martes, abril 16, 2024

Es hora de elegir

Por: Carlos Andrés Echavarría Blandón.

Cada cuatro años en Colombia, gracias a la democracia, los ciudadanos tienen un lapso de tiempo en donde se puede cambiar o dar continuidad a un modelo de gobierno que lleva el poder ejecutivo.

Cada cuatro años, se presentan personas, quienes creen tener la capacidad de administrar un país. Todos ellos consideran que son los idóneos para mejorar la situación actual y que merecen el favor popular para implementar sus planes.

Cada cuatro años, a los ciudadanos del común se les presentan diferentes formas de pensar y sobretodo, diferentes modelos de administración con el objetivo máximo que tiene un estado, que las personas vivan libres, sin necesidades y en paz.

Lastimosamente, esa situación que debería ser un análisis que se produjera desde el campo intelectual, fue cambiado por los instintos más básicos del ser humano. El miedo, la venganza, la ira, el odio, son los nuevos centros de cada discurso de los hoy candidatos.

Atrás quedaron los planteamientos, las propuestas y los modelos, ahora, la campaña presidencial se convirtió en un grupo de populistas que llegan a lo más extremo de su significado. Todos los candidatos, sin excepción, abandonaron las banderas de la libertad y se acogieron a la maximización del estado de bienestar, la socialdemocracia y el socialismo puro son hoy las únicas alternativas.

Voy a realizar dos excepciones, la de los candidatos Enrique Gómez y John Milton Rodríguez, quienes son los dos candidatos más promercado, -centro derecha-, pero, al no marcar en las encuestas una intención de voto significativa, los medios de comunicación masivos no los invitaron a los debates, ergo, las personas no los conocen y no pueden marcar.

Si un candidato dice que 2+2 es 5, inmediatamente sale a la palestra otro a decir que es 6, otro 6.5, y así sucesivamente, solo por el hecho de querer demostrar que es mejor que el rival, aunque todos estén equivocados. Ninguno se paró a decir, que es un error desde el comienzo, ya que ello, requiere de un cambio en el discurso dedicado a la maximización de los sentimientos básicos y no quieren llevar el debate al campo intelectual, debido a que allí, se descubriría lo mal preparados que están o lo poco realista de sus propuestas.

Si a eso le sumamos que los jefes de debate entendieron que el ciudadano común es un ignorante consciente, debido a que no quiere realizar esfuerzos en el conocimiento y análisis de las propuestas, los discursos se apalancan en el miedo y allí los candidatos son expertos demagogos creando división entre los buenos y los malos, en donde unos son paracos y los otros guerrilleros, atacando a sus rivales en vez de presentar alternativas a la situación actual. Tomaron el camino fácil y basados  en la empatía de los electores, la división la crean dentro de una sociedad que debería ser monolítica para crecer sostenidamente. Siempre los buenos son los que están en su bando y el enemigo es el que piensa diferente y la contradicción a una de las propuestas es inimaginable.

Pero, ante esta avalancha de podredumbre y vacío en las propuestas, ¿Qué debería hacer el ciudadano común?

Tomar la acción más sensata y responsable que debe hacer el actor principal dentro de la democracia, analizar con cabeza fría las opciones presentadas de cada candidato y situarlo al lado del espectro político que lo define. De esa forma, se realiza el perfil de cada uno de ellos y basado en las experiencias de los gobiernos nacionales e internacionales con personas con ese tipo de características tomar la mejor opción.

Es una tarea no tan compleja, pero deben analizar si lo que dicen las palabras de los hoy candidatos, primero, si son realizables y segundo que implicaciones tienen en el corto y en el largo plazo.

Si un candidato promete, casa, carro y beca, es un charlatán, debido a que es imposible brindarle eso a cada ciudadano sin quitarle el producto del esfuerzo a otras personas. Recordar que el Estado, No Produce, todo lo toma mediante la producción de los otros, a eso se le llama impuestos y el Estado es un simple redistribuidor de riqueza.

Mucho cuidado con los candidatos que prometen subsidios, estos afectan a los más pobres. Aunque se ven maravillosos al principio, desalientan al trabajador menos capacitado, al ver que otros, que no hacen nada, devengan casi lo mismo, lo que impulsa a la creación de un mayor número de mendigos del Estado. Y si los empleadores no consiguen mano de obra, gracias a los mismos subsidios, deberán subir los salarios y a su vez, los productos que ofrecen, disparando la inflación logrando que los subsidios ya no alcancen para satisfacer las necesidades primarias de los receptores y por ende van a clamar al estado a que suban los valores de los subsidios, generando así un círculo vicioso terriblemente dañino para la economía y los más necesitados.

Mucho cuidado con los candidatos que impulsan la envidia por los bienes ganados por los demás. Si una persona gracias a su actividad empresarial se convirtió en millonario, eso fue gracias a su talento para brindar mejores productos a mejores precios y de esa forma se convirtió en un benefactor social, pero, si el candidato dice que a esas personas se les debe quitar su riqueza, esos talentos se van del país y esos generadores de prosperidad se llevan su ” know how“, y precisamente son los menos capaces y los más pobres, los primeros afectados por no tener oportunidades para laborar y llevar dignamente comida a sus mesas.

Mucho cuidado con los candidatos que quieren cambiar las reglas del juego, esos candidatos pretenden modificar la constitución del país solamente para beneficio propio y atornillarse en el poder. Un candidato que piensa que las reglas no son válidas nunca es digno de ser el mayor protector del contrato social que se tiene cuando se vive en sociedad.

Por último, mucho cuidado con los candidatos que pretenden implementar modelos caducos y fracasados en todo el mundo. En la era de la información, donde todo el conocimiento de la humanidad lo tenemos dentro de nuestros bolsillos en los teléfonos inteligentes, no es concebible que las personas aún sean engañadas con refritos de ideologías que en donde se implementaron solo dejaron pobreza, subdesarrollo y muerte.

Los votantes, en esta ocasión en particular, deben estar muy por encima de los candidatos, quienes no tuvieron el valor para debatir ideas y presentar programas.

Vote a conciencia y no permita que los instintos primarios sean quienes dicten el futuro del país.

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