Llegó diciembre y con ello, se empieza a pensar y a preparar las novenas de Navidad, una tradición que sigue estando arraigada en la cultura religiosa y familiar de Colombia. Las novenas es un rezo colectivo que se hace durante nueve días, entre el 16 y el 24 de diciembre, con el propósito de preparar espiritualmente a los creyentes para la celebración del nacimiento de Jesús. La práctica incluye oraciones, reflexiones bíblicas y cantos, y suele complementarse con villancicos y la preparación de alimentos típicos de la temporada.
El origen de las novenas se remonta al año 1743, cuando fueron escritas por el sacerdote ecuatoriano Fray Fernando de Jesús Larrea. Con el paso del tiempo, estos textos adquirieron gran relevancia en el ámbito católico de la región andina. Posteriormente, la Madre María Ignacia, una religiosa colombiana, adaptó el contenido y añadió los conocidos “gozos”, con el fin de acercar las oraciones a la cultura local y facilitar su comprensión dentro de las comunidades.
La estructura de cada jornada de la novena cuenta con varios momentos definidos. En primer lugar, se realiza la oración para todos los días, un texto que se repite en cada sesión y que introduce el sentido espiritual del encuentro. Luego se presentan las consideraciones del día, que consisten en reflexiones basadas en pasajes bíblicos relacionados con el nacimiento de Jesús. Estas meditaciones buscan incentivar la preparación interior y fortalecer la comprensión del significado de la Navidad.
Posteriormente se desarrollan las oraciones específicas dirigidas a la Santísima Virgen, a San José y al Niño Jesús. Cada una de estas plegarias se orienta a resaltar distintos aspectos de la tradición cristiana y a invitar a los participantes a renovar su compromiso espiritual. Los “gozos”, uno de los elementos más reconocidos de la novena, se componen de aspiraciones que expresan el deseo por la llegada del Niño Dios y se recitan en coro. Al concluir, es habitual cantar villancicos, un componente musical que fortalece la participación y el ambiente festivo.
Más allá de su carácter religioso, las novenas se han consolidado como un espacio de integración social. Familias, amigos, vecinos y comunidades en general se reúnen para compartir estos momentos, lo que convierte la práctica en una tradición que combina fe, convivencia y celebración. En Colombia, así como en países como Ecuador y Venezuela, las novenas ocupan un lugar destacado dentro de las actividades decembrinas y representan un vínculo entre generaciones que mantienen vivo este rito año tras año.
Durante estos encuentros también es frecuente compartir alimentos típicos de la temporada, como buñuelos, natilla, empanadas y bebidas calientes. Este componente gastronómico se suma al sentido comunitario de la celebración, convirtiendo las novenas en un evento que reúne espiritualidad y tradición culinaria.
Con el inicio del periodo navideño, las novenas continúan siendo una manifestación cultural y religiosa de amplia participación. Su permanencia en el tiempo refleja el valor que tienen como práctica espiritual y como espacio de unión familiar, fortaleciendo la identidad colectiva en torno a una de las celebraciones más representativas del calendario decembrino en Colombia.









