Por: Ricardo Andrés Roa-Castellanos, Ph.D.
Al amanecer del 12 de agosto de 2021, las noticias bogotanas conmocionaban. Por el sur de Bogotá, abandonado a su suerte, un joven recibía un disparo en el rostro a consecuencia de un intento de atraco. En el centro de la ciudad -barrio Santa Fe-, una vendedora de empanadas era acribillada, en venganza, por un raponero de celulares, capturado el 13 de julio el cual había sido denunciado por la víctima y dejado en libertad a los pocos días. La hermana de la fallecida vendedora, herida en el mismo ataque, agonizaba en un hospital.
El 22 de agosto la ciudad veía como un pacífico peatón nocturno en La Estrada era primero asesinado de un tiro en la nuca y luego robado. Tres personas al día son asesinadas en la capital. Bogotá en la máxima indefensión mientras los criminales hacen su “agosto”.
De hecho, días antes, el 9 de agosto, en otro robo con armas de fuego, y balacera de por medio, en el barrio Cedritos del norte de Bogotá, se robaban 80 millones de pesos dejando ciudadanos heridos. Estas son sólo puntas de un descomunal iceberg manejado políticamente con infantilismo o negligente saña.
Los hurtos a personas también dispararon sus cifras en lo corrido del año. Bosa con 2.847 casos, Fontibón tuvo 2.886, en Kennedy 5.292 y en Engativá 5.111. Usaquén con 3.329 casos, Chapinero con 3.061, o los 4.674 casos de Suba, apenas hasta mitad de este año, que en conjunto muestran que el hampa ha estado a sus anchas apropiándose de la capital. Hasta los suicidios se han incrementado en 2021.
Entretanto, la xenofóbica administración distrital reaccionaba echando sus culpas a cualquier posible tercero (la policía, el gobierno nacional, los venezolanos, etc.), como ha sido habitual, desde que este gobierno local tomó “posesión” oficial, sin responsabilizarse de ninguno de sus fiascos, o desacatos a la ley, al recordar que no siguió el fallo del 27 de abril de 2021 del Tribunal Administrativo de Cundinamarca para impedir las manifestaciones del 28 de abril y 1 de mayo. No hay respeto por la separación republicana de poderes.
En vista de la desesperación capitalina, el Ministro de Defensa, Diego Molano, tuvo que anunciar en forma rápida y efectiva un “Plan de Acompañamiento e Intervención para Bogotá”. Enfrentamientos violentos ocurrían a la misma hora en San Andresito mientras 1.500 hombres de 4 comandos, liderados por 5 generales del nivel nacional, debían ser asignados por el ministro para contrarrestar el permanente estado de des-orden público que ha crecido con la actual administración capitalina. Preocupantemente, el 5 de agosto el ejército nacional se incautaba de 67 kilos de pentolita que iba a utilizarse en un atentado de masivas consecuencias en Bogotá. La administración local no se pronunció.
Los comportamientos anti-sociales en boga ante la inefectividad política local cunden en variadas áreas. La noche del 11 de agosto cerraba con manifestaciones sociales tan pirómanas como normalizadas de parte de “los niños de la alcaldesa” en Suba, eso después de un día que había iniciado con el hijo de un diplomático de la embajada de Argelia abaleado, una mujer atacada en Transmilenio, y la muerte del policía Humberto Sabogal, tiroteado junto a su compañero. En Ciudad Bolívar, Bosa y Kennedy los homicidios crecen.
Transmilenio en agosto por poco cierra al igual que Canal Capital, llevados a riesgo de quiebra, por una alcaldía cuestionada y alejada de la prometida e incumplida meritocracia.
El concejo ha colaborado, creído en los castillos de naipes de la administración pese a las constantes decepciones, y ha aprobado presupuestos billonarios (una real Danza de los Billones): para el plan de desarrollo (23,9), rescate social (1,9), Plan Marshall (10,79 billones), atención al Covid, adiciones presupuestales para el funcionamiento de Transmilenio hasta diciembre de 2021 (2 billones), Bogotá región, descontaminación del rio Bogotá, sumados a recursos con destinos dudosos en su aplicación como donatones por miles de millones (51.696 millones), tablets (1.067 entregadas en 2021 de 100.000 tabletas prometidas a estudiantes), o la cuantiosa donación de Corea del Sur (4,5 millones de dólares), no se ven claramente ejecutadas en la destruida ciudad. El populismo del gobierno distrital imita el populismo chavista: Renta Básica (supuestos subsidios o regalo de dinero) para 450 mil hogares pobres y olvido al aparato productivo y sistema de comercio.
No sorprende que la capital sola sea la responsable del 20% del desempleo nacional en consecuencia. Igual no se sabe si los dineros o 41 mil empleos prometidos por el distrito sigan el curso de los pocos mercados podridos que diera la administración distrital en 2020 a los “mis pobres” informales de la alcaldesa que mandaba a trabajar a la par que les echaba la policía para perseguirlos, aún en el adverso contexto pandémico. Los hoteles no alcanzaron a pagar el predial, según Cotelco. Por las manifestaciones violentas decreció la llegada de extranjeros en 81%.
Preocupa que a comienzos de la crisis la mandataria en la más irresponsable figura retórica propuso como solución a la pandemia el “apagar la economía”. ¿Sorprende? Para nada. Tal es la consigna socialista. Sin duda, el peligro ideológico redunda en la Hacienda Pública distrital que puede quedar tan desfinanciada como TM o Canal Capital (que pese a tener que pagar 1800 millones de pesos en multas por fallas administrativas mantiene a su NO meritocrática dirección). El peligro populista ronda a la democracia legitima usando dineros distritales para réditos políticos presidenciales y de congreso en el 2022, año de elecciones.
El azote de las sectarias manifestaciones violentas por dos meses que prometen continuar desde el 26 de agosto, otra vez, ante la complacencia e inacción distrital en lo referente a su control ya superan los costos, tiempos y daños vistos en el histórico Bogotazo. La capital hoy parece el centro de prácticas de la delincuencia y hasta del terrorismo.
Es demasiado. La Bogotá que fuese conocida en el contexto internacional como la Atenas Suramericana aloja enormes talentos artísticos, académicos, empresariales, profesionales, o científicos en múltiples áreas. La mayor participación de ciudad o regional del PIB corre por cuenta de Bogotá (31%) y ese poder exige la responsabilidad de poner en marcha una defensa férrea de la democracia directa. ¿Queremos ser gobernados por una inhábil casta?
A la actual mandataria, el Alcalde anterior le había entregado una ciudad prospera, ordenada, y ejemplar. No puede Bogotá seguir siendo gobernada por mentirosos pusilánimes, que hablan duro, estigmatizan a los contradictores, o a los extranjeros, e incumplen cada frase dicha, deliberadamente. En suma, las perversas dinámicas de la polarizada política del odio disfrazada de un “buenismo” que de la demagogia y la falsa anti-corrupción, no pasa, tristemente convenció a los jóvenes ingenuos que, aunque les creyeron a esos liderazgos anti-éticos, hoy le gritan a la administración distrital “asesinos”. Decir y desdecirse, incumplir, victimizarse, no responsabilizarse, ha destruido la confianza que debe tener el pueblo en las instituciones a causa del mal ejemplo administrativo local.
Suficiente. ¡Bogotá revoca!
