sábado, abril 20, 2024
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Cali y Medellín: saqueo y degradación sin antecedentes

Por Álvaro Ramírez González

El último escándalo que conoció el país en las Empresas Municipales de Cali es aterrador, vulgar e indignante. Pero es apenas uno solo se los contratos. La Alcaldía de Jorge Iván Ospina ha firmado y adjudicado directamente sin licitación pública 75.000 contratos por la suma de $ 2.8 billones.  Toda una cruzada de saqueo, corrupción y desgobierno.

Basta visitar a Cali, para ver en las calles las consecuencias de un desgobierno brutal. Todo es un entramado de corrupción y reparto de la contratación para Juan Carlos Abadía, exgobernador destituido y expresidiario, Juan Carlos el Negro Martínez, un político y capo que desde la cárcel, maneja a Cali y una buena parte del Valle. Y finalmente, Dilian Francisca Toro, la baronesa, hoy jefe única del Partido de la U, y llena de acusaciones e investigaciones que nunca han llegado a nada.

Una linda y joven concejal de Cali, acaba de sacar un video mostrando los más grandes contratos, con sobreprecios descomunales que Mauricio Ospina, hermano del alcalde Jorge Iván Ospina, maneja y entrega desde una oficina privada en Chipichape. Los órganos de Control del Valle y de Cali, son elegidos y amarrados a este cartel de saqueo. ¡Cómplices!

Es por eso que Jorge Iván Ospina se hace el pendejo y cuando le indagan los medios por los televisores de 50 pulgadas de 47 millones de pesos, (22 veces su valor comercial), y dice que “no creía que eso estuviera así”, y como si nada pasará, le recomienda al gerente de las Empresas Municipales “que se haga a un lado”, mientras avanzan las investigaciones. Este pillo, que naturalmente cumple las órdenes de Chipichape, renunció.

El nuevo contralor General de la Nación en su visita a Cali, (también elegido con los votos de Dilian Francisca y su combo), apenas tímidamente recomendó que “ese contrato de $230 mil millones que en un 65 % o sea $ 149 mil millones son sobreprecios, (para los bolsillos de estos personajes), no se ejecute y se cancele de inmediato”.

Los 60 líderes de la Primera Línea que bloquearon y destruyeron a Cali en el paro – Petro, tienen todos jugosos contratos de prestación de servicios con la Alcaldía de Cali. Seguramente no trabajan como me han informado, pero claramente cobran. No hay duda de que Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali, fue un aliado del paro y la destrucción de la ciudad. La degradación en la administración pública.

En Medellín las cosas no están mejor. La diferencia con Cali es que los paisas si montaron un fuerte bloque de oposición y revocatoria de su alcalde Daniel Quintero. Quintero acaba de pedir la renuncia de todo su gabinete, para montar “uno que enfrente la campaña política y derrote al uribismo”. “Politiquería de frente”, calificó la procuradora Cabello.

Una Alcaldía politiquera que hizo lo mismo en la campaña de Petro, y sacó el 80 % de su gabinete a apoyar esa campaña, y dejó a Medellín con un gabinete de segundones. Quintero llegó a montar una lucha de clases absurda que Medellín no conocía, ni necesitaba. A desbaratar el esquema gerencial privado que ha hecho grande y poderosa a EPM. A enfrentar al GEA, patrimonio y orgullo empresarial de 250.000 accionistas paisas.

Y finalmente a parar Hidroituango y montar unas demandas absurdas y peregrinas para perseguir a las prestigiosas firmas constructoras e interventoras de esa obra.

Si no aparece la mano mágica y conciliadora de Iván Duque, Hidroituango estaría parado y en manos de abogados, rumbo a la quiebra y de paso al desastre en EPM. El gigantesco presupuesto de Medellín, por primera vez en la historia, se agotó casi en la mitad del año, y Quintero debió acudir al Concejo Municipal a pedir recursos de vigencias futuras para terminar el año. Medellín luce feo, sucio y el abandono de vías y parques es manifiesto.

Quintero es tan descarado que ya fue suspendido y retirado del cargo por la Procuraduría casi dos meses. La corrupción en la contratación en Medellín es también descomunal y es un secreto a voces que es la esposa de Quintero la que maneja y direcciona toda esa contratación. Medellín nunca había vivido una administración más degradada.

Las sociedades caleñas y medellinenses están por primera vez en alerta máxima y dispuestas a no permitir que esté par de personajes se perpetúen en el poder. Ojalá consigan ese objetivo, porque Cali y Medellín, segunda y tercera ciudad de Colombia, están viviendo un ciclo de desgobierno, saqueo y atraso. Ese ensayo de líderes socialistas terminó en más desgobierno y corrupción que ninguno antes. ¡Y ese infierno tiene que terminar!

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