Por Diego Arango O.
El hombre ávido de aventura, conocimiento y riqueza no se detiene en la inmensidad del universo. Desde tiempos inmemorables ha querido sondear mundos diferentes al que vivimos, pues tanto la superficie de nuestro planeta y aún las mismas entrañas ya han sido exploradas, pero con el primer paso interestelar que fue pisar la Luna en 1969, la Nasa y otras organizaciones espaciales apuntaron a la conquista de Marte.
Ha pasado más de medio siglo desde aquella hazaña histórica en que Neil Armstrong puso pie en ese astro; y 60 años desde que Yuri Gagarin realizara el primer vuelo tripulado al espacio en el Volstok 1. Pero remontándonos mas a la antigüedad, existen evidencias e investigaciones antes de la era Cristiana donde ya se habian inventado artefactos que salieran al espacio, pero fue en el siglo XIX que causó mas interés, cuando ya estaban los telescopios de largo alcance que permitían observar el mundo espacial, sus astros y estrellas.
Desde la década de los 60 el hombre decidió ir a Marte y lo ha logrado en el pasado y presente siglo con sondas soviéticas y norteamericanas. Últimamente posó por segunda vez un vehículo, el Rover Perseverance y un helicóptero que volará la sutil atmosfera del planeta rojo. Próximamente lanzaran exploraciones tripuladas y todo en busca de antecedentes de vida en aquel planeta desértico y sin evidencia biológica, pues elementos químicos y físicos si han sido encontrados.
El hecho es que mas allá de ese espíritu investigativo de la ciencia y de conquista del hombre, Marte es un planeta inhabitable para el terrícola, sus bajas temperaturas no permiten un aclimatamiento mínimo al humano, la falta de agua aunque se presume que podría existir subterráneamente, la poca densidad del aire y pobreza de oxígeno, las constantes tormentas de polvo y arena marciana, la baja posibilidad de vida biológica, no seria fácil acondicionar artificialmente a ese planeta para la vida humana, no solamente extremadamente difícil, inconveniente y aburridor vivir en ese astro. Pero sí lo que se busca, es riqueza mineral, de lo cual hasta ahora no hay pruebas, la explotación y transporte sería tan costosa que superaría el valor del metal.
Tenemos en la tierra un planeta lleno de vida, bello en su composición integral, unos climas totalmente adecuados al hombre, su flora y fauna. Nada más hermoso que las plantas, flores, naturaleza, animales silvestres, insectos, aves, en fin. Los ríos, lagos, mares, el cielo y las nubes. Todo lo que Dios nos dio, a más de la hermosura de la especie humana. ¿Que necesidad tenemos de buscar otros mundos bajo la premisa de encontrar un hogar alterno para cuando acabemos nuestro planeta? ¿Vivir en peladeros como la Luna y Marte mientras tenemos un paraíso? Es insensato, cuando hemos sido privilegiados por Dios en el universo. Lo único que justifica la exploración de otros astros es la investigación científica.
¡Más bien cuidemos esta joya inigualable que se llama Tierra!
