alcalde, simplemente será arreglar y deshacer los entuertos (mierdero) que dejarás. Como Biden está haciendo con Trump. Sacar proyectos con plata que no es tuya, es muy fácil. Ser un buen alcalde es otra cosa. ¿Gobierno corporativo? Eso es para bobos y maricas. ¿Convocatorias o concursos de méritos? A dedo es más rápido y certero.

Jugar a romper una ciudad desde dentro es un acto despreciable, apoyado por un montón de gente que no le duele el lugar porque no es de aquí, porque ni siquiera vivían aquí, porque no conocen los procesos, ni las personas, ni las instituciones. Ya en la Alpujarra trabajan hasta paisas, nos contaron los poquitos paisas que han pasado de agache y no los han podido o querido echar.

Aunque aquí somos muy regionalistas, con el tiempo hemos aprendido a dejar esa pendejada de creernos en ombligo del mundo. Ya tenemos amigos rolos que viven aquí hace tiempo, han trabajado para empresas de aquí, y de paso han aprendido a querer y respetar lo montañeros que somos, lo cerrados que intentamos no ser. Costeños, vallunos y chocoanos nos encontramos día a día, y ninguno está aquí a las malas, o porque le tocó llegar corriendo. A ninguno le escuchás hablar mal del GEA (que da en Colombia más de 200 mil empleos). Pocas veces se les va el agua o la electricidad. Pero vos Daniel, como no vivías aquí (y no vivirás cuando se te acabe la dicha), decidiste que había que importar talento, pero talento que te copiara. La Secretaria General, con su don de mando y habladito golpeado, te la trajiste de Norte de Santander… Cultura está llena de bogotanos que se pierden pasando de la 33 para allá… El otro, el que te soñás para acabar de formatear EPM, es de Pereira… Y así fuiste armando la cosa, con un montón de personas que no conocen el Lleras pero tampoco El Coco o Amador, que no saben de Tenche ni de Cosiaca ni de Marta Pintuco, porque en lugar de ir a conocer las realidades de la calle se quedan en sus puestos esperando el cheque, armando la trama, activando bodeguitas respondiendo en twitter todos envalentonados.

“Aprenda a escuchar”, te decía, dolido por la traición, el exgerente que acabás de echar (y que dijiste una semana antes que no lo habías echado), y eso que era tu amigo, pero con la despachada que se pegó el señor en medios pudimos ver la cosa desde adentro, cómo te movés y las oscuras intenciones que te motivan. El que no sabe mandar se le nota hasta en el caminado.

Te quedan tres años para enderezar el rumbo pero sabemos que no va a ser así. Vos sos de otro calado, de otra calaña. La soberbia no te deja ver, no te deja oír. La ambición, los favores que tenés que pagar, la tarea que te encomendaron de quién sabe dónde, no te dejarán obrar correctamente. Leéte un poquito de historia, de cómo terminan los líderes que son así, egocéntricos, con el poder concentrado, autocráticos. Solo es mirar las historias del imperio romano, de los dictadores, de las grandes guerras y verás lo que pasó. Vos no sos distinto, no sos nadie por encima del pueblo. Nosotros aquí solemos ser muy sumisos, pero si tocás donde no debés tocar, tenéte fino Daniel. Aquí hay cosas que no se deben, no se pueden tocar.
Vos verás.

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