martes, abril 23, 2024
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¡Cumple o Incendiamos el país!, Primera línea a Gustavo Bolívar

Por Carlos Andrés Echavarría Blandón

Durante lo corrido de la semana, la capital de la república nuevamente ha sido epicentro de los desmanes y una orgía de violencia desenfrenada por parte de la banda delincuencial que se hace llamar: La Primera Línea. Las personas en la localidad de Kennedy no pueden vivir tranquilos y mucho menos pueden acceder al servicio de transporte masivo de la capital, porque estos «muchachos de mi corazón» como dijo alguna vez la alcaldesa de Bogotá Claudia López, no permiten el acceso del Portal, destruyen la propiedad privada y no hay comerciante que no está intimidado por la delincuencia. ¿Qué quieren esos vándalos?, ¿Acaso están dirigidos por alguna organización superior? En Contexto se dará un esbozo del problema que crece día a día y que tiene a varios políticos temblando en el capitolio y en la misma Casa de Nariño.

La batalla ideológica para la izquierda, siguiendo los mandatos de Karl Marx, siempre debe efectuarse mediante la combinación de todas las luchas, siendo una confrontación que escale hasta el terreno de la violencia, armas y muerte, su principal arma para derrotar a una sociedad pacífica y timorata. Es por ello, que cada vez que la izquierda afín a las ideas de Lenin, Stalin, Trotski, Mao, Hiltler, Mussolini o Castro, cuando considera que está “madura la fruta” para llegar al poder, comienza con pequeños actos de terrorismo y miran la respuesta de las autoridades y la ciudadanía en general. Cuando el gobierno es débil y permite que los delincuentes se salgan con la suya mediante diálogos, negociaciones y cero castigos, la intensidad sube y puede llegar a los niveles que vivió Chile en el año 2019 en donde destruyeron la capital de país más desarrollado del subcontinente con una excusa paupérrima que terminó con una era de prosperidad para el país austral y que lo tiene hoy en manos de un perfecto incapaz que fue líder de los revoltosos. Gabriel Boric en menos de seis meses tiene a Chile en medio de una debacle económica y social que llevó a su país nuevamente al subdesarrollo propio del continente.

La revolución molecular disipada, fue el método que empleó la izquierda del foro de Sao Paulo para llegar a su objetivo de tomarse el control de los países mediante las urnas. Las personas en medio de su desesperación buscaran un cambio y no consideran que el cambio podría ser para peor, como se evidencia en los países que cayeron en la trampa, Chile, Perú y Argentina.

En Colombia, para ese mismo año y parte del 2020, apareció un nuevo grupo delincuencial que tomó las mismas tácticas que se emplearon en Chile. La Primera Línea implementó el modelo descrito de la revolución molecular disipada y desestabilizó el territorio nacional. En la cumbre de las revueltas se llevó al país a un paro nacional que duró más de dos meses y que acabó con miles de puestos de trabajo, que llevó hambre a las familias colombianas y según estudios se calcula en más de 2 billones de pesos las pérdidas que se provocaron. Pero eso no importa, la consigan era cada ocho días destruir los CAI, atacar a los policías, pintar con grafitis toda pared limpia, quebrar vidrieras, interrumpir el tráfico vehicular, atacar el Transmilenio, quemar iglesias, en fin, desestabilizar la capital de la república para que cayera el otrora presidente Duque y que su máximo líder, Gustavo Petro, llegara al poder.

Solo una pandemia global salvó la administración de Duque porque el virus chino obligó a los mandatarios de todo el mundo a tomar medidas de control poblacional del tipo dictatorial. De esa forma, acabaron las manifestaciones en Colombia, pero la semilla estaba incrustada y las mentiras llegaron a puerto. Se quería un cambio por las terribles condiciones en las cuales estaban todos los ciudadanos del país, en donde miles de puestos de empleo fueron cancelados, en donde la economía estaba en crisis y donde las “mieles” de la revolución abundaban por doquier. Hambre, desesperanza, miedo y rabia, estaban en los cuatro puntos cardinales del territorio nacional. La gente clamaba por un cambio, pero al igual que en Chile, ese cambio fue para mucho peor y Colombia cayó de la sartén directamente a las brasas del comunismo.

Con el objetivo cumplido se supondría que la Primera Línea iba a desaparecer, pero, durante sus actos vandálicos de los años 2019 y 2020, varios de sus miembros fueron detenidos y muchos de ellos condenados por la justicia a varios años tras las rejas. Una promesa de campaña del hoy presidente Gustavo Petro, era darles el perdón a esos “inconformes” que salían a las calles a protestar. El ministro de justicia salió esta misma semana a decir que las manifestaciones populares no debían ser punibles, que era un derecho la protesta y así de tajo, despenalizó todos los actos vandálicos que atentan en contra de la propiedad pública y privada de los habitantes del país.

Aún así, para la Primera Línea no fue suficiente, ellos quieren celeridad y que sus compañeros salgan de la cárcel para continuar con su lucha violenta y que posiblemente los nombren gestores de paz. En un video publicado en la red social Twitter, uno de los miembros de la primera línea expone: «Realmente que garantía y que soluciones le van a dar a estos jóvenes y a estas familias que llevan todo este tiempo luchando por sus familiares»

Pero la declaración no termina en un simple pedido a la administración de Gustavo Petro sobre la situación de sus amigos, menciona otro aspecto que debería preocupar seriamente a todo el país: «Un gobierno que gracias a esos jóvenes (La Primera Línea), ascendió al poder». Una declaración manifiesta que ellos lucharon para que Gustavo Petro se convirtiera en presidente de Colombia, lo que revela que esas manifestaciones fueron de ideología de izquierda, de ideología marxista, en pocas palabras, unas manifestaciones que buscaban implantar en Colombia al comunismo en la presidencia.

Puede que esas ayudas sean bajo el desconocimiento de Petro y su grupo intimo de la campaña; puede que simplemente sintieran ese apoyo para sacar réditos electorales y por ello, nunca los salieron a criticar en los medios. Pero, al final de la exposición del líder de la primera línea, esa línea delgada de que “todo fue a mis espaldas” puede ser no del todo cierta: «ascendió al poder y hoy ni siquiera es capaz de dar la cara»

¿Qué relación tuvo la campaña Petro con la Primera Línea?, ¿Qué promesas le hizo?, ¿Qué garantías les otorgó a los manifestantes? Una serie de preguntas que sería muy bueno que el presidente Gustavo Petro le respondiera al país, dado que uno de sus más leales seguidores, Gustavo Bolívar, llegó a la osadía de hacer una recolecta para dotar a esos “muchachos” de elementos de protección para su enfrentamiento con las fuerzas del orden público.

El silencio de La Primera Línea se puede romper muy pronto si no les cumplen lo prometido en campaña. Se evidencia el desespero de Gustavo Bolívar por apaciguarlos, la administración en pleno sale a respaldarlos, los ministros buscan por todos los medios sacarlos de las cárceles, e incluso, el viceministro de justicia tiene la osadía de no permitir el arresto de unos criminales capturados en flagrancia durante una revuelta en donde resultó destruido el vehículo del comandante de la policía.

Las revueltas llevaron al poder a Petro y ellos más que nadie, saben que ese bumerang puede retornar y también quitarlos del trono, a menos que se comporten como lo que son, un grupo criminal que se tomó el poder y al llegar a él, efectúan las purgas como lo hizo en su momento Stalin, Hitler, Mao y Castro.

Los jóvenes de la Primera Línea fueron empleados como simples peones en un juego de ajedrez, que son sacrificables en la búsqueda de los objetivos, es por ello, que una posibilidad es que su labor ha sido dada por concluida por el gobierno de Petro y que serán llevados al patíbulo. Otra posibilidad es que Petro considere que aún le son útiles para armar sus “colectivos chavistas” que siembran de terror al ciudadano del común y con ellos organizar sus casacas negras (como buen facho) y tener a la población atemorizada con un ejército paramilitar que no tiene que regirse bajo ningún protocolo de Derechos Humanos.

¿En qué posición estará el Estado colombiano hoy en manos de un comunista puro y duro?

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