Los vimos airados, envalentonados y dispuestos a golpear no solo a funcionarios sino también a los niños que se disfrazaran de policías. Oímos y presenciamos su insolencia en medio de la toma terrorista que fue el paro del 28 de abril del año anterior. Ahora, como el perro arrepentido con la cola entre las patas, salen llorando, con las madres gritando al fondo, todo porque a los bravucones los aguarda la cárcel. Olvidaron que si no querían que sus críos terminaran en una celda, debieron formarlos como gente de bien.
Y también vimos cómo asesinaban, destruían e incendiaban sin el menor recato: querían convertirlo todo en cenizas y ahora, cuando los capturan, anuncian a los cuatro vientos el motivo del terrorismo que han practicado: respaldar a Gustavo Petro y a Francia Márquez.