El clásico capitalino entre Santa Fe y Millonarios, correspondiente a la segunda fecha del cuadrangular A de la Liga BetPlay, ha sido aplazado debido a inconvenientes logísticos en el estadio El Campín. La razón: el desmonte del concierto de Iron Maiden, programado para el domingo 24 de noviembre, no podrá completarse a tiempo para garantizar las condiciones necesarias para el partido del lunes 25.
La Comisión Distrital de Seguridad, Comodidad y Convivencia para el Fútbol de Bogotá anunció que, tras evaluar la situación, no es posible garantizar la seguridad y comodidad para los asistentes al evento deportivo. Por ello, se tomó la decisión de aplazar el encuentro. Aunque aún no hay una confirmación oficial, se espera que el duelo se reprograme para el martes 26 de noviembre, lo que, a su vez, obligaría a modificar el calendario del encuentro entre Millonarios y Nacional, inicialmente fijado para el jueves 28. Por normatividad no es permitido jugar encuentros con menos de 48 horas de diferencia.
Una crítica a la falta de previsión.
La situación pone nuevamente bajo la lupa la gestión de la Dimayor. La fecha del concierto de Iron Maiden no es una novedad; estaba programada con meses de antelación, lo que daba margen suficiente para prever este tipo de conflictos y planificar un calendario acorde. Sin embargo, parece que la falta de coordinación y previsión ha generado un problema que afecta no solo a los clubes, sino también a los hinchas y encargados del espectáculo.
En una fase tan crucial como los cuadrangulares semifinales, donde cada jornada es decisiva, este tipo de inconvenientes resultan inadmisibles. ¿Cómo es posible que no se haya anticipado el impacto de un evento masivo en el principal estadio de la capital? Esta falta de planificación no solo pone en entredicho la capacidad organizativa de la Dimayor, sino que también desdibuja la seriedad de la liga.
Además, el aplazamiento del clásico podría afectar el rendimiento de los equipos implicados, obligándolos a enfrentarse a un calendario aún más apretado en una fase de alta exigencia. Los clubes y sus seguidores merecen una mejor gestión, y situaciones como esta refuerzan la necesidad de una reestructuración en la toma de decisiones por parte de los clubes, pues son estos, con sus presidentes, los que aprueban los calendarios. ¿A qué van a las reuniones?
Esto es una lección más de que el fútbol colombiano requiere una mayor profesionalización en su administración, donde las fechas y compromisos se respeten, y los errores de planeación no perjudiquen el espectáculo ni a sus protagonistas.