Luego de establecido el reinicio de las negociaciones para la primera semana de noviembre entre el gobierno de Colombia y el grupo narcoterrorista del ELN en Venezuela, cabe preguntarse, ¿qué más entregará el Estado colombiano?
La segunda guerrilla por antonomasia de Colombia se sienta nuevamente con los negociadores del gobierno nacional con el fin de terminar con su accionar terrorista que desde el 4 de julio de 1964 ha bañado de sangre al país.
La guerrilla del ELN tiene un modelo disipado de mando, no piramidal como lo tenía la guerrilla de las FARC, lo que hace más complicada la negociación debido a que cada comandante de frente en la práctica es autónomo en su accionar. Si a eso se le suma que, al terminar la negociación de La Habana en el año 2018, las FARC dejó amplios territorios que fueron tomados de inmediato por el ELN, hace que hoy sea un rival mucho más fuerte y rico que hace seis años.
Otro problema radica en que el ELN es una guerrilla binacional, debido a que tiene campamentos, cultivos y dominio de vastas zonas venezolanas. Lo que aún no queda claro, es si en el posible acuerdo entre los elenos y el gobierno colombiano también se incluirá el sector que delinque desde el país bolivariano y que hoy es amo y señor del territorio del Tarra en los santanderes.
Siguiendo con las dificultades, está el control y manejo de los cultivos de coca que le brindan ríos de dinero a los comandantes de cada frente y que seguramente no estarán dispuestos a perder. Incluso, ese recurso inconmensurable de manera indirecta sostiene al régimen venezolano a cargo del dictador Nicolás Maduro, tal como lo expuso el ex ministro de agricultura de Colombia, Andrés Felipe Arias en su libro Estudios de Economía y Narcotráfico.
Es claro que el punto de partida de las negociaciones será entregar como mínimo lo que se le dio a las FARC en el acuerdo de La Habana, donde el Estado colombiano claudicó las armas y se rindió ante el enemigo, dándole una constitución y una justicia paralela, entregándoles posiciones de poder dentro del poder legislativo y recursos para hacer política, incluyendo emisoras de radio y sosteniendo pesados cuerpos de seguridad para sus líderes; todo pagado con los impuestos de los colombianos.
¿Hasta dónde llegarán las ansias de poder de aquellos que nunca respetaron la vida, la propiedad y la libertad de los colombianos?, ¿hasta dónde estará dispuesto a entregar el presidente Gustavo Petro con el fin de conseguir su paz total? ¿Hasta dónde seguirá la humillación para los colombianos de bien que ven como su Ejército y Policía son entregados a sus victimarios? ¿Hasta cuándo el país se tendrá que arrodillar ante los delincuentes?
