viernes, marzo 29, 2024
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¿Atropello tributario o reforma social?

Por Claudia Posada

Cuando “Miramos el árbol, sin observarlo en el conjunto del bosque” nos pasa lo que estamos percibiendo con respecto a lo de la reforma tributaria. Para los nada doctos  en estos asuntos, simplemente vemos que se nos viene encima otro atropello. Y a fe que puede serlo si, como otras veces, ésta golpeará  sectores que no son justamente a los que quisiéramos decirles “Si, les toca, no acumulen tantísimo por favor”, porque esto cabe para aquellas personas naturales que alcanzan fortunas descomunales, quienes  a la hora de retribuir al erario, son unos magos para esconder y evadir. Esta vez, algunos analistas, conocedores de finanzas, coinciden en que será la clase media la más golpeada con el proyecto que el gobierno pondrá a consideración del Congreso. Modificación que de manera pomposa bautizaron Reforma Social.

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A finales de marzo, Rafael Nieto Loaiza, en su columna de opinión Empleo versus tributaria,  muy interesante en su totalidad (vale la pena analizarla a fondo) decía “No hay duda alguna de que no hay mejor política social que generar empleo y que es el empleo formal el mejor mecanismo para reducir la pobreza. Es desde esa perspectiva que habría que mirar la reforma tributaria que empieza a discutirse”. Particularmente nos gustan los planteamientos del abogado y político del Centro Democrático Rafael Nieto, quien al interior de su partido, según se comenta, su aspiración ahora de nuevo como precandidato a la presidencia de Colombia, no es vista con buenos ojos, tiene resistencia entre algunos de los militantes fieles; quizá como otros de la misma hueste quienes tampoco son los más queridos por ciertas fracciones; pero así son en todos los movimientos políticos, no faltan las  fricciones, especialmente cuando están en pre-campaña electoral.

También cuando leemos al experto en asuntos económicos  y connotado  columnista del periódico La Republica, Alberto Bernal-León, volvemos a recordar que como neófitos en tales cuestiones, apenas si alcanzamos a ver el árbol entre la maraña del bosque.   Este analista dice en alguna de sus columnas: “Por el lado de los impuestos a las personas naturales, la comisión le recomienda al gobierno, entre otras cosas, que le cobre impuesto de renta a las pensiones altas. No hay forma de que estuviera más de acuerdo con esa recomendación. El sistema pensional de prima media es el mayor monumento a la inequidad que tiene Colombia”. Y le creemos ¿por qué? Porque simplemente es cruel que algunos se jubilen con 20 o 30 salarios mínimos legales mensuales, mientras una inmensa mayoría con el mínimo.

Ni los bajos salarios, ni las pensiones de jubilación bajitas deben castigarse. Claro que no sabemos cuáles son los montos considerados “altos” para la comisión mencionada en el párrafo; vale aquí aclarar que el columnista se refiere a  “…los expertos que trabajaron en la comisión de incentivos tributarios por siete meses en la formulación de una serie de recomendaciones para mejorar el sistema tributario”. No es, ni mucho menos aceptable pensar que, por ejemplo, quien se jubila con una pensión de 2, 3, o 4 salarios mínimos, tenga resueltas sus finanzas el resto de vida sin apremios de ninguna clase; como igual creemos que quien se jubila con 20 salarios mínimos hacia arriba, sea de lo único que viva el resto de sus años. Cualquiera entiende que a la hora del retiro, no es precisamente que todos sufran por igual las mismas  afugias económicas que padece un alto porcentaje de la población colombiana. Lo que se recibe como mesada, refleja cómo se vivió en la etapa laboral.  Con ninguna ventaja,  con cierta holgura, o seguramente con mucho para capitalizar, según la suerte con la que se haya corrido en un país como el nuestro en donde no es el más idóneo o el más capaz, ni el más responsable y honrado, quien siempre es considerado en primer lugar para los cargos.

Nieto Loaiza concluye la columna que les recomendamos afirmando que “Antes de meterle una vez más la mano al bolsillo de los ciudadanos hay que estudiar la naturaleza y calidad del gasto público, recortar los gastos de funcionamiento, ser austeros, ahorrar y ser efectivos en la lucha contra la evasión, la elusión y la corrupción. Y hay que dar tiempo para la recuperación. Después de eso, ahí sí, la pendiente reforma tributaria estructural”. Suena muy sensato; así nos gustaría que los que deciden, vieran el bosque. En los próximos días serán  los congresistas quienes analicen y aprueben  la reforma tributaria o “Reforma Social”,  ojalá vean el bosque y los distintos árboles, no el que les da sombra solamente a ellos.

En entrevista dada al periódico La Republica, el ganador del Premio Juan Luis Londoño, Santiago Tobón, director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de la Universidad Eafit y profesor titular del departamento de economía de la misma universidad, se refirió en estos términos a la reforma: “Creo que es muy necesaria. Siempre hay discusiones sobre si se debería o no hacer reformas de este estilo y la discusión siempre va con el temor de la ciudadanía de que todo esto va a llevar a un aumento de impuestos. Pero más allá de esa discusión, el Estatuto Tributario colombiano es una especie de colcha de retazos que tiene muchas ineficiencias. Hay muchas definiciones que generan cambios arbitrarios y cierto tipo de incentivos, por ejemplo, para la evasión y demás”. Esto sí que es ver el bosque en su conjunto, y desde esa perspectiva cada árbol en particular.

Luego del anterior planteamiento, cuando le preguntan a Santiago Tobón “Entonces ¿en qué se debería enfocar?” (la reforma) señala lo siguiente: “Unificar todos los programas de bienestar como Colombia Mayor, Familias en Acción y demás, creo que es acertado. Incluso hay varios economistas de la Universidad de Los Andes que sugieren que este es uno de los puntos que debería trabajarse. Otros temas tienen que ver con que la carga tributaria se concentre más en las personas que en las empresas porque no se puede castigar el éxito empresarial y esto se puede lograr bajando las tasas de tributación de las empresas y gravando, por ejemplo, los dividendos. Un tercer tema es aumentar la base gravable. Aquí tenemos un problema de informalidad empresarial y laboral y tenemos la noción de que declarar renta es igual a pagar impuestos y no es así. Necesitamos que sean muchas más personas de las cuáles se lleve registro de sus ingresos y de su tributación sin que esto implique que todo el mundo tenga que pagar más. Yo diría que prácticamente todo el mundo debería declarar renta, donde paguen de manera progresiva quienes más recursos tengan, pero que tengamos la información de todos”.

Cuando leemos la entrevista al doctor Santiago Tobón, que por lo demás va más allá del tema que hoy nos ocupa en esta columna, dado que La Republica lo aborda desde sus investigaciones, las mismas que lo llevaron a ser honrado con el Premio Juan Luis Londoño De La Cuesta,  pensamos que deberían ser este tipo de personas las que nos representaran en el Congreso, pero sabemos que no es precisamente gente así, la más amiga de pertenecer a la clase política.

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