Este mes de octubre se vence el plazo que otorgó el Tribunal Administrativo de Antioquia para desalojar el nuevo Bronx de Medellín, ubicado en Cúcuta y La Paz. Ese es uno de los puntos críticos de drogadicción y prostitución en la ciudad. Además, es uno de los lugares de encuentro de la creciente población de ciudadanos habitantes de calle.
Por desgracia, no es el único punto de Medellín. En inmediaciones de la Plaza Botero, a unos cuantos pasos del Museo de Antioquia, el panorama es lamentable: decenas de habitantes de calle, duermen en cualquier lugar, a la vista de todos y sin que las autoridades distritales, hagan algo para mejorar la calidad de vida de esos ciudadanos.
Además, en este lugar, las torpes medidas tomadas por el alcalde y sus secretarios, facilitaron el deterioro de uno de los lugares emblemáticos de Medellín, pues no se trataba de encerrar la plaza, sino de atender a una población cuyo número aumenta en la ciudad. De hecho, según la Red de Calle de la Secretaría de Inclusión Social, las cifras de habitantes de calle se dispararon, durante los últimos tres años, en más del 150 %.
Otro sector afectado por el deambular de los habitantes de calle está ubicado en inmediaciones de la plaza de toros de La Macarena, quienes utilizan la quebrada La Hueso, para pernoctar y consumir sustancias alucinógenas.
De igual forma, en diferentes puntos del espacio público, específicamente en algunos jardines de la ciudad, los ciudadanos habitantes de calle han construido cambuches y, en la práctica, han tomado posesión de lugares y árboles, como se constata en la avenida Regional, cerca de la cuatro sur, en donde un ciudadano hizo su casa en el árbol y fijó un letrero con el número de celular, en caso de que alguien lo necesite.
Las denuncias sobre la crisis que vive Medellín en cuanto a los habitantes de calle no llegan a las autoridades distritales, quienes ahora tienen el inminente desafío de atender, de forma adecuada, la recuperación de Cúcuta con La Paz. ¿Serán capaces?
