MUNDO. Los israelíes votan el martes en su cuarta elección parlamentaria en solo dos años. Una vez más, la carrera se reduce a un referéndum sobre el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Netanyahu, quien se ha desempeñado como primer ministro durante los últimos 12 años, espera que los votantes lo recompensen por liderar el exitoso despliegue de la vacuna contra el coronavirus en el país y su alcance diplomático en el mundo árabe. Sus rivales han destacado sus pasos en falso anteriores en la lucha contra el virus, su juicio por corrupción en curso y su dependencia de aliados religiosos y ultranacionalistas divisivos.
A lo largo de los años, Netanyahu se ha ganado la reputación de mago político y maestro manipulador capaz de sobrevivir a cualquier crisis. Con testigos que se pronunciarán en su contra el próximo mes, Netanyahu espera otro milagro que podría generar un parlamento más amigable dispuesto a otorgarle inmunidad o congelar su juicio. Los opositores lo describen como un mentiroso en serie que ha causado dos años de parálisis política al anteponer su supervivencia política y sus problemas legales a los intereses del país.
Las encuestas de opinión pronostican una carrera extremadamente apretada, lo que aumenta la posibilidad de un estancamiento continuo e incluso una quinta elección consecutiva sin precedentes. Netanyahu parece tener una ligera ventaja debido a las complejidades del sistema político de Israel.
En Israel, la gente vota por partidos, no por candidatos individuales. El Likud de Netanyahu está nuevamente preparado para emerger como el partido individual más grande. Pero dado que ningún partido ha ganado nunca una mayoría parlamentaria de 61 escaños por sí solo, se deben formar alianzas políticas para crear una coalición de gobierno. Si las encuestas de opinión resultan precisas, Netanyahu tendría un camino más claro para construir un gobierno que la variedad de rivales que tienen poco en común más allá de su animosidad hacia él.
