Solo quien ha pasado por una experiencia como esta, sabe cómo son las dificultades para sostener un familiar en prisión, esta nota la iniciamos con una madre que ha padecido esta cruel situación, y decir cruel es por la cantidad de historias que tiene para el libro de su vida.
Martha Arango una mujer trabajadora desde los 17 años de edad quien siempre le ha puesto el pecho a la brisa como ella misma lo describe, inició su calvario cuando le fue detenido su hijo menor.
Mi niño nunca fue de esquina, siempre fue muy estudioso y juicioso, yo no entiendo que fue hacer ese día y a esa hora a esa panadería? , como era costumbre él estaba sentado en su computador estudiando y para ese entonces tenía 18 años recién cumplidos, lo llamo un amigo a decirle que fueran a tomarse un fresco a la panadería de la esquina,” vaya noche tan terrible”, dijo la mujer. A los 20 minutos de haber salido sonó el celular ,”mami me acaban de detener”.
En un silencio y un respirar profundo la mujer continua diciendo, casi me desmayo, no sabía que estaba pasando, fueron mil imágenes las que me pasaron por la cabeza, en mi desespero llamé a mi esposo a decirle y salí corriendo para la estación. Allá pregunté por qué? y me dice el policía que me recibió porque tenía droga en el bolsillo, proceso por ley 30.
El mundo se me derrumbó y ahí empezó todo este drama tan fatal, dijo Martha Arango, por todo es plata, que para pagar aquello, que el abogado, que la comida, que la dormida, lo que yo diga es mentira a lo que me ha tocado en estos 2 años que llevó en esta lucha.
A los dos días siguientes después del traslado a un centro penitenciario que no digo el nombre por reserva, empieza mi hijo a llamar a decirme que por favor le envié dinero para pagar para dormir, comer y estar medianamente bien, cómo así le pregunte? y su respuesta fue : “ma si ni pago me toca dormir en el patio, si no pago me toca comer del bongo y esa comida es muy maluca”, ahí empieza cristo a padecer. “Vivir allá me sale en casi un millón y medio al mes”, aseguró la mujer, quien con voz entrecortada agregó “me toca trabajar el doble para poder que mi hijo viva un poco mejor allá”.
Al escuchar esta experiencia IFMNoticias, consultó a Jorge Carmona Defensor de Derechos Humanos en los centros carcelarios, y aseguró enfáticamente que vivir dentro de una cárcel es muy costoso, traumático, deprimente y humillante.
El INPEC en el año 2020 reveló las cifras de cuánto le cuesta al país mantener el actual sistema penitenciario y el rubro fue de
1,9 billones de pesos.
El Inpec indicó en el documento estadístico que, si se tiene en cuenta que a 31 de julio de 2020 había 116.017 personas en detención intramural – es decir en establecimientos carcelarios – el costo por cada preso al año es de 22 millones 401 mil pesos, es decir 1 millón 800 mil pesos al mes.
Además se reveló por parte de la entidad que una parte significativa de sus recursos se va en el pago de la nómina de los custodiadores, directivos, asesores, profesionales y demás trabajadores que prestan un servicio para el Inpec; mientras que otra parte del dinero es destinado a conceptos de papelería, administración del sistema y dotación de uniformes. Igualmente, se deben incluir los gastos para alimentación, educación y salud de los reclusos.
Y esta cifra fue reafirmada por Jorge Carmona, Defensor de Derechos Humanos, además de manifestar: “que esta situación pareciera ser algo programado, un negocio redondo, lucrativo “, se supone dijo, que estos recursos se destinan para tres cosas:
- Salud: no hay.
- Alimentación: es un dolor de cabeza.
- Infraestructura: hacinamiento.
Carmona pregunta: ¿para dónde se está desviando estos recursos?, renglón seguido indicó que bueno que el gobierno entregará una respuesta.
Otra mujer que infortunadamente sufrió esta situación, como ella misma lo dijo, “el alto costo que tiene el sistema penitenciario en Colombia contrasta con el mal estado en el que se encuentran muchas cárceles en el país y el hacinamiento al que muchos presos están sometidos”.
El Defensor de Derechos Humanos, Jorge Carmona, con preocupación manifestó que el tema del hacinamiento es muy complejo y entregó a IFMNoticias los siguientes datos:
La cárcel El Pedregal fue construida en el año 2010 para albergar a 1.150 personas y en la actualidad hay un poco más de 4. 700 personas entre hombres y mujeres.
La cárcel de Bellavista, construida en 1975 , para albergar 2.224 personas y en la actualidad cuenta con 3.800 y en los años 2013, 2015 llegó a tener 9.000 personas.
La Paz de Itagüí, tiene una capacidad para 328 personas y tiene 1.200
“Cifras que demuestran el hacinamiento que existe y esto no lleva a ninguna resocialización, esto parece más una película de terror”.
Y terror las cifras que le entregó a este portal informativo del costo de vida dentro de un centro penitenciario para los reclusos, “es asombroso que esto pase en la nariz de las autoridades”, y así fue como lo dijo Martha Arango, una de las madres que aún vive esta situación.
Una canasta de huevos tiene un costo de $ 150.000 mil pesos, un kilo de tomate $ 30.000 mil pesos. Si hacemos la comparación con el costo afuera es el siguiente: una canasta de huevos cuesta: $ 16.000 mil pesos aproximadamente, un kilo de tomate $ 2.500 pesos aproximadamente.
Pero no es todo, cuando una persona llega detenida a un centro carcelario si quiere dormir en un colchón y en un área de 4 baldosas contadas, tiene que pagar entre $45.000 y 50.000 mil pesos semanales y si quiere dormir hasta las 8:00 a,m el costo es de $ 200.000 mil pesos al mes. Cada comida, es decir desayuno, almuerzo y cena cuesta $ 25.000 mil pesos.
¿Y esto quién lo controla?, respondió claramente Jorge Carmona, defensor de Derechos Humanos: “nadie, el Inpec manda hasta la reja y de ahí para adentro las estructuras criminales del interior de cada cárcel”.
Ahora surge otra pregunta: por qué el estado ha permitido esto?
El costo económico de vivir en una cárcel es como la realidad es estratificado.
