sábado, abril 20, 2024

El amor de Petro

Por Andrés Guerra Hoyos

Construir al enemigo. «Uribe paraco el pueblo está verraco». Estribillo convertido en estrofa de batalla de la izquierda descarada, buscando lo que el escritor italiano Humberto Eco denominó «construir al enemigo», donde se insiste en las bondades de tener siempre a mano a un rival en quien descargar nuestras debilidades o faltas y, si ese rival no existe, pues habrá que crearlo.

Tengo dos Gustavo Petro en mi imaginario. El primero: el mal perdedor de 2018, al perder la Presidencia le anunció a Iván Duque que se volverían a encontrar, pero en «las calles» y así lo cumplió, incendió, atizó, le hecho carbón, construyó y aprovechó la molestia social como vehículo ideal para acceder al poder. Cuatro años después conocí el segundo: otro Gustavo Petro, llama a la reconciliación y al amor, decide que le dará toda la autonomía a la oposición, pero busca con el perfume de la victoria enamorar un sector de la clase política propenso, débil, que no conoce del amor, pero si del constante interés por la prebenda, el dulce, el contrato, la burocracia.

El 80 % del Congreso y los partidos y movimientos que integrarán la Cámara y el Senado a partir del 20 de julio, serán de la bancada petrista, todo a nombre del amor, el «acuerdo nacional» que hoy anuncian es la resurrección de la «Unidad Nacional» de Juan Manuel Santos, maquillaje ideal del sector político, que no se sonroja, ayer azules, hoy rojos, mañana verdes o amarillos.

Las posturas políticas se modifican con la misma rapidez que se habla de «cambio».  Tengo claro que nuestro líder natural Álvaro Uribe Vélez se sentará con el presidente electo a dialogar. Uribe es un hombre curtido y maduro, plena confianza en sus conclusiones. Pero insistiré en el camerino que el Centro Democrático debe ocupar el lugar de la oposición, no creo en el amor ni la buena voluntad de Petro, y menos en el amor del ambivalente de Santos, ni de Roy, ni del Pacto Histórico.

El sentido común me susurra y me dice que seremos pocos, muy pocos en la oposición, pero con la tranquilidad de ser consecuentes y asumir posturas. Algunos me dicen será tu «final» político… ¡Qué importa! Prefiero entregar mi tenue capital político al rigor de la coherencia.

Apunten: La oposición entra tal vez en el proceso de refundación más importante de los últimos 20 años y el vigor que tengamos será la oportunidad de oro para que el Centro Democrático tenga la posibilidad de retomar dos cosas: la confianza y la vocación de poder.  Que pereza el amor de Petro, Santos, Roy. No creo en ellos.

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