Parece ser que a los izquierdistas no les incluyeron, en el equipo de carretera para recorrer la vida, la dosis necesaria de respeto por los demás. Esto queda demostrado con las declaraciones de Verónica Alcocer, esposa de Gustavo Petro, candidato a la Presidencia de la República.
Los comentarios desagradables, insultantes y procaces, además de denigrantes, que profirió la señora Alcocer en contra de las mujeres periodistas de Colombia, han despertado la indignación de periodistas y ciudadanos: afirmar que quienes ejercen la profesión solo buscan casarse con «los dueños» es una descalificación inaceptable, baja y ruin, como todo lo que sale del Pacto Histórico. «A todas les va bien, todas entran de reporteras y terminan en el mismo canal casándose con los dueños, pa’ eso entran ahí, ¿pa’ qué crees?», dice Alcocer.
Este comentario injusto y exasperante, hace necesario el recordarle a la señora Alcocer que la profesión de periodista es tan hermosa y gratificante que cualquiera no la asume y mucho menos para venderse al mejor postor.
Quien realmente trabaja con honestidad sale adelante y sin necesidad de vender su cuerpo ni su ideología, ni mucho menos se traiciona a sí misma, en busca de poder. De hecho, no se trata de lucir un cuerpo bonito y una cara de muñeca: se trata de leer, de entender y de conocer las problemáticas de una sociedad que necesita que alguien asuma su vocería y dé a conocer las necesidades y la realidad de lo que hasta hoy ha dejado la violencia.
Cada mujer periodista, además de ejercer su profesión con orgullo y honestidad, también es mamá, esposa y mil cosas más: ella es la que se levanta cada día, muy de madrugada, a luchar por el bienestar de su familia y de una sociedad. Entonces surge una pregunta: ¿la señora Alcocer si sabrá de esto? De golpe, ella sabe ser ama de casa, porqué bien escondida sí la tenían y, de repente por ese ostracismo al que la sometió su marido, sale a la luz con estas barbaridades, muy propias de quien desconoce e ignora la integridad y la valía de la mayoría de periodistas en Colombia.
Saborear las mieles del éxito con dignidad, sin necesidad de feriar su cuerpo, es un orgullo para las mujeres periodistas. Por tal razón, las declaraciones de Alcocer son un irrespeto que no se puede dejar pasar: como ladrón juzga por su condición, ¿será que para poder vivir en una situación financiera estable, la señora Alcocer incurrió, con su marido Gustavo Petro, en las reprochables conductas que ahora critica? ¡Es que la tiene tan clara, que parece hablar la voz de la experiencia! Al parecer, está empapada de las mañas que ella cree necesarias para llegar a la cima.
El llamado es a que las entidades como la Personería, la Defensoría del Pueblo, las secretarias de las mujeres, incluida, claro está, la de Medellín, además de los gremios periodísticos y la Flip, se pronuncien de manera vehemente y tomen las medidas necesarias para impedir que se repitan esas infamias en la vida política nacional.
Es una vergüenza que una mujer como Verónica Alcocer llegue a ser la primera dama de una Nación, aun cuando ni siquiera debe saber la definición de lo que realmente significa llevar con dignidad el titulo de esposa y mucho menos de mujer.
Una pregunta final para Verónica Alcocer, aunque Francia Márquez no es periodista, ¿cómo llego a ser la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro? ¿A todas estas, dónde están los grupos feministas?
¡Señora Alcocer, respete!
