Por Julio González Villa
“Es conocida la célebre sesión del Parlamento en el cual -el 13 de abril de 1655- parece ser que entró Luis XIV (tenía 17 años) con botas, sombrero y látigo en la mano, poniendo fin a las deliberaciones del Parlamento con estas palabras: “El Estado soy yo”. La anécdota es legendaria, aunque está demostrado que el rey, vestido sin gala alguna, prohibió que continuaran las deliberaciones “de una manera extraña y muy distinta de la que hubieran empleado sus predecesores”.” Frantz Funck-Brentano; El Antiguo Régimen; Ediciones Destino; Barcelona; 1.953; Pag. 227
El gran Luis XIV construyó el Palacio de Versalles; puso en jaque a Inglaterra, a Prusia, a Austria con la guerra de sucesión española. Construyó el famoso hospital para los Inválidos, para sus soldados, hoy sitio obligado de turismo en París. Representó lo que la doctrina ha denominado el Absolutismo. Agenció a España con su matrimonio con María Teresa lo que le permitió pedir su derecho a la corona española a la muerte de Carlos El Hechizado e hizo posible la llegada de los borbones franceses a España con Felipe V. La famosa pintura de Rigaud nos muestra su magnificencia. El Rey Sol. Su reinado de 72 años hizo grande a Francia.
Ante un monarca como Luis XIV, a pesar de representar el absolutismo, hay que reflexionar. Su herencia, con sus aciertos y errores, no puede pasar desapercibida. Fue el hijo de Luis XIII y Ana de Austria, los reyes de Francia durante la época de Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas. Cambió las costumbres francesas al obligar a todos los nobles a ir a Versalles para tenerlos bajo su control y vigilancia. “Luis XIV dijo antes de morir: Je m’en vais, mais l’État demeurera toujours («Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá»).” https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XIV_de_Francia
En Medellín tenemos como alcalde un incompetente que no ha sabido manejar la ciudad. La otrora “Tácita de Plata” como la mantuvimos a través de lo que en su momento fue Empresas Varias de Medellín, hoy es un muladar de basura, excrementos, desorden, suciedad. Las calles no están barridas, no existe control ni limpieza de los receptores de las aguas lluvias. Algunos “recicladores” hacen su labor a cielo abierto, en espacios públicos, en las vías públicas. No es sino verificar el llamado deprimido de la Avenida Oriental, los márgenes del río Medellín por los lados de la Plaza Minorista, las glorietas de la Alpujarra que van de la Av. Oriental hacia San Juan, la Glorieta de la Universidad de Antioquia, para ver “la ciudadela de las gentes de la calle” haciendo lo que les place y donde les place.
En estos días fuimos testigos una vez más de un homicidio culposo por parte del Alcalde de Medellín. Una pareja falleció por la inundación del deprimido de Conquistadores que ya había costado una indemnización años atrás por un ahogamiento en idénticas circunstancias de unos músicos. Si en el mismo sitio, por las mismas causas, ocurre lo mismo, la obligación que tenía el Estado (Medellín) era de resultado, y nunca de medio. El Alcalde de Medellín, responsable de la limpieza del sistema de aguas lluvias, del barrido de las calles y del control de las actividades de los llamados habitantes de calle es un homicida.
Esperamos que la Procuraduría, que la Contraloría y que la Fiscalía, inicien de oficio, en forma inmediata, las investigaciones propias de rigor.
Este malhadado alcalde de Medellín que más que alcalde es un twittero profesional, un hombre de las redes, un inconsciente con poder, un irresponsable, un prevaricador, un pésimo administrador, un advenedizo que vino a desunir la ciudad, a enfrentarla, a sembrar odio, nunca podrá siquiera acercarse a Luis XIV, aunque quisiera parecérsele porque el diría: “Medellín, Soy Yo”. Qué lejos está de parecérsele a este Monarca francés. Yo le espetaría, usted no es Medellín, Acalde; Usted es: ¡un simple Pelafustán!
