Muy graves y de gran trascendencia para el país han sido las declaraciones de Petro respecto a los cultivos ilícitos. Como bien lo señalaba el medio Panam Post, «el país entró en una nueva era de la mano de la extrema izquierda, con la complacencia de los demás partidos políticos y con un ex guerrillero presidente, (…) lo que ha puesto al país en un alto riesgo de perder su democracia» y de entrar en la decadencia sin límite de los valores de la sociedad.
Entre más cerca está el país de superar la barrera de las 300 mil hectáreas de coca cultivadas, seguramente más cerca estará Colombia de convertirse en una narco democracia, y en un estado fallido inundado de droga.
Pese a esto, Gustavo Petro declaró en la Asamblea de Campesinos Cocaleros en el municipio de El Tarra, Norte de Santander, que la gente podría seguir cultivando coca mientras “aparece otro cultivo” algo que técnica y económicamente es inviable ya que no existe un cultivo que reporte mejores rendimientos.
De esta manera, en vez de establecer una política orientada a desactivar todas las etapas del negocio, el gobierno de ultraizquierda se decanta en solo combatir el transporte del producto terminado: la cocaína.
Surgen entonces las críticas y las dudas frente a esta intención del ex insurgente presidente. Muchos, con certeza, plantean que la relación entre Petro y los narcotraficantes es clara.
Tal parece ser la posición del ex presidente conservador Andrés Pastrana, quien mediante un trino señaló la función de Petro como beneficiador del narcotráfico y va más allá porque lo califica de apéndice:
En consecuencia, de ser Petro un agente al servicio del narco negocio, sería todo un subpresidente narco, donde el fenómeno ilícito es el que dirige los destinos de la nación.
Pese a esto, ya surgen las voces en contra de su polémica política antidrogas, desde el Departamento de Estado norteamericano e incluso ya se lanzan advertencias que ponen al país en gran riesgo de sufrir la descertificación por parte del gobierno estadounidense, algo que ya vivió Colombia en el pasado, y que estigmatiza a los colombianos segregándolos del contexto internacional y de diversos ámbitos políticos, económicos y diplomáticos, algo que ya se creía parte del pasado.
