Calumnia. Difamación. Injuria. Violencia contra servidor público. Todos estos son delitos tipificados en el Código Penal colombiano y en todos ellos, a juicio de los expertos, incurrió Álex Flórez, el bachiller que funge como senador del Pacto Histórico.
Como es frecuente en Colombia, el amigote de Daniel Quintero Calle salió impune de los delitos que cometió en Cartagena, pues los policías violentados debieron cumplir con sus funciones, detener y procesar al agresor. Incluso, en un gesto muy propio de su precaria decencia, Flórez desnudó su humanidad cavernícola en Blu Radio, exigiendo respeto por su vida privada, cuando las conductas delictivas fueron cometidas en plena calle, en horas de la madrugada de hoy.
De igual forma, el bachiller Flórez aseguró que fue elegido para hacer leyes y para debatir, y no para ser ejemplo de la gente. En su ignorancia supina, desconoce que hay un trasfondo importante en el cargo que ostenta, al punto que los senadores son llamados, con alguna frecuencia, «padres de la patria». Así las cosas, las conductas de los congresistas deben estar mediadas por el respeto a la Constitución y a la ley, por el acatamiento a las autoridades y, obviamente, por el ejemplo que dan con sus comportamientos.
Al parecer, las anteriores consideraciones son desconocidas o irrelevantes para el bachiller senador, pues repitió una y otra vez que no estaba dispuesto a renunciar a su «humanidad», lo que representa una advertencia de que no cambiará sus comportamientos y que, por el contrario, podrían repetirse una y otra vez, como ocurrió en Medellín durante su desastroso paso por el Concejo, del cual, por fortuna, fue destituido.
Adicionalmente, Flórez excusó sus conductas en la edad que dice tener, 31 años, y luego metió a toda la humanidad en el mismo saco excremental en el que se revuelca con inusitada frecuencia, asegurando que «a todos nos han pasado cosas así». Se equivoca de cabo a rabo el congresista amigote de Quintero Calle: eso solo les pasa a los insolentes, a los que no tuvieron ejemplo ni formación en sus hogares, a los que creen que pueden pisotear a todos y a todo y a los que se ven muy por encima de la ley, es decir, a los delincuentes.
Porque lo protagonizado por Álex Flórez, además de una colección de infracciones al Código Penal, es una vergüenza más para sus votantes, quienes ahora tienen el ejemplo de un furibundo arribista, con ínfulas de no se sabe qué, agrediendo a trabajadores y funcionarios, sin ningún tipo de freno, ese que da la madurez, la decencia y el buen juicio. Aunque quiso matizar el asunto como un problema de tragos, resulta evidente que su personalidad, con o sin licor, es completamente incompatible con la dignidad que ostenta.
