Por Carlos Echavarría
Uno de los mayores logros realizados por la administración Trump, fue la reducción de los impuestos dentro de la unión americana, de tal manera que volvió atractivo invertir en los Estados Unidos, logrando que muchas empresas que se habían desplazados hacia países latinoamericanos o asiáticos, retornaran al país; adicionalmente, como consecuencia de ello, detuvo el problema del desempleo galopante de la administración Obama. Se creó un circulo virtuoso en donde las personas del común fueron las más beneficiadas. A pesar de eso, el presidente en ejercicio, Joseph Biden, anunció su plan económico en donde se evidencia como pilar de financiamiento, la mayor subida de los impuestos en los últimos 30 años.
Antes de que comenzara la pandemia a principios del año pasado, la tasa de desempleo en los Estados Unidos, era de menos del 4%, lo que se considera, empleo total, debido a que existen personas dentro de la sociedad, que simplemente no quieren trabajar o que no necesitan trabajar; por lo tanto, a pesar de estar desempleados técnicamente, en caso de querer buscar empleo lo iban a encontrar debido a la escasez de mano de obra que en varios meses se logró evidenciar.
A pesar de toda esa bonanza, dentro de la juventud, comenzó a calar el discurso populista y mal encaminado de la desigualdad social. La agenda globalista se encargó de que los medios de comunicación presentaran una realidad distorsionada y al no tener como atacar la política económica de Trump, se dirigió por el lado de los Derechos Humanos y sobre todo el Derecho a la Igualdad.
La pandemia fue la verdadera responsable de la derrota de Trump en las urnas en noviembre y el presidente Biden, comenzó en serio la implementación de las doctrinas socialistas en el país del norte atacando directamente a las personas de mayores ingresos y a las empresas creadoras de riqueza.
Las principales medidas contenidas en el plan de impuestos de Biden, será el incrementar el porcentaje de tributación a las empresas del 21 al 28%, incrementar el impuesto a las personas naturales que devenguen por encima de 400 mil dólares al año, elevar la tributación de las sucesiones, elevar la tributación a las ganancias de capital; elevar la tributación por ganancias en dividendos. Incluso la representante demócrata Elizabeth Warren, pidió un impuesto del 2% sobre el patrimonio, el cual no fue incluido dentro del paquete de medidas.
Para implementar ésta reforma tributaria, sin requerir la mayoría exigida dentro de las leyes americanas; el gobierno podría emplear la aplicación de la Ley de Reconciliación; una figura que permite al poder ejecutivo presentar, una vez al año, un proyecto de Ley que pueda ser aprobado por mayoría simple dentro del Senado. Hoy la mayoría de Senado es Demócrata y al respecto el líder del partido Republicano, senador Mitch McConell, pronosticó que los Demócratas utilizarían la Ley de Reconciliación para esquivar así a los Republicanos y ejecutar la subida impositiva.
El analista de Bloomberg, Andrew Silverman, dijo que “aunque parece que la clase media se salvará de las subidas directas de impuestos, la subida de las tasas corporativas tienen un impacto económico amplio” y la razón es simple, a mayores tasas de tributación, los dueños de capital, buscaran nuevos horizontes en donde sus inversiones tengan una mejor expectativa e indudablemente se traducirá en el aumento en el desempleo y la disminución de salarios.
Los socialdemócratas venden la medida, como la base para la financiación de los planes sociales presentados por la administración Biden, comenzando con el paquete de 1.9 billones de dólares que está en ejecución. Pero siempre caen en la fatal ignorancia, de cargar con ese esfuerzo, a los creadores de riqueza y de puestos de trabajo, que cuando entran en huelga o se llevan su dinero para otra parte, dejan al país indefenso, sin trabajo y con grandes obligaciones que el Estado no podrá cubrir.
