Un día 21, a las 5 de la tarde, hace 27 meses el Señor te llamó a su casa celestial. Tenías solo 31 añitos, eras hermosa, alegre, positiva, una hija, hermana y amiga maravillosa. Sola, de manera intempestiva dejaste este mundo que te prometía mucho, tu corazón dejo de latir, quedaste bella y tranquila, así lo expresó tu rostro. Solo Dios sabe por qué te llamó, yo no lo he podido entender y menos asimilar, aun los lindos mensajes que me has enviado desde tu partida.
Esta vida aquí continua, no sabemos si mejor o peor del mundo que dejaste, solo donde estás podrás comparar. Tu madre piensa que es mejor allá y creo que tiene la razón, pero yo considero que este mundo aun con sus imperfecciones vale la pena, tú lo viviste: tus amores, experiencias, tus estudios: el colegio, la universidad, tus amistades, tus viajes por el mundo, tus diversiones, tu trabajo, tus iniciativas y negocios y bueno ni que decir de tu familia a quien tanto amaste. Valió la pena tu vida hija mía, dejaste huella.
Me atrevo con tu venia a publicar estas palabras, porque son muchos los padres que en estas navidades estarán llorando la partida de un hijo, hija o ser querido, como fue nuestro caso ese 21 de septiembre de 2020 y a ellos solo les quiero decir que cualquiera que haya sido el motivo, Dios siempre recibe a sus hijos con amor. Aceptemos las realidades de la vida con estoicismo y valor, sé que no es fácil, pero si posible.
Quiero compartir con mis lectores la oración que el Señor puso en mi corazón después de tu partida:
¡Oh! Dulce Señor Padre nuestro y de la humanidad, tú que nos das la vida y nos infundiste el amor, nos diste a tu hija Paolita para que nos acompañara en esta vida temporal por 31 años. Te damos gracias por tan inmenso regalo, porque con ella vivimos días maravillosos, desde cuando la recibimos como una bebecita hasta su último día cuando la llamaste como una mujercita
Te queremos pedir Santo Padre el amparo a tu hijita, que sabemos fue recibida por la Santísima Virgen María quien tanto la ama. Perdona sus errores y pecados que todos humanamente cometemos en la imperfección de la vida, asciéndela a escalas más altas del cielo y prepárala para que cuando sea nuestro llamado, ella nos esté esperando con el amor que siempre nos ha dado.
Te pedimos Señor por tu gracia todo esto y permítenos decirle: “Paolita, fuiste, eres y seguirás siendo nuestra hija y hermana amada, te vivimos todos los días de nuestra existencia y te amamos profundamente. Gracias por tu compañía y por tu amor. Bendita seas por hoy y por siempre”.
¡Paolita por el amor a Dios, descansa en paz, Amén!
