El lamentable estado del equipamiento en las paradas de buses de la ciudad es un síntoma de una crisis más profunda en la que se ha sumido el distrito, que consiste en toda una espiral de decadencia producto del abandono y la desidia administrativa.
La vandalización de los avisos instalados en los paraderos dan lugar a concluir que en Medellín prosperan actividades ilegales, economías sumergidas, vándalos, enfermedad mental y habitantes de calle en grandes cantidades, lo que se traduce en un aumento significativo de inseguridad, problemas de orden público, vidrios rotos, publicidad destruida y presencia de grafitis.
En la avenida San Juan por ejemplo esta falta de civismo es realmente evidente incluso al frente de la Administración Distrital. Preocupa el cambio negativo de los últimos años respecto a la falta de pertenencia, que se nota en la basura omnipresente, y que hace que en la ciudad se pueda apreciar con toda claridad la teoría de los vidrios rotos, que señala que la existencia de estos, invita a una mayor proliferación de la vandalización y la consecuente destrucción del mobiliario público.
Ante esto, la ciudadanía podría considerar seriamente que vale la pena implementar en la ciudad el enfoque de “tolerancia cero ante los vidrios rotos” mediante el cual un cuidado absoluto de todo equipamiento inmobiliario urbano serviría de elemento disuasorio contra el vandalismo y los agentes que destruyen lo público.
Tal como se implementó en Nueva York a principios de la década de los 90 bajo la administración del alcalde Rudolph Giuliani en una de las más exitosas políticas públicas de protección a las infraestructuras que a su vez tuvo gran impacto en el comportamiento ciudadano, en el orden y en la seguridad.
