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jueves, abril 25, 2024
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Criticar ferozmente es más fácil y tiene más eco que proponer o conciliar

Por Claudia Posada

Desacelerar el motor de la producción capitalista para refrescar el planeta, es en esencia la teoría del decrecimiento económico. Desde los años 70s, por parte de economistas independientes,  se viene hablando de los perjuicios que acarrea la industria desmesurada de bienes -tantísimos de ellos innecesarios- para satisfacción de la sociedad de consumo, en detrimento de los ecosistemas que son afectados por el desequilibrio en las relaciones humanas con la Naturaleza.

Por estos días, en alguna intervención de la Ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, mientras transcurría el Congreso Nacional de Minería de la Asociación Colombiana de Minería (ACM) en Cartagena,  la funcionaria dijo: “Nosotros necesitamos exigirle también en el marco de esta geopolítica global a los otros países que comiencen a decrecer en sus modelos económicos, porque de ese decrecimiento depende también que nosotros logremos un equilibrio mayor y que los impactos del cambio climático nos afecten menos”. ¡Qué fue aquello!Ni conociendo a través del informe de la Comisión de la Verdad, semejantes infamias tan atroces que se han cometido en Colombia por actores de todos los bandos en confrontación,  se despertaron sentimientos de tal asombro; es como si la ministra Vélez hubiera propuesto ritos satánicos o crimines horripilantes.

No se trata de terciar para un solo lado. (Algo así como Donald Trump que niega las emisiones globales del CO2 y el efecto invernadero. Sus razones tiene para tal posición: Una inmensa riqueza económica que él posee por su actividad en el negocio de las más grandes construcciones, y otras actividades de la industria. Según dicen, presumiblemente sin que en ellas medien escrúpulos). Se trata de comprender lo que pasa en el mundo, en nuestro planeta, al que estamos haciendo daño grave con nuestros estilos de vida enmarcados en modelos cuyo motor de crecimiento es la producción, de manera incontrolada,  sin medir la calamidad mundial que puede llegarnos porque los recursos naturales son limitados, y los estamos destruyendo con la aceleración del consumismo al que satisface la industria; de ahí que sean China, EEUU y la India, los tres países primeros en el planeta emitiendo toneladas de CO2

Estamos agotando las riquezas naturales del planeta, todas ellas para el bienestar de la humanidad, pero no ilimitadas. Vamos más rápido golpeando el planeta, que buscando su equilibrio regenerativo. Por los abusos que se quieren controlar, divulgando los planteamientos del decrecimiento económico; es decir, entendiendo como tal la disminución desaforada de bienes que en esa dinámica de crecimiento en la industria del consumo, debilitan los ecosistemas, es por lo que se pretende  la compensación mundial que,  inclusive, podría disminuir la brecha enorme entre la riqueza acumulada por unos cuantos, con respecto a la pobreza que padecen muchos a los que se les niega el disfrute de la Tierra; dadas sus condiciones de escasez en todas las dimensiones humanas,  tristemente se llega hasta el punto de no poder ni abrir sus brazos hacia el horizonte amplio que es de todos, pero se les niega por la discriminación e inequidad.

Por lo tanto, llegará un momento en el que ni la mayor opulencia atesorada, podrá recuperar los  mares con más basura que especies marinas para ese entonces ya enclenques, aniquiladas; firmamentos marchitos; sistemas ecológicos exhaustos de su lucha contra los modelos humanos de producción arrojando desechos, remanentes, desperdicios industriales, venenos químicos, entre muchos otros. Empezar a trabajar por la disminución de tan perversa tendencia, es lo que se quiere cuando se habla del decrecimiento económico. 

Y al ritmo de esta buena onda, caminan emprendedores, profesionales jóvenes, y desde luego hombres y mujeres de todas las edades en el mundo; de distintos estratos socioeconómicos, oficios y profesiones, cuya conciencia social y ambiental,  los hace ricos en la satisfacción de ser buenos habitantes del Planeta;  le sirven a la sociedad, solidarios con las generaciones venideras. Tal vez ninguno de estos estaba en Cartagena ese día cuando a la Ministra Irene Vélez la criticaron ferozmente.

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