martes, abril 23, 2024
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(EXCLUSIVO) Narcocirugías: cocaína líquida en lugar de silicona

Camila* es peruana*, tiene 25 años y un cuerpo exhuberante. Ella tenía un trabajo estable que perdió durante la pandemia, y desde entonces ha tenido serias dificultades para mantener a su hijo de tan solo dos años, ya que es madre soltera.

Hace más o menos tres meses, a través de una amiga de infancia, la contactó una pareja que le dijo que conocían sus dificultades financieras y que ellos tenían la forma de ayudarla a salir de todos sus problemas. Además, le aseguraron que la cosa era bastante sencilla y que, al vincularse, recibiría un buen pago en dólares y, como si fuera poco, podría mejorar su cuerpo.

Lo único que ella tenía que hacer era aceptar, alistar su pasaporte y viajar a Colombia, específicamente a Medellín, donde la someterían a una cirugía estética de aumento de busto y luego de su recuperación, viajaría a los Estados Unidos y allí, luego de una nueva operación, recibiría el pago y quedaría con unos senos renovados y atractivos.

¿Dónde estaba el negocio? Muy simple. El relleno de los implantes que le pondrían en Colombia contendrían cocaína líquida, y por esto, al llegar a los Estados Unidos, le serían retirados y remplazados por unos implantes de silicona, como los que se usan en este tipo de intervenciones quirúrgicas, ya sin ningún riesgo para la salud. Así las cosas, le propusieron «el negocio del año»: le darían una cirugía, le pagarían los viajes con todos los gastos y encima de todo ,le entregarían dinero en efectivo con el que ella podría iniciar un emprendimiento en su país.

Luego de que le explicaron en qué consistía el ofrecimiento, y tras hacer el balance de su situación actual, decidió aceptar e iniciar el proceso para viajar a Colombia y de ahí a los Estados Unidos. Ella entendía perfectamente que podría haber riesgos para su salud, pero la recompensa valía el riesgo, o por lo menos fue lo que pensó en ese momento.

Se alistó para su travesía. Primero llegaría a Bogotá y de ahí, un contacto de la organización que esta detrás de esta operación, la contactaría y acompañaría para llegar hasta la ciudad de Medellín. Ella no sabía quién le realizaría la cirugía, pero esperaba que todo esto fuera en un ambiente lo más seguro posible: finalmente era su vida la que estaba en riesgo.

Ella había escuchado que en Medellín el turismo en salud hace parte importante de la economía y profesionales muy competentes, en espacios seguros y con todas las de la ley, hacen este tipo de cirugías, por lo cual, con esta información, tuvo cierta tranquilidad, ya que de seguro estaría en buenas manos. Pero qué equivocada estaba.

La capital paisa efectivamente es uno de los destinos para turismo en salud más apetecidos del mundo, por cuenta de los excelentes profesionales, de las clínicas y de los servicios agregados que ofrecen entidades reconocidas para la atención de pacientes que llegan a la ciudad a realizarse procedimientos, muchos de ellos estéticos. Sin embargo, esta red delincuencial funciona oculta y solo se aprovecha del cluster de salud afamado, como excusa para poder captar a las víctimas perfectas para utilizarlas en el proceso de transporte de la mercancía ilegal.

Y es que los narcotraficantes se han caracterizado, sobre todo en Colombia, por sus ingeniosas maneras de hacer llegar la «mercancía». En este caso se han amparado en la buena fama y en el buen nombre que tiene Medellín a nivel nacional e internacional, por ser destino de turismo en salud, sobre todo para la realización de cirugías plásticas a buenos precios, lo que ha permitido que la ciudad sea referente de buena medicina y de excelentes profesionales.

Cuando Camila* llegó a Medellín, la llevaron hasta lo que parecía un hogar geriátrico. En el lugar le informaron que allí no solo se hospedaría sino que en el sitio le realizarían la cirugía, ya que tenía hasta quirófanos. No era, ni de cerca, un establecimiento adecuado. Se notaba que no cumplía con las normas sanitarias para este tipo de prácticas.

En pocas palabras, Camilla* llegó a lo que popularmente se conoce como una «clínica de garaje» o «clínicas fantasmas», las cuales son fuertemente perseguidas por las autoridades y denunciadas por el personal de la salud, ya que allí no laboran verdaderos profesionales: o trabajan médicos que no lograron titularse para ejercer, o que hicieron un curso que solo les da algunos conocimientos, o son extranjeros que no han homologado sus estudios y que, evidentemente, perjudican a aquellos excelentes profesionales que trabajan en la ciudad.

Pero bueno, ya estaba allí, y como ella, había más extranjeras y colombianas que hacían la fila para hacerse los exámenes preoperatorios. Ellas solo se miraban a la cara y no se dirigían la palabra, así que solo pudo saber de dónde eran originarias por el acento, cuando contestaban al ser llamadas para ser atendidas.

Pudo salir a conocer un poco la ciudad hasta el día en el que se sometería a la cirugía. Estaba nerviosa, esperaba salir bien, su hijo quedó en el Perú* con su madre. Dadas las circunstancias, no quiso ni siquiera aprenderse el nombre del médico que la iba a intervenir, si es que de verdad era profesional en medicina.

Hasta ese momento había tenido cierto nivel de vigilancia por parte de la red delincuencial en la que había caído, pero esa situación se volvería más compleja. Por el momento no era del todo consciente del riesgo en el que estaba, ni el enredo en el que se estaba metiendo.

«Pasaron cuatro horas», le informó una mujer vestida de enfermera que la estaba revisando cuando abrió los ojos, tras pasar el efecto de la anestesia. Aún atontada, logró ver una camilla con un cuerpo cubierto con una sábana y un charco de sangre en el piso, por lo que trató de averiguar que estaba sucediendo ante lo que la «enfermera» la movió de lugar y no respondió nada.

Días después se enteraría de que una familia había denunciado que su hermana se había sometido a una cirugía estética en un lugar clandestino y que esto le había costado la vida. Cuanto habría querido decir que en realidad era mucho más que eso, pero para esa fecha ya las amenazas por parte de la organización habían comenzado.

Esta situación viene siendo perseguida por las autoridades. Sin embargo, según fuentes confidenciales de los entes investigadores, consultadas por IFMNOTICIAS.COM, muchas de estas «clínicas» en realidad hacen parte de una red de narcotráfico que estaría detrás de cirugías como la que se hizo Camila* y cuyo único objetivo es burlar a las autoridades para continuar con el negocio ilegal del que se lucran.

Al no contar con las medidas sanitarias ni de seguridad requeridas, y, en realidad, al ver a las mujeres como mercancía para un fin, a estas redes no les importa dejar en una bodega o casa abandonada a una víctima, luego de su deceso. Lo único por lo que se preocupan es porque no quede evidencia que demuestre que estos procedimientos clandestinos, en realidad, son el medio para el tráfico de narcóticos.

Algunas de ellas mueren como resultado de una sobre dosis porque los implantes, evidentemente de fabricación casera, no son los suficientemente resistentes y pueden romperse. Otras, simplemente, fallecen en alguna de las dos operaciones a las que son sometidas y los responsables desaparecen y las dejan tiradas como si nada.

Sin embargo, ya estas organizaciones estarían en la mira de las autoridades, gracias a información entregada desde el interior de la misma y que permitiría, con la cooperación de organismos internacionales, la identificación y judicialización de los responsables.

A Camila* la movieron de lugar el mismo día que le hicieron la intervención. La llevaron a un sitio similar y le dijeron que estaría allí de siete a diez días hasta lograr la recuperación definitiva, antes de poder viajar a su destino final que eran los Estados Unidos. Allí la esperaría la misma persona que le hizo la intervención para retirar los implantes y ponerle unos de silicona.

Ella contó con suerte. Ahora está con su familia y puede contar la historia a pesar de recibir amenazas constantes contra ella y su hijo. Otras no podrán nunca hablar y decir que les sucedió y otras víctimas quedan con daños irreversibles en su cuerpo, ocasionados por los procedimientos inadecuados a los que fueron sometidas.

Es por esto que las autoridades recuerdan la importancia de no caer en estas redes de delincuentes. Y en caso de que, por deseo, decida someterse a una intervención quirúrgica de carácter estético, es necesario verificar que el establecimiento este registrado y que el médico pertenezca a las Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica. Además, es necesario preguntar sobre la ruta en caso de presentarse alguna complicación, hacer una investigación previa sobre la reputación de la clínica, del medico y si es legal; si persisten las dudas, buscar un lugar reconocido.

Entre menos personas estén a disposición de estos delincuentes, las redes finalmente desaparecerán y muchas vidas se podrán proteger.

*Nombre y nacionalidad cambiados para proteger la identidad de la testigo.

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