Por Álvaro Ramírez González
He observado el discurso del presidente Petro en la Asamblea de la ONU, varias veces antes de opinar sobre el particular. Me llegó un meme que dice «no crean ustedes que hablar en la Asamblea de la ONU, es hablarle al mundo. Son un poco de lagartos dedicados a chatear». Muy duro. Pero no muy distante de la realidad.
La ONU se convirtió en una institución inútil, para ser generoso. No sirve para nada, no resuelve nada, no está en una campaña importante frente a ninguna crisis del mundo. Es un nido de burócratas.
El discurso de Petro generó muchas posturas distantes a nivel nacional. Andrés Pastrana escribió un comentario muy fuerte acusándolo de defensor de la cocaína, y recordándole su paso por el terrorismo en el M19. Roy Barreras califica el discurso como una pieza invaluable que destaca que es la destrucción del medio ambiente y no la hoja de coca, el culpable de esta tragedia. Ambas, lecturas sesgadas y por ello, inexactas.
Dijo cosas muy sensatas y sentidas. Pero revolver la cocaína con el petróleo es un ataque al sistema capitalista, que lleva más odio que razón. El petróleo y el carbón han estado íntimamente ligados al desarrollo económico del planeta y al transporte intercontinental de personas y productos. ¿Con qué hubiera reemplazado la humanidad esos dos combustibles?
Culpar a los países «del norte» de la tragedia de los del sur, es desproporcionado al extremo. ¡Al extremo socialista! Culpar a los países ricos de la pobreza de los países pobres, no es el diagnóstico más correcto. Indudablemente son los países ricos, y desarrollados, los que marcan el ritmo del mundo y, con su liderazgo tecnológico, cada vez, la distancia con los países emergentes es mayor.
Pero es innegable, que muchos países pobres han superado sus niveles de atraso y pobreza gracias a sus alianzas, exportaciones y negocios con los países ricos. Esa discusión es tan bizantina e inútil como la del capitalismo frente al socialismo. Pero sin duda la gente vive mucho mejor en los países ricos y el flujo millonario de emigrantes va desde los países socialistas hacia los capitalistas. Por algo será.
Pero el discurso tuvo también un reclamo latinoamericano y social. ¡Muy sentido! Hay dos temas en los que sus afirmaciones fueron totalmente ciertas. La guerra contra las drogas es un total fracaso. Al contrario, la juventud está migrando hacia él fentanilo y otras drogas más fuertes y letales, que no se producen en Colombia. Y la protección del medio ambiente en América Latina, también es un gran fracaso. Pero es falso que el mundo reclame cada vez más petróleo y cada vez más carbón.
El mundo está migrando aceleradamente a energías limpias, liderado por los países ricos.
Eso es innegable. Solo una legalización global de la cocaína puede acabar con su valor, con el negocio, con la clandestinidad y con la muerte que trae consigo. Pero apenas el 10% de los cultivos de coca, están en la Amazonia Colombiana (Putumayo). El 90% están diseminados por el resto del país. Y es cierto que necesitamos más apoyo para cuidar el medio ambiente.
Pero no nos van a perdonar la deuda externa, para que cuidemos una selva, que tampoco sabemos cuidar. Y bien mal que lo hemos hecho. ¿Qué tanto eco tendrá ese discurso? En la ONU, muy poco. El meme de los lagartos chateando es muy duro. Pero se parece mucho a la ONU de hoy: inocua e inútil.
